Por: Marco Teruggi
Somos una generación que se ha acostumbrado a ver
golpes de Estado en vivo y en directo por pantalla. Pasó en Honduras, Paraguay,
en Brasil hace pocos meses, y este domingo en Venezuela. Esta vez no fue un
golpe como tal, sino su anuncio con altoparlante desde la Asamblea Nacional, el
órgano legislativo unicameral de Venezuela en manos de la derecha desde el 5 de
enero.
Se sabía que pasaría y pasó, la derecha es un gran
guión predecible. Lo habían difundido por redes sociales, en voz de los
dirigentes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). El motivo de la sesión
extraordinaria que se realizó el domingo 23 de octubre era: “Debate sobre la
restitución de la Constitución de la República de Venezuela, el orden
constitucional y la democracia”. En otros términos, plantear la existencia de
un golpe de Estado encabezado por el mismo Gobierno Nacional.
La causa invocada por la MUD había sido la
suspensión de la recolección del 20% de las firmas necesarias para activar el
referéndum revocatorio. Una medida conocida el pasado 20 de octubre, cuando los
Tribunales Penales de siete estados del país declararon como invalido el
proceso inicial de recolección de firmas -el 1% necesario para pasar al 20%-
debido a la existencia de 605.727 firmas fraudulentas. La derecha había puesto
a votar a muertos, menores de edad, condenados por la justicia, entre otros
falsos electores.
Ante eso fue que comenzó este nuevo round, que tuvo
en la sesión del domingo el segundo movimiento, el del anuncio de la violencia
e intento de Golpe. El primero había sido el día anterior, sábado 22 de
octubre, con una protesta en la autopista que fue encabezada por la dirigencia
más insurreccional, de alta alcurnia y violentamente videlista. Allí estaba
María Corina Machado, entre otros. El tercer round será el próximo miércoles 26
con una movilización a la que Capriles Radonsky convocó: “Iremos a donde
tengamos que ir, no se descarta Miraflores”, el Palacio Presidencial.
En la sesión del domingo fueron aprobados siete
puntos. En materia internacional, la Asamblea decidió emitir una declaración
anunciando la ruptura del orden democrático y un golpe de Estado por parte de
Nicolás Maduro. Junto a eso, un pedido a la comunidad internacional para
“activar los mecanismos necesarios para garantizar el derecho a la democracia”,
de la mano con una denuncia ante la Corte Penal Internacional de los rectores
del Consejo Nacional Electoral y los magistrados del Tribunal Supremo de
Justicia. Esto sería acompañado de la designación de nuevos rectores y
magistrados.
En el plano interno, votaron la “apertura de un proceso
para determinar la situación constitucional del presidente Nicolás Maduro”, a
la vez que la conformación de una comisión especial para restituir el orden
constitucional. También acordaron realizar un llamado a la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana a no obedecer medidas anticonstitucionales, y la
convocatoria al pueblo a la defensa activa de la Carta Magna.
En síntesis: destituir y enjuiciar a tres poderes
del Estado, incluido el presidente. Realizar un golpe de Estado para hacer
frente a un supuesto golpe de Estado. Ilógica pura con una sentencia final: el
cambio será dentro de pocos días.
Quien sigue la vida política venezolana puede tener
opiniones a favor o en contra del chavismo, el actual gobierno y la revolución
bolivariana como proyecto histórico. Lo que difícilmente pueda afirmar es que
la dirigencia de la oposición haya sido en algún momento democrática. El actual
presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup fue, por ejemplo, parte
activa del Golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en abril del 2002.
Hay videos en el que se lo puede ver huyendo de Miraflores ante el regreso del
presidente. Así lo hizo también Julio Borges, primero en tomar la palabra en el
Hemiciclo el domingo, y Capriles Radonsky.
Esta vez en el hemiciclo los diputados de la
derecha apelaron a la más alta hipocresía, como suele hacer la derecha cuando
busca acabar con procesos democráticos. Hablaron de defensa de la libertad, los
derechos humanos, la Constitución -contra la cual se opuso durante su aprobación
en 1999- y llamaron a retomar el espíritu de Simón Bolívar, a una “rebelión
popular democrática”.
Anunciaron el intento de crimen, con respaldo
internacional: Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados
Americanos, ya había declarado que la decisión del Consejo Nacional Electoral
de suspender la recolección de firmas era “un punto de inflexión y de quiebre
del sistema democrático”.
En este escenario la respuesta del chavismo no se
hizo esperar. Centenares de personas se reunieron en las afueras de la Asamblea
Nacional mientras se realizaba la sesión, con consciencia de estar viviendo la
película en pleno desarrollo. Lo que le sucedió a Fernando Lugo en Paraguay y a
Dilma Roussef en Brasil fue incorporado por miles en Venezuela. Bajo esas
lecciones un grupo de chavistas tomó por unos minutos el Hemiciclo en una
muestra de que nadie se quedará de brazos caídos a la espera del Golpe.
No hay duda de que los días por venir van a ser una
pulseada de calle, instituciones, actores internacionales, legalidades y
legitimidades. La derecha quiere su golpe de Estado y un anuncio como el de
Capriles de ir hasta el Palacio de Miraflores no debe ser tomado a la liviana.
Su último llamado a descargar el odio terminó con once personas asesinadas en 2014.
Su base social ha sido formada por años de odios clasistas, racistas, y pide
-sólo hay que seguir las redes- violencia. Tiene fuego entre las manos, un
fuego que por lo general se escapa por las ciudades dejando muertos.
No se sabe en este contexto que hará el gobierno
norteamericano. Es un actor decisivo -el principal- que está en su propio
laberinto presidencial que tendrá elecciones el 8 de noviembre. ¿Podrá la
derecha avanzar sin una intervención fuerte del imperio?
La agenda quedó planteada de la siguiente manera:
el día martes el chavismo hará una demostración de fuerzas callejeras -la
tiene, no hay dudas- y el miércoles la derecha hará su intento insurreccional.
Mientras, la Asamblea Nacional seguirá dando los pasos del golpe de Estado,
llevando al choque de poderes con impredecible resolución. La dirección del
gobierno nacional, del Partido Socialista Unido de Venezuela, los principales
movimientos populares y cantidades de colectivos, saldrán a dar la batalla. Ha costado
mucha vida conseguir esta asediada libertad -imperfecta y frágil como toda
libertad.
Y si algo sabe hacer el chavismo es pelear.
Hasta el último round.
Hasta el último round.
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