VARGAS LLOSA Y GALEANO
Por: Rolando Breña
En ocasión de la lamentablemente muerte de Eduardo
Galeano que, sin duda alguna, es uno de los más importantes referentes para los
pueblos de América Latina en su camino hacia su bienestar, su libertad y su
democracia, Mario Vargas Llosa ensayó una especie de valoración de su obra y su
acción social, con aparente espíritu objetivo que, a la postre, es la clásica
condena a quienes se atreven a cuestionar las condiciones de explotación y
dependencia, así como las amenazas e intervenciones directas sobre nuestros
territorios cuando los intereses norteamericanos están en juego. Es decir, es
la vieja repetición, felizmente ya en quiebra, de argumentos con los que se
pretende arrebatar la legitimidad de las luchas nacionales contra las causas y
las consecuencias de los modelos neoliberales, que no son sino la continuación
bajo nuevas formas de lo que venimos arrastrando casi doscientos años. Como
reza el título de un pequeño libro de nuestro amigo Luis Rocca Torres “Viejas
Ataduras con Nuevos Nudos”, publicado por 1973.
Dice Vargas Llosa, que “hay que reconocer talento”
a Eduardo Galeano; también “calidad intelectual” y “voluntad para participar…
en la vida política”. Si solo se leyeran estas frases no tendríamos mucho que
decir, aunque se nota, a la legua, que las palabras del premio nobel surgen
como atragantándose, algo así como si estuviera haciendo una tarea que no le es
grata, que sus palabras no son necesariamente espontáneas, que lo dice porque
no tiene más remedio, aunque en el fondo no quisiera decirlas.
Estas apreciaciones no son gratuitas, pues ya
Vargas Llosa, previamente, había “maleteado” a Galeano calificando su obra de
“dogmatismo marxista” y como tal, “caricaturiza y falsea profundamente lo que
es la realidad de América Latina”.
No hemos de argumentar más. Las expresiones
transcritas son lo suficientemente demostrativas. Siempre será una caricatura
para los sostenedores de la actual situación y sus beneficiarios, denunciar la
pobreza, la injusticia o la desigualdad; reclamar derechos u organizarse y movilizarse
exigiendo democracia real y efectiva, así como la defensa de la naturaleza de
su depredación. Los liberales consecuentes, deberían estar entre los primeros
en cuestionar lo existente, pues sus viejos postulados colisionan directamente
con la teoría y la práctica neoliberal
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