Hallan
dos observatorios de astros en Machupicchu
LEGADO.
Expertos confirman que ambos lugares servían para predecir eclipses y ver
movimientos del sol y la luna. Así los incas armaban calendarios y ceremonias.
Tuvieron
que pasar más de 500 años para que se confirmara que los incas no solo
eran diestros en ingeniería y arquitectura, sino también expertos en
astronomía. Pese a que las crónicas coloniales hacían referencias sobre esta
capacidad, esta recién fue ratificada hace unos días por expertos de la
Universidad de Varsovia, Universidad Técnica de Wroclaw en
Polonia y del Ministerio de Cultura.
Esto luego de un estudio -que duró dos años- en el que corroboraron el hallazgo
de dos observatorios astronómicos incas en el parque arqueológico de Machupicchu.
El primero se ubica en Intimachay. Se
trata de una estructura lítica compuesta por una ventana frontal y otra lateral que
servía como mirador del sol. Por las claraboyas ingresaba la luz
del astro dando inicio a los solsticios de verano e invierno en la época
incaica.
La segunda estructura se halla en
Inkaraqay. Allí se levanta una portada de piedra fina con dos agujeros de cinco
centímetros de diámetro, situados a una distancia de 1.70 metros.
Los orificios -concluyen los especialistas- fueron puntos de observación
astronómica.
El estudio de ambos lugares, en el
que se usó modernas técnicas como el escaneo en 3D, es el primero
en que se comprueba la existencia de este tipo de miradores que coinciden con
las características descritas en las crónicas de Pedro Sarmiento de Gamboa de
1571.
Mariusz Ziolkowski,
docente de la Universidad de Varsovia,
explicó que los observatorios fueron usados “para diseñar el calendario
agrícola, coordinar actividades en todo el Tahuantinsuyo, así como para fines
ceremoniales y religiosos”.
Desde Inkaraqay se puede ver en
perspectiva la cima de la montaña Yanantín por donde cada mañana hace su
aparición el sol, estrella considerada como Dios por los incas.
Ziolkowski
manifiesta que estos habitantes fueron incluso capaces de prevereclipses de la luna. “Es un alcance significativo, porque
hasta ahora solo sabíamos que los Mayas y Aztecas podían predecir el
fenómeno”. El experto advierte que la predicción de eclipses (solar y
lunar) tenía fines rituales y sociotécnicos, además era sinónimo de poder.
“Cristóbal
Colón en su tercer viaje tenía problemas de abastecimiento y los moradores de
la isla no lo querían abastecer. En las tablas astronómicas pudo leer que en
dos días iba haber un eclipse lunar, entonces
amenazó a los moradores con que les quitaría la luna. Cuando ocurrió el
eclipse, les generó temor e inmediatamente lo abastecieron. La astronomía
en todas las culturas era un instrumento de poder”, refirió el especialista.
En ese sentido, el catedrático
destacó que se trata de una comprobación del avance científico de los incas.
Según dijo hasta ahora solo se sabía que los observatorios eran instrumentos
protocientíficos que usaban en las culturas de Centroamérica. Los más conocidos
son el Caracol de Chinchén Itzá y los Pozos Astronómicos Aztecas.
INVESTIGARÁN
EN CERRO YANANTÍN
Para Fernando Astete, jefe del parque arqueológico de Machupicchu, la confirmación es una muestra del gran nivel de desarrollo incaico. “Para este año, se prevé una exploración en la cumbre de la montaña Yanantín para ubicar las Sukanqas o marcadores solares colocados verticalmente en la época inca, y tener mayores elementos que corroboren la existencia de observatorios astronómicos”
Para Fernando Astete, jefe del parque arqueológico de Machupicchu, la confirmación es una muestra del gran nivel de desarrollo incaico. “Para este año, se prevé una exploración en la cumbre de la montaña Yanantín para ubicar las Sukanqas o marcadores solares colocados verticalmente en la época inca, y tener mayores elementos que corroboren la existencia de observatorios astronómicos”
También está
prevista la realización de estudios arqueoastronómicos mediante escaneo láser
3D en el sector del Intihuatana y la montaña de Machupicchu.
Los estudios e investigaciones
estuvieron a cargo de los profesores Jacék Kosciuk de la Universidad Técnica de
Wroclaw de Polonia, y Mariusz Ziolkowskide la Universidad de Varsovia.
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