martes, 21 de abril de 2015

VARGAS LLOSA Y GALEANO
Por: Rolando Breña

En ocasión de la lamentablemente muerte de Eduardo Galeano que, sin duda alguna, es uno de los más importantes referentes para los pueblos de América Latina en su camino hacia su bienestar, su libertad y su democracia, Mario Vargas Llosa ensayó una especie de valoración de su obra y su acción social, con aparente espíritu objetivo que, a la postre, es la clásica condena a quienes se atreven a cuestionar las condiciones de explotación y dependencia, así como las amenazas e intervenciones directas sobre nuestros territorios cuando los intereses norteamericanos están en juego. Es decir, es la vieja repetición, felizmente ya en quiebra, de argumentos con los que se pretende arrebatar la legitimidad de las luchas nacionales contra las causas y las consecuencias de los modelos neoliberales, que no son sino la continuación bajo nuevas formas de lo que venimos arrastrando casi doscientos años. Como reza el título de un pequeño libro de nuestro amigo Luis Rocca Torres “Viejas Ataduras con Nuevos Nudos”, publicado por 1973.
Dice Vargas Llosa, que “hay que reconocer talento” a Eduardo Galeano; también “calidad intelectual” y “voluntad para participar… en la vida política”. Si solo se leyeran estas frases no tendríamos mucho que decir, aunque se nota, a la legua, que las palabras del premio nobel surgen como atragantándose, algo así como si estuviera haciendo una tarea que no le es grata, que sus palabras no son necesariamente espontáneas, que lo dice porque no tiene más remedio, aunque en el fondo no quisiera decirlas.
Estas apreciaciones no son gratuitas, pues ya Vargas Llosa, previamente, había “maleteado” a Galeano calificando su obra de “dogmatismo marxista” y como tal, “caricaturiza y falsea profundamente lo que es la realidad de América Latina”.

No hemos de argumentar más. Las expresiones transcritas son lo suficientemente demostrativas. Siempre será una caricatura para los sostenedores de la actual situación y sus beneficiarios, denunciar la pobreza, la injusticia o la desigualdad; reclamar derechos u organizarse y movilizarse exigiendo democracia real y efectiva, así como la defensa de la naturaleza de su depredación. Los liberales consecuentes, deberían estar entre los primeros en cuestionar lo existente, pues sus viejos postulados colisionan directamente con la teoría y la práctica neoliberal

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