La izquierda con llanques
El futuro
político de Gregorio Santos.
Antropólogo
Gregorio
Santos realizó su campaña presidencial desde la cárcel, acusado de corrupción.
La prisión fue un episodio crítico que le mostró con quiénes realmente contaba.
Sufrió dos portazos. El primero, de la dirigencia limeña de Patria Roja, que
decidió apoyar la candidatura de Verónika Mendoza. Y el segundo, de la propia
candidata del Frente Amplio, quien a pesar de las invitaciones, nunca lo
visitó. Los gestos son importantes en política y Santos habría aprendido la
lección.
Fue más bien
Democracia Directa (DD), agrupación política de los fonavistas, la que se ganó
el aprecio de Santos y compañía. DD es lo más antagónico a un “partido político
moderno”. Sus demandas son puntuales y agotan su existencia (salvo entre sus
principales cuadros). Sus bases son una composición heterogénea de afinidades
políticas (no todos votaron por Santos). Y no existe el recambio generacional
(está conformada, básicamente, por adultos mayores).
Sin embargo,
su aporte fue determinante en la campaña electoral del líder cajamarquino. DD
no solo puso a disposición su inscripción en el JNE, sino que además aportó
importantes contactos en el Poder Judicial y su ‘know-how’ para demandar la
liberación de Santos –dada su experiencia acumulada en juicios contra el
Estado–. Gracias a la disposición de sus afiliados, fue una portátil mínima
pero clave en la capital. Incluso la presencia de Santos en el debate
presidencial habría sido gracias a las insistentes gestiones del líder
fonavista Andrés Alcántara. Para una candidatura desde la prisión, este apoyo
fue decisivo.
Con su
salida de la cárcel y un “simbólico” 4% en las elecciones nacionales, Santos
tiene más incentivos para fortalecer su organización política (MAS) que para
retomar las riendas del gobierno regional de Cajamarca. El tiempo apremia: las
elecciones subnacionales del 2018 están a la vuelta de la esquina. Su objetivo
inmediato será fortalecer la alianza entre el MAS y DD (que pasó la valla
gracias a la votación para el Parlamento Andino). Incluso existen ya voces a
favor de la conformación de un frente entre ambas agrupaciones y se llegan a
barajar algunos nombres tentativos (como “MAS Democracia”).
Ahora Santos
tendrá que lidiar con un MAS fortalecido en términos orgánicos. La ausencia del
líder ha consolidado a nuevos cuadros, muchos de ellos bastante jóvenes. Su
directiva tiene un promedio de 35 años y es una combinación de cuadros
políticos y profesionales. Esa es la revolución interna del MAS. Un cambio
radical respecto de años anteriores. Además, la experiencia de una campaña
nacional les ha dejado valiosos aprendizajes y les ha permitido mapear
potenciales aliados fuera de la región. Después de tres elecciones, el MAS está
en transición de un “partido de cuadros” a un “partido de masas” –en sus
propios términos–.
Santos representa una alternativa
provinciana de izquierda con enraizamiento social en el campo. Una izquierda
con “los llanques todo barro”, parafraseando al antropólogo Orin Starn. El
gobierno de PPK le proporciona todos los elementos para seguir polarizando y afinar
un discurso contestatario y anti-establishment. En el mitin de retorno a
Cajamarca, Santos dio su primer puntillazo al calificar la actual gestión como
“un gobierno del tercer belaundismo, del segundo toledismo y del continuismo de
Ollanta Humala”. Aunque alertemos: sus excesos también pueden ser su
fracaso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario