EL LÍDER SOY YO
Por: Rolando Breña
Probablemente con las palabras de Alberto Fujimori, los disfuerzos de
Fuerza Popular y de Keiko, quedarán aplanados definitivamente, al menos por
ahora. Se especuló bastante sobre las tentativas de la hija de liberarse un
tanto de la sombra dictatorial y corrupta del gobierno de su padre; así como
tener algo de autonomía de liderazgo. Al parecer todo quedaría en nada. Las
palabras de Alberto Fujimori son tajantes y no admiten ninguna duda, ninguna
mínima alternativa de autonomía o de libre albedrío: “ni siquiera he comprado
la tumba ni me encuentro en vías de momificación, yo soy el líder en la
historia del fujimorismo…”.
¿Dónde quedarán ahora las tentativas de “desalbertizar” el fujimorismo o
de “mi partido va más allá de un nombre, de una persona”?. Quizá en un
principio solo fueran parte de una estrategia electoral para captar votos,
conquistas ingenuos o presentar Fuerza Popular y su candidata con aparente
personalidad propia, suficiente carácter y decisión para labrar su propio
camino, aún a costa de una bien disimulada “independencia”.
Por lo visto no rindieron los dividendos políticos apetecidos, como le
mostraron las elecciones regionales y municipales en las que calculaban avances
notables. O la estrategia “autonomista” y de “liderazgo propio”, empezó a
conquistar espacio real con la consiguiente posibilidad de debilitamiento de la
presencia determinante de Alberto Fujimori.
Esta segunda posibilidad es la que debería ser tomada en cuenta para el
análisis político electoral del fujimorismo y las perspectivas de su futuro
partidario. No sería descabellado pensar que la estrategia autonomista inicial,
como simple señuelo electoral, pudo ir ganando terreno, dejando de ser un juego
de acumulación para una mejor presentación a los votantes no comprometidos, y,
sin querer queriendo la figura y la autoridad del fundador-conductor-jefe, pudo
ir perdiendo predicamento, reforzado por simpatizantes del movimiento,
keikistas, empresarios, periodistas, que aconsejaban librarse al menos un poco
de la comprometedora figura paterna y el mal recuerdo de su gobierno,
principalmente en cuestiones de corrupción, violación de derechos humanos,
ejecuciones y genocidio, dictadura, la ominosa renuncia por fax, etc. y así
tener mayores probabilidades el 2016.
Así se explicaría la presencia cercana del abogado y ex magistrado
William Paco Castillo, reemplazando abruptamente a sus anteriores defensores,
por decisión personal del propio Fujimori. El paso político revelador de la
incomodidad del ex dictador con las movidas “autonomistas” y su decisión de
seguir en el timón, fue la compra de un kit electoral propio diferenciado de
Fuerza Popular a través de Paco Castillo, y la consiguiente recolección de
firmas. Está por saberse si este hecho significa realmente en su propio y
personal partido reemplazando a la que lidera su hija o es una fórmula de
presión radical para retomar o no perder el control absoluto.
Quizá las presiones albertistas no tuvieron suficiente efecto, que las
actitudes autonomistas empezaran a calar en Keiko, por lo que públicamente
buscó poner las cosas en su sitio, deslindar con los arrestos de liderazgo
propio y la pretendida desalbertización, dejando claro que él es el que manda,
que es el líder histórico irremplazable, que no está muerto, que es dirección
política, que el fujimorismo es él. Que “ni siquiera ha comprado una tumba” y
menos que se encuentre “en vías de momificación”. En cuento a la tan venida y
traída “desalbertizadora” la desautorizó radicalmente como “extraño y
contradictorio”. Las elecciones se acercan. Fuerza Popular con Keiko, trabaja
febrilmente para ganador. El tiempo nos avisará cómo se desenvuelven las
contradicciones en territorio fujimorista. Lo claro a nuestro entender, es que,
con Fujimori todo poderoso o con Keiko “independiente”, la esencia fujimorista,
no debería retornar nunca a regir los destinos del país.
Ahora que el poder judicial ha rechazado la revisión de la condena de
Fujimori, así como la posibilidad del arresto domiciliario, habida cuenta las
dificultades que atraviesa el gobierno, deberíamos reparar con cuidado la
sospechosa visita del vocero nacionalista Josué Gutiérrez a las oficinas de
Kenyi Fujimori, donde, por propia afirmación del delfín fujimorista, se habría
conversado sobre, “bajar el tono” de las discusiones pues querían “acabar bien
su gobierno”; además algunas palabras sobre el indulto. Cómo explicar entonces
el exabrupto ollantista de llamarlos “nacidos de una cloaca” y la explosión de
Kenyi sobre “silos del velazcato”.
Ambos, nacionalistas y fujimoristas, son escandalosamente pragmáticos, a
lo mejor el futuro nos sorprenda con cosas desagradables o malolientes.
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