viernes, 21 de noviembre de 2014

DE CLOACAS Y SILOS
Por: Rolando Breña

Los próximos días serán muy movidos”, fue lo que escribimos ayer teniendo en cuenta, entre otras cuestiones, los problemas derivados del asunto Belaúnde Lossio – Orellana y los enfrentamientos por la Comisión Investigadora, las pullas entre la congresista Cecilia Tait y el Presidente de la República y las piruetas “legales”, periodísticas, presumiblemente electorales del ministro del Interior.

Pero no fue necesario ni siquiera un día, pocos minutos bastaron para que se presentaran las cimas de una confrontación de callejón (con disculpas de los callejones y los callejoneros, que no tienen que ver con estas cosas).

Fue Humala, en su intento de imposibilitar que un fujimorista pueda presidir la mencionada comisión, llamara a éstos “partido nacido de la cloaca”; y para dejar sin ninguna duda su oposición, afirmó acaloradamente que “el fujimorismo no tiene autoridad para presidir una Comisión Investigadora de la Corrupción”.

Era de esperarse una reacción hepática en similares formas e idénticos contenidos. Ella provino de uno de sus más caracterizados congresistas, especializado en decir cualquier cosa, Kenji Fujimori que, siguiendo la ruta trazada por Humala, afirmó que el Nacionalismo nació “en un silo”, el del “velascato”.

Estamos notificados. Las dos principales organizaciones electorales fruto de los comicios pasados, las dos primeras mayorías congresales, se encuentran empeñadas en demostrar cada una quién viene de las cloacas y quién de los silos. Pero quien la achuntó mejor en las calificaciones, preciso es de reconocerlo, fue Humala; pues dijo lo que quería decir: inmundicia, suciedad. En cambio, el delfín fujimorista no fue tan certero. Pues al decir silo no retrató bien su pensamiento. El decir silo, a secas, pudo referirse a cualquier depósito o almacén o hueco profundo y oscuro, etc. Pero si quiso decir lo que imaginamos, debió acompañar la palabra silo con otra: séptico. Así, sí se entendería lo que pretendió transmitir: pestilencia, podredumbre o albañal. También los padres de la Patria debieran revisar el diccionario de cuando en cuando.

Es sorprendente además, o quizás no lo sea tanto, que Ollanta Humala pocas horas antes hubiera exclamado su “pena” porque “la política desciende así”, en alusión a Cecilia Tait y su acusación que la pareja presidencial conocía el escondrijo de Martín Belaúnde. Parece que su “pena” no era tal, no era sincera, era pura pose, pues enseguida desciende hasta territorio de cloacas, invitando a Kenji Fujimori a descender hasta los silos (sépticos, aclaremos).

¿A qué se deben las expresiones de Humala, en el fondo? ¿Será tan solo una explosión de ira contenida a consecuencia del continuo fuego de metralla del que es objeto el gobierno, él mismo y Nadine? ¿Es una simple incontinencia hepática que no pudo mantener a buen recaudo? ¿Es torpeza o inmadurez política, ausencia de asesores o incompetencia de éstos? ¿Falta de cálculo sobre las consecuencias de sus expresiones? ¿O tal vez lo hizo adrede, como parte de una bien delineada estrategia. Echando combustible a las polémicas que no son de fondo, producir suficiente humo para cubrir todos los problemas y los escándalos, o pasar sin mucho trámite sus “paquetes” de reactivación económica? Por supuesto, la manera más sencilla de copar la prensa y obtener abundantes titulares, era provocar al fujimorismo, tan fácil de caer en ella y tan presto a responder de inmediato, y a veces, a la bruta.

No queremos dejar pasar el momento para referirnos, una vez más, a las famosas Comisiones Investigadoras. Está demostrado, hasta la saciedad, que en la mayoría de los casos, no obedecen a los objetivos de combatir realmente en bien de la Patria los problemas de corrupción, aprovechamiento ilícito de funciones públicas, abusos de poder o infracciones legales y constitucionales, sino a intereses y rivalidades políticas de segundo y tercer orden, la descalificación de funcionarios o agrupaciones políticas, la pugna por el control de espacios de poder o de escenarios electorales. Por ello las miniguerras para copar las direcciones o la mayoría en las comisiones. La presidencia les permite manejo adecuado a sus intereses, y la mayoría les permite bloquear cualquier investigación incómoda, la presencia de personajes favorables o negativos, impedir o dificultar conclusiones adversas o poco favorables. Los forcejeos de estos días son la mejor demostración de lo que afirmamos. En fin, están empeñados también en probar quién es más montesinista, incluidos, no es mentira, los propios fujimoristas.

Pasemos a otro “ángulo” de la noticia, como gustan decir los conductores de los noticieros de la televisión, aunque, en realidad, nunca pasan a “otro ángulo” sino a otra noticia. El 19 de noviembre fue el Día Internacional del Hombre. Sinceramente nunca supe, hasta hoy, la existencia de este singular día. Y nadie tampoco me saludó ni me abrazó y menos me dio un regalo. Lógicamente, van mis más encendidas protestas.

Aunque a decir verdad, estas celebraciones, algunas de ellas muy justas y necesarias, tienen casi siempre contenidos comerciales y crematísticos más que espíritu de reconocimiento u homenaje. De todas maneras, un abrazo a todos los hombres del mundo, o mejor, a casi todos.


Y un fortísimo abrazo a mí mismo. Aunque quizás no lo merezca tanto.

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