A los voceros del Neoliberalismo
no les queda más que aceptar el liderazgo de Gregorio Santos que se convirtió
en el referente de la Izquierda Peruana y su organización Mas Democracia en la
primera fuerza de las organizaciones Anti Sistema
Las tres izquierdas
La izquierda volvió
y volverá a romperse. Desde Stalin y Trotski el sino de la izquierda ha sido la
traición y la ruptura. El carácter beligerante y conspirativo de sus
convicciones y el temperamento erizado de quienes las comparten agudizan sus
discrepancias y los conducen a la separación. Digan lo que digan, todos sus
militantes creen en la lucha de clases y la violencia como herramienta
política. Por eso mismo terminan siempre bebiendo de su propia medicina.
Pero no es
casualidad que la última ruptura de la izquierda limeña, agrupada recientemente
en el Frente Amplio, se haya oficializado en la víspera de la
segunda cita entre Keiko Fujimori y el presidente Kuczynski. El divorcio estaba
cantado, lo único que estaban esperando los seguidores de Verónika Mendoza era
la oportunidad.
El ánimo de
entendimiento que acaban de mostrar, por lo menos ante el público, PPK y el
fujimorismo, conviene a Mendoza, le ofrece el mejor de los
escenarios. Ahora tendrá el pretexto perfecto para radicalizar su oposición
contra el Gobierno, enfrentar sus medidas en las calles e intentar forjar
alianzas con un sector de la izquierda provinciana, que es la tercera
izquierda, la más radical, la que lideran Gregorio Santos, Vladimir Cerrón y
Antauro Humala; la que cuenta con mucho más seguidores que Mendoza y Marco Arana en
el interior del país.
Mendoza y sus partidarios se han divorciado de Tierra
y Libertad, pero en los próximos meses ella, Arana y ‘los provincianos’ le
declararán la guerra al oficialismo.
Como vociferante
opositora, Mendoza arrancará su campaña para copar, junto a
los aliados que consiga, todos los gobiernos regionales y provinciales que le
sean posibles en las elecciones del 2018.
Sus partidarios no
liderarán comisiones en el Parlamento, pero usarán el dinero y la
infraestructura que pagamos los contribuyentes para ayudarla a petardear al
Estado.
La adelgazada
presencia en el Congreso de Nuevo Perú, como se autodenomina esa facción, no le
quita el sueño a los congresistas que la integran, son absolutamente
conscientes de que su renuncia debilita sus facultades representativas; pero
sus objetivos no tienen que ver con las necesidades de sus electores, lo que a
ellos les interesa es el poder.
El grupo de Arana se
muestra sorprendido, escandalizado, por el ‘capricho’ que llevó a la
separación, pero estuvieron cruzando los dedos para que se produjera la
ruptura: En las regiones mineras donde ellos suelen ‘incendiar Troya’
(parafraseando a Pepe Julio Gutiérrez, dirigente de Tierra y Libertad en Islay,
Arequipa, y famoso por el audio de ‘las lentejas’) sus candidatos competirán
con los deMendoza. Si ambas agrupaciones continuaban unidas en el
Congreso en Lima, el mensaje se hubiera planteado confuso para la población.
El verdadero
problema para el Gobierno que hoy se muestra optimista después de su larga
conversación con la dirigencia de Fuerza Popular es que la competencia que
enfrentará a las tres izquierdas que participarán en las próximas elecciones
regionales pasará por establecer quién es la más ‘combativa’, la que mejor
enfrenta los proyectos de desarrollo, infraestructura e inversión.
Las dos agrupaciones políticas con
mayores responsabilidades en el país dejaron pasar un año antes de sentarse a
conversar serenamente. Ojalá pudiéramos estar seguros de que en adelante se
comportarán con madurez, privilegiando los problemas de país y las urgencias
del desarrollo.
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