martes, 5 de noviembre de 2013

DECADENCIA POLÍTICA, MARTHA CHÁVEZ Y LA DEUDA DE LA IZQUIERDA

NOVIEMBRE 05, 2013
Por: Manuel Guerra

En consonancia con la profundización y consolidación del modelo neoliberal, el Perú vive un proceso de creciente autoritarismo y reaccionarización política, de degradación de los valores, avance de la corrupción, el crimen y la violencia cotidiana.Tan mal están las cosas en el Perú que el fujimorismo cuenta con un considerable espacio político, con base social en los sectores populares, lo que le ha permitido disputar con fuerza la presidencia de la república, elegir a Kenyi Fujimori al Congreso con la más alta votación, y contar con una nada desdeñable bancada parlamentaria, a pesar que Alberto Fujimori y connotados miembros de su banda están purgando condenas por crímenes de lesa humanidad y corrupción desenfrenada.
¿Qué está ocurriendo para que en país pasen estas cosas? ¿Qué está pasando para que Alan García y sus secuaces no estén tras las rejas? ¿Para que Castañeda Lossio se prepare para ser nuevamente alcalde de Lima? ¿Para que el toledismo esté más embarrado que palo de gallinero? ¿Para que gran parte de las universidades se hayan convertido en espacios donde reinan las mafias? ¿Para que el Parlamento, el Poder Judicial y la Policía estén contaminados de mediocridad y corrupción?
Son los efectos de una sociedad en decadencia, del predominio de una derecha bruta y achorada que ha sido engendrada por el neoliberalismo. La designación de Martha Chávez como coordinadora del grupo de trabajo sobre derechos humanos en el Congreso, no es sino una muestra del avance de la descomposición que va de la mano con la intolerancia y la mentalidad retrógrada.
El problema es que a pesar del desprestigio de la derecha y los vacíos políticos que se están generando, la izquierda no ha logrado construir una corriente alternativa, de claro contenido democrático, portadora de un pensamiento avanzado, crítico y renovador de la política peruana. Sumida en la coyuntura, la izquierda no asume aun una visión de país, capaz de enarbolar un proyecto histórico alrededor del cual se unan las amplias capas de la población. Atrapada en sus pequeñas rencillas tampoco ha logrado construir un espacio unitario sólido con incidencia en el movimiento social y en el escenario político. Es decir no logra salir de la marginalidad y disputar con solvencia, en todos los terrenos, la hegemonía que hoy detentan los sectores dominantes.
La derecha hace lo que tiene que hacer para mantener el status quo y continuar arrinconando a las fuerzas del cambio. Pero la izquierda no está haciendo lo que tiene que hacer para revertir esta situación. Mas allá de acciones esporádicas y reactivas no logra colocar la agenda política, ni movilizar a la población para contener y derrotar al nefasto modelo en curso.
No es que no existan condiciones favorables; todo lo contrario, se abren grandes oportunidades, la gente quiere cambios, busca alternativas y referentes confiables. Pero la izquierda, a la par que afirma sus mejores tradiciones, necesita renovar su forma de hacer política, asumir nuevos paradigmas para entender el Perú de hoy, cambiar métodos y estilos obsoletos, asumir la política grande, con visión de largo aliento. Solo así podrá ser capaz de desprendimientos para hacer posible la unidad, proceso que debe ir acompañado de un sincero propósito de dar paso a la renovación generacional. Este es el reto y esta es la deuda que la izquierda tiene con el Perú.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario