Fiel a su costumbre, la oposición al chavismo jugo a la escopeta de dos cañones: para la mediática mundial anunciaban una marcha pacífica hacia Caracas, para exigir el referéndum revocatorio este año. Hacia adentro, la intención real era derrocar al presidente Maduro.
“Vamos por ti Nicolás”, “Se viene el golpe”, “No regresamos hasta acabar con el chavismo” eran las consignas con las que se “motivo” a un sector violento de la militancia opositora para llegar a Caracas. Este espíritu violentista se comprobó con las detenciones que realizo el gobierno días antes y durante la movilización: dos dirigentes con explosivos y un militante con arma de fuego.
Pero la captura mayor (y seguro que de esto no hablan los medios) fue la de 92 paramilitares colombianos a cinco calles de Palacio de Miraflores, armados hasta los dientes. Su labor era superar la violencia del golpe de 2002 al presidente Chávez, aunque para eso maten como aquella vez a ciudadanos de ambos lados para luego se diga que todo es culpa del gobierno.
En cuanto a la marcha en Caracas, el chavismo con solo 48 horas de convocatoria congrego más gente en la calle sin necesidad de movilizar todo el país como hizo la oposición, que convoco con más de un mes de anticipación. La oposición se quedó en sus zonas, es decir los barrios de clase media y alta. Ahí intentaron colocar una Guarimba y fueron detenidos por la Policía del distrito de Miranda, es decir la policía de Capriles. Como dicen por ahí, nadie sabe para quién trabaja.
La marea roja del Chavismo, en cambio, tomo los alrededores de Palacio de Gobierno en un ambiente festivo y de resistencia al mismo tiempo.
Bueno, no llego el golpe de estado tan anunciado por la sencilla razón que los golpes de estado no se anuncian, porque las FFAA están con la constitución y respetan al gobierno elegido democráticamente. Tampoco la oposición derroco en las calles a nadie y la cabeza de Nicolás Maduro sigue en su lugar. No hubo baño de sangre que lamentar gracias a la acción de los organismos del estado. Tampoco tendrán referéndum revocatorio para este año. El Consejo Nacional Electoral no se deja chantajear por los caprichos de quienes no cumplen las normas, los plazos, ni los tiempos.
Y como muestra de su completa desorientación, los dirigentes que venían a “Tomar Caracas” terminaron tocando cacerolas.
Algunos apuntes, antes de pasar al informe de San Cristobal: 1) Todo indica que varios dirigentes opositores hicieron su agosto con el dinero para movilizar a sus militantes a Caracas. En los próximos días veremos verdaderas vendettas entre ellos por los envíos que la Casa Blanca hizo y terminaron en sus bolsillos. 2) Realmente la prensa domesticada por el imperialismo mostró, una vez más, su capacidad de vender gato por liebre. Poner la foto de una marcha en Corea y hacerla pasar como la de los enemigos de la revolución bolivariana resulta patética. Sigan así y perderán la poca credibilidad que les queda. 3) Después de este fracaso, la oposición comienza una etapa de desmoralización y otra aventura como la de ayer gozara de cada vez menos respaldo y será imposible en lo inmediato.
San Cristóbal rechaza la Violencia
Vine a San Cristóbal porque este es el Estado de mayor oposición al chavismo, el que en jornadas anteriores había desarrollado niveles de violencia que costaron destrucción de infraestructura estatal, muerte y desolación durante las guarimbas y que, además, aquí la resistencia al gobierno duraba semanas y hasta meses.
Sin embargo al llegar el día anterior, para evaluar los ánimos de la gente, converse con un taxista, una ama de casa y tres señores en un internet. Ninguno apostaba por la violencia. Les preocupaba que la oposición no tenga ningún plan para el país, de caer Nicolás Maduro. La oposición ha perdido, hasta en este bastión, capacidad de llamar a salidas violentas y gozar de respaldo para derrocar el gobierno.
El famoso 1S llego y fuimos a la movilización opositora. El llamado a parar la ciudad no dio resultado: el transporte no se detuvo, las instituciones trabajaron y al menos la mitad de los negocios abrieron con normalidad. El “paro” fue patronal: los dueños cerraron los negocios y los trabajadores no asistieron.
Siendo generosos habían concentrados en el obelisco de Táchira mil personas. Eran un mar de caras largas, comento un compañero. Sin ninguna orientación, unos llegaban y otros se iban, solo gritaban consignas cuando aparecía algún medio y la esperanza que de Caracas anuncien la “caída de Maduro” se alejaban minuto a minuto.
De la desorientación se pasó a la frustración y de ahí a la violencia, aunque mínima a comparación de otras ocasiones. Nosotros tuvimos que hacer la nota para Corresponsales del Pueblo sin credencial, pues tienen identificada a la radio como chavista y corríamos peligro de ser ubicados. Pequeños grupos intentaron luego de la concentración generar violencia y atacaron algunos locales que no se sumaron al fracasado “paro”, con el saldo de diez policías heridos y ningún detenido.
Hoy San Cristóbal se despertó en completa tranquilidad al igual que el resto de Venezuela, Nicolás Maduro sigue siendo el presidente y la oposición tendrá que entender que entre los deseos y la realidad actual hay una brecha muy grande.
Hasta la Victoria Siempre
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