miércoles, 26 de noviembre de 2014

ARROJA PICHONES A LAS AVES DE RAPIÑA

Por: Rolando Breña

Es realmente una temeridad. Una mayúscula irresponsabilidad culpable la que el Ministro del Interior hace con el llamado Grupo TERNA y la Seguridad Pública. Pretende encargar “cuidando las zonas difíciles, buscando a los delincuentes” (son sus propias palabras) a muchachos de 18 y 19 años reclutados apresuradamente y sin suficiente preparación. 
El Ministro a sorprendido a la población con ventaja y alevosía, con informes falsos que buscan atenuar distorsionadamente la enorme preocupación por la inseguridad que, a la larga, no solo pueden crear más problemas de los que busca resolver, sino podrían ocasionar lamentables hechos, teniendo como victimas a los propios integrantes de ese grupo.
Recordemos con atención las expresiones triunfalistas con seguridad y aplomo desmesurados del Ministro al presentar a este grupo policial: “son elementos de elite que han sido escogidos y formados” , “en poco tiempo se comenzarán a revertir los índices de criminalidad y delincuencia”. En un acceso delirante y febril concluyó con esta frase de antología: “ Los delincuente acá en Lima tiemblan ante la palabra TERNA”. Urresti había encontrado, al fin, el método infalible para devolver a los peruanos la tranquilidad “en pocas semanas”. Ese método era echar a las calles a 2,000 jóvenes estudiantes de policía, apenas llegados a la mitad de su formación profesional, obviamente sin ninguna experiencia ni preparación suficiente, psicológica, académica, en derechos humanos o el manejo de armas. ¿Qué significa “Elite policial” para el Ministro?. 
¿Es consciente Urresti del despropósito de arrojar a 2,000 casi adolescentes a enfrentar lo más graneado de delincuencia que está en las calles dispuesta a cualquier forma de violencia?
Es el mismísimo general Jorge Flores, Director de la PNP, quien se encarga de desmentir dramáticamente al Ministro. Dijo que el Grupo TERNA, la élite del Ministro, el que hace temblar a los criminales, el que iba a revertir la criminalidad en pocas semanas, estaba realmente constituido por “novatos que irán adquiriendo experiencia de los antiguos”.
Podríamos decir que los 2,000 jóvenes que serán 10,000 a fines de este gobierno, son enviados al matadero, son carne de cañón a inmolarse por el titular del interior y sus glorias de gran pacificador. Parece que esta medida es el “cambio de estrategia” que anunciara efectistamente hace pocos días. 
Posiblemente, el Ministro no ha reparado en que se podría ocasionar más riesgos que soluciones. Al referirnos a riesgos, entendemos no solo el hecho que con estos contingentes juveniles inexpertos no habrá posibilidad de combate a fondo contra la inseguridad, sino que se pone en peligro la propia integridad de los miembros de este grupo frente a una criminalidad organizada, avezada, con experiencia, portadores de armas sofisticadas. Debe darse cuenta el Ministro que su pretensión es una clara forma de exposición de personas al peligro. No de los delincuentes, sino de los ciudadanos que una vez más verán naufragadas sus ansias de seguridad con medidas desesperadas y sin sentido racional. Es también una grave exposición de los jóvenes integrantes TERNA, con peligro de su salud y su vida, como dice el título de nuestra columna es alimentar con pichones el festín de aves de rapiña. Para reforzar negativamente los arranques ministeriales, el Director de los Centros de Formación Académica de la PNP ha admitido que los muchachos de TERNA “tienen déficit de formación”.
Entonces, ¿”Con qué alma” (así se decía antiguamente) se le ocurre al Ministro enviarlos al infierno callejero? Además de ignorar, posiblemente de manera intencional, los alcances de la palabra élite, parece también ignorar, igualmente de manera intencional, la palabra déficit. Imaginen, amigos lectores, qué pasaría si estudiantes de medicina con déficit de formación se ocuparan de cuidar nuestra salud. O que estudiantes de ingeniería o de derecho con déficit de formación, fueran enviados a construir carreteras o puentes o edificios, o llegaran para defendernos en procesos judiciales. 
La actitud del Ministro es también despectiva y de menosprecio de la carrera profesional policial. Ve a los policías no como profesionales de la seguridad, sino como simples instrumentos de represión. Por ello desdeña sus perfiles académicos, psicológicos, humanos, sus valores, edad, etc. y los envía a confrontar con el crimen y los criminales en condiciones deplorables, impreparados y listos para el sacrificio. 
Debería ser una exigencia la revisión total de la preparación del Grupo TERNA, la necesidad de la culminación adecuada de su formación y la suficiente adquisición de experiencia. Así, como demandar que el Ministro deje de experimentar con jóvenes aún en formación para tareas que exigen profesionalidad y madurez.

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