viernes, 28 de noviembre de 2014

PARA TENER PRESENTE
Por: Rolando Breña. 

En nuestro país,  en los tiempos que vivimos,  o sobrevivimos,  pasan corrientemente  cosas de escándalo, de indolencia, abuso de poder, de maltrato permanente a los excluidos;  así como la ostentosa demostración de poder  oligopólico o monopólico de  poderosas empresas  privadas y estatales,  en esta  economía de libre mercado que nos pretende manejar como simples piezas.  Veamos dos ejemplos muy concretos que pasan más o menos desapercibidos, que están ausentes en los grandes titulares mediáticos  y son ignorados por organismos encargados de proteger a ciudadanos y consumidores:
1.     Casi ha quedado olvidado en la memoria, archivados en los medios de comunicación y las instituciones encargadas de investigar, procesar y sancionar, los nefastos hechos del desalojo de la familia Flores en Cajamarca. Fue un 30 de Octubre y terminó con la vida de Fidel Flores y una espantosa golpiza a sus hijos y esposa.  Recordemos que el Ministro del interior habló de “excesos” en el cumplimiento de los protocolos policiales y justificó la acción policial con el absurdo,  irracional y mentiroso argumento de la “flagrancia”.
El jefe de la Región Policial de Cajamarca al momento de los luctuosos hechos y,  por tanto, responsable jerárquico del operativo, era el general  Jorge Gutiérrez  Senisse.  El Ministro Urrestri habló de investigaciones,  remociones y sanciones.  El Instituto de Defensa Legal (IDL) ha denunciado la existencia de una Resolución Suprema del  5 de Noviembre, obviamente firmada por el Presidente de la república y el Ministro del Interior,  que  “reasigna” al General Gutiérrez, no lo remueve ni es investigado ni sancionado, repetimos  lo “reasigna” a un cargo de alta jerarquía y delicada función, la de Director Ejecutivo de Seguridad Ciudadana de la PNP.
¿Qué podemos esperar como mensaje de este enroque policial?.  Es evidente que constituye un típico acto de protección abusiva de altos jefes policiales involucrados en hechos pasibles de sanción, es una burla a la legítima exigencia de la familia Flores, de la conciencia de justicia de los cajamarquinos y del país entero y que demanda investigación profunda, sanciones ejemplares e indemnización adecuada. Es también, clamorosamente, una ironía y un sarcasmo.  Un operativo de desalojo realizado con tal violencia, con tanta irracionalidad,  con un homicidio de por medio, es premiado promocionando al Jefe Regional responsable a un cargo jerárquico superior,  en una función ejecutiva de SEGURIDAD CIUDADANA;  es decir, precisamente cuando la seguridad ciudadana  fue maltratada y atropellada de la peor manera en Cajamarca. ¿Cómo llamar a esto?  ¿De Ripley? ¿Para no creer? ¿Ingenuidad? ¿Espíritu de cuerpo? 
2.     Es este un asunto simple  pero demostrativo. El precio internacional del petróleo viene bajando dramáticamente.  Hasta la fecha más o menos en un 35%. En consecuencia en todos los países del mundo,  miremos a nuestros vecinos,  los precios de los combustibles también han bajado en similar porcentaje. Pero en el Perú no.  Aquí  “con las justas” baja hasta un 4 o 5%  y todavía a costa del Estado. 
Cuando el petróleo sube de precio, al segundo suben los precios en el Perú.  Cuando baja, no sucede lo mismo entre nosotros. Nadie se acuerda de que existimos.  Ni los monopolios, ni el gobierno,  ni los defensores de los consumidores, ni el mercado regula “automáticamente” los precios  como predican los profetas del neoliberalismo.  Nadie  puede  hacer nada. El mercado es libre se nos grita en la cara y nadie puede intervenir en la regulación o fiscalización de los precios.  Pues eso sería intervencionismo y estatismo, eso sería socialismo y comunismo. Así nos queda solamente espera o rezar para que  los que siempre se enriquecen con las carencias de la gente se compadezcan o vean ya bastante repleto sus bolsillos o gordas sus cuentas bancarias.

Por intermedio de esta modesta columna, llamamos a los peruanos a sus organizaciones gremiales populares a elevar nuestra protesta, nuestra voz.

Que los precios de los combustibles bajen es una simple exigencia,  pero tiene profundo significado. Es demostración clara de cómo  la economía de libre mercado encierra una terrible injusticia y es sinónimo de exclusión, de abuso de poder  y exacerbación de las brechas económicas. Es también un práctico reconocimiento de la inutilidad y la incapacidad del Estado neoliberal para ocuparse de los problemas directamente ligados a la población.  Además, enseña objetivamente la rapacidad de sectores y clases agrupadas en el poder económico y político. Sería interesante  que se pudiera cuantificar el monto de las sobreganancias inmorales acumuladas.  Obviamente, tal lucro desmedido es ya un daño irreparable a la economía popular, pero de todas formas podría ser útil para confirmar la insensibilidad de los conglomerados económico- financieros, lo injusto del modelo económico neoliberal y su libremercado, así como la de su gobierno y de su Estado ajenos a los problemas cotidianos de la gente. 

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