MONOPÒLICAMENTE DESLEAL
ENERO
07, 2014
El control
de los medios de comunicación en manos de un par de familias.
Por:
Ernesto Toledo Brückmann.
“Los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de
comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto conspiran
contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el
pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos. En ningún
caso esas leyes deben ser exclusivas para los medios de comunicación. Las
asignaciones de radio y televisión deben considerar criterios democráticos que
garanticen una igualdad de oportunidades para todos los individuos en el acceso
a los mismos.” (Art. 12 de Principios de la Declaración de Libertad de
Expresión; códigos que la SIP, El Comercio, sus aliados y los “defensores de la
libertad de expresión” juraron defender)
Si el
propio neoliberalismo a ultranza pregona que el Estado no sólo debe respetar la
libertad de expresión, sino que tiene que garantizar que no se atente contra
ese derecho y, al mismo tiempo, promover las acciones necesarias para que todas
las personas puedan gozar y ejercer este derecho en igualdad de circunstancias,
entonces lo mejor que puede hacer el Estado peruano es romper con el monopolio
de los medios de comunicación en el Perú.
Para nadie
es una novedad que el espectro radioeléctrico (TV o Radio) representa un
recurso más escaso que el agua; de ahí que la compra de los derechos para su
uso sea regulada en todas partes del mundo. Resulta paradójico que los
principales victimarios de la libertad de expresión sean los propios
empresarios y no el Estado.
En los
últimos meses presenciamos una vergüenza pero sobre todo un peligro desde
el momento en que el grupo El Comercio, de la familia Miro Quesada, se
adueñó de la mayor parte de los medios de circulación nacional, comprando el
año pasado a Epensa, otro conglomerado de diarios con acciones mayoritarias del
Grupo Grupo Agois Banchero. Resultaba lógico que si bien Ollanta Humala se
metió de lleno en la polémica, otros políticos deseosos de “chapar cámara”
rechazaran sus declaraciones. Estamos no solo ante los intereses económicos de
un par de familias acaparadoras sino ante oportunistas que pretenden
abanderarse defensores de los derechos fundamentales para fortalecer sus
imágenes telegénicas.
El negocio
monopólico contempla la separación de los negocios de Epensa en dos empresas:
una dedicada a los contenidos periodísticos, en la que la familia Agois
Banchero tiene la totalidad de las acciones, y otra dedicada a brindar
servicios de impresión y comercialización de los diarios y la publicidad, donde
la familia tiene el 46% de las acciones, dejando el otro 56% en manos del Grupo
El Comercio, quien controla el 40% de los medios escritos y audiovisuales del
país, pudiendo acercarse a un control del 70% una vez ejecutada esta
asociación. Hasta el momento El Comercio encara un litigio con el grupo La
República, otra de las grandes empresas periodísticas, que también intentó
comprar el control de Epensa. Éste último asegura que el control del primero es
de casi el 80%. La justicia peruana aún no se pronuncia al respecto.
En estos
momentos, las organizaciones políticas y sociales del Perú deben ser las
generadoras de sentimiento ciudadano por intermedio de la opinión pública que
rechace y condene moralmente toda práctica que acumule el poder periodístico y
la seudo “libertad de expresión” en manos de un par de familias.
Toda
revisión de la Ley de Telecomunicaciones en el Perú debe contemplar dos
temas estrechamente vinculados con el derecho a la libertad de expresión: el
acceso de todos los sectores sociales a los medios de comunicación sin ningún
tipo de restricción, y la pluralidad y – para los neoliberales mediáticos- la
libre competencia en ese sector.
La propia
Corte Interamericana de Derechos Humanos sostiene que la libertad de expresión
requiere que los medios de comunicación social estén virtualmente abiertos a
todos sin discriminación, o, más exactamente, que no haya individuos o grupos
que, a priori, estén excluidos del acceso a tales medios.
Los grupos
de poder mediático tampoco revisaron el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo, que en su artículo 3 señala que los pueblos y
comunidades indígenas y tribales deberán gozar plenamente de los derechos
humanos y libertades fundamentales, sin obstáculos ni discriminación.
Respecto
al financiamiento y autofinanciamiento de radios y otros medios comunitarios,
entendidos como organismos sin fines de lucro, es un tema que posteriormente se
tratará.
Si nos
ponemos del lado de los grupos de poder con cinco dedos de frente y abordamos
el tema de la pluralidad y la libre competencia de los medios de comunicación,
deberíamos reconocer que un requisito fundamental para la plena vigencia
de la libertad de expresión es la necesidad de que exista una amplia pluralidad
en la información y opiniones disponibles al público.
La
pluralidad en los medios de comunicación permite a la ciudadanía confrontar
distintos puntos de vista y contar con mayores elementos para formar su propio
juicio sobre la realidad.
El tema de
la monopolización de medios da para más y es una fuente inacabable de críticas
y propuestas para la construcción de una red de comunicaciones que
verdaderamente represente el- los- sentimientos de la sociedad peruana.
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