Frente en liquidación
Los
recientes gestos de integrantes del Frente Amplio parecen anticipar su
disolución.
Pese
al mensaje de unidad que difundió en su cuenta de Facebook la ex candidata
presidencial del Frente Amplio (FA) Verónika Mendoza, dos días después del
congreso que celebró dicha coalición el último fin de semana, han sido varios
los eventos recientes que han expuesto las febles costuras de la agrupación
izquierdista.
La sola ausencia del fundador de
Tierra y Libertad (TyL), Marco Arana, cuyo partido decidió no asistir al
encuentro, transmitía ya un mensaje bastante elocuente. Pero las materias ahí
discutidas y las subsecuentes reacciones de sus más conspicuos representantes
han puesto en evidencia las más profundas divergencias en dicho
conglomerado.
Dentro de los acuerdos pactados en el
evento, el que más escozor viene causando es –tal como detalló el legislador
Alberto Quintanilla a este Diario– la resolución de que si TyL no abre su
padrón para que otros militantes y movimientos se adhieran a la coalición
zurda, el FA “iniciaría un proceso de recolección de firmas para lograr una
nueva inscripción”.
Hace varias semanas había trascendido
al público que la cúpula directiva de TyL –el partido que cuenta con la
inscripción electoral bajo la cual compitió el FA en las últimas elecciones– no
iba a permitir que más personas se inscriban en su padrón de afiliados. Una
decisión que le valió muchas críticas –incluso en el interior del propio
partido– pues la negativa era interpretada como un afán de una facción liderada
por Arana por mantener su cuota de poder en dicha agrupación.
Pero en los últimos días Arana
convirtió aquella presunción en certeza, como lo demuestra la carta que dirigió
al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de su organización, en la que respalda la
“posición firme de la dirección política”, pues ella “impidió que un congreso
inicialmente convocado como extraordinario decidiera abrir la inscripción de
TyL a millones o cientos de miles de votantes que se inscribirían como
militantes del FA”.
Y es que más allá del desbordante
optimismo del congresista al imaginar a millones de personas haciendo cola para
unirse a sus filas, quedaba claro que esta alternativa inclusiva no era del
agrado de Arana. Por ello, es que califica la propuesta como un intento por
“disolver jurídica y políticamente TyL, haciendo que el FA deje de ser un
frente para terminar convirtiéndose en un partido”, lo cual significaría –en
sus palabras– hacer “tabla rasa de ‘lo nuestro’”. Expresiones que dan a
entender que no está dispuesto a compartir ‘lo suyo’, y que si le preocupan los
monopolios empresariales, las posiciones dominantes políticas no tanto.
Por otro lado, la misiva de Arana
también reveló la pugna interna por el protagonismo en el FA. En ella, el líder
de TyL se ufana de haber ocupado el segundo lugar como “desestabilizador” en la
reciente Encuesta del Poder de “Semana Económica”, y de haber sido considerado
junto a los siete candidatos presidenciales en una encuesta de GFK. Un gesto de
autorreivindicación que solo se comprende por la necesidad de revalidar su
liderazgo, más aun cuando este y la idea de “liderazgos múltiples” parecen
haber pasado a un segundo plano con la propuesta de la bancada del FA para que
el 10% de los ingresos de sus integrantes se destinen al fortalecimiento de la
organización y a solventar la actividad política de Verónika Mendoza.
La comunicación de Arana es, pues, una
muestra más de las ya visibles grietas en la agrupación izquierdista y que
podrían terminar en una escisión de la bancada parlamentaria, como ha
trascendido en la última semana. Quizá presagiándolo, los legisladores
frenteamplistas Marisa Glave y Richard Arce presentaron recientemente un
proyecto de ley sobre el transfuguismo, que exime de todo castigo a los
congresistas despedidos de sus partidos y “los casos en los que la alianza o
acuerdo electoral por la que fueron elegidos se haya disuelto”.
Así las cosas, aunque Arana se apure
en denunciar a quienes intentan “disolver” TyL, es más bien el FA el que parece
haber entrado en un proceso irreversible de quiebra, y él uno de los
principales causantes de la liquidación.
Nota: Editorial de El Comercio.
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