lunes, 24 de octubre de 2016


Por: Marco Teruggi 
Somos una generación que se ha acostumbrado a ver golpes de Estado en vivo y en directo por pantalla. Pasó en Honduras, Paraguay, en Brasil hace pocos meses, y este domingo en Venezuela. Esta vez no fue un golpe como tal, sino su anuncio con altoparlante desde la Asamblea Nacional, el órgano legislativo unicameral de Venezuela en manos de la derecha desde el 5 de enero.
Se sabía que pasaría y pasó, la derecha es un gran guión predecible. Lo habían difundido por redes sociales, en voz de los dirigentes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). El motivo de la sesión extraordinaria que se realizó el domingo 23 de octubre era: “Debate sobre la restitución de la Constitución de la República de Venezuela, el orden constitucional y la democracia”. En otros términos, plantear la existencia de un golpe de Estado encabezado por el mismo Gobierno Nacional.
La causa invocada por la MUD había sido la suspensión de la recolección del 20% de las firmas necesarias para activar el referéndum revocatorio. Una medida conocida el pasado 20 de octubre, cuando los Tribunales Penales de siete estados del país declararon como invalido el proceso inicial de recolección de firmas -el 1% necesario para pasar al 20%- debido a la existencia de 605.727 firmas fraudulentas. La derecha había puesto a votar a muertos, menores de edad, condenados por la justicia, entre otros falsos electores.
Ante eso fue que comenzó este nuevo round, que tuvo en la sesión del domingo el segundo movimiento, el del anuncio de la violencia e intento de Golpe. El primero había sido el día anterior, sábado 22 de octubre, con una protesta en la autopista que fue encabezada por la dirigencia más insurreccional, de alta alcurnia y violentamente videlista. Allí estaba María Corina Machado, entre otros. El tercer round será el próximo miércoles 26 con una movilización a la que Capriles Radonsky convocó: “Iremos a donde tengamos que ir, no se descarta Miraflores”, el Palacio Presidencial.
En la sesión del domingo fueron aprobados siete puntos. En materia internacional, la Asamblea decidió emitir una declaración anunciando la ruptura del orden democrático y un golpe de Estado por parte de Nicolás Maduro. Junto a eso, un pedido a la comunidad internacional para “activar los mecanismos necesarios para garantizar el derecho a la democracia”, de la mano con una denuncia ante la Corte Penal Internacional de los rectores del Consejo Nacional Electoral y los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Esto sería acompañado de la designación de nuevos rectores y magistrados.
En el plano interno, votaron la “apertura de un proceso para determinar la situación constitucional del presidente Nicolás Maduro”, a la vez que la conformación de una comisión especial para restituir el orden constitucional. También acordaron realizar un llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a no obedecer medidas anticonstitucionales, y la convocatoria al pueblo a la defensa activa de la Carta Magna.
En síntesis: destituir y enjuiciar a tres poderes del Estado, incluido el presidente. Realizar un golpe de Estado para hacer frente a un supuesto golpe de Estado. Ilógica pura con una sentencia final: el cambio será dentro de pocos días.
Quien sigue la vida política venezolana puede tener opiniones a favor o en contra del chavismo, el actual gobierno y la revolución bolivariana como proyecto histórico. Lo que difícilmente pueda afirmar es que la dirigencia de la oposición haya sido en algún momento democrática. El actual presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup fue, por ejemplo, parte activa del Golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en abril del 2002. Hay videos en el que se lo puede ver huyendo de Miraflores ante el regreso del presidente. Así lo hizo también Julio Borges, primero en tomar la palabra en el Hemiciclo el domingo, y Capriles Radonsky.
Esta vez en el hemiciclo los diputados de la derecha apelaron a la más alta hipocresía, como suele hacer la derecha cuando busca acabar con procesos democráticos. Hablaron de defensa de la libertad, los derechos humanos, la Constitución -contra la cual se opuso durante su aprobación en 1999- y llamaron a retomar el espíritu de Simón Bolívar, a una “rebelión popular democrática”.
Anunciaron el intento de crimen, con respaldo internacional: Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, ya había declarado que la decisión del Consejo Nacional Electoral de suspender la recolección de firmas era “un punto de inflexión y de quiebre del sistema democrático”.
En este escenario la respuesta del chavismo no se hizo esperar. Centenares de personas se reunieron en las afueras de la Asamblea Nacional mientras se realizaba la sesión, con consciencia de estar viviendo la película en pleno desarrollo. Lo que le sucedió a Fernando Lugo en Paraguay y a Dilma Roussef en Brasil fue incorporado por miles en Venezuela. Bajo esas lecciones un grupo de chavistas tomó por unos minutos el Hemiciclo en una muestra de que nadie se quedará de brazos caídos a la espera del Golpe.
No hay duda de que los días por venir van a ser una pulseada de calle, instituciones, actores internacionales, legalidades y legitimidades. La derecha quiere su golpe de Estado y un anuncio como el de Capriles de ir hasta el Palacio de Miraflores no debe ser tomado a la liviana. Su último llamado a descargar el odio terminó con once personas asesinadas en 2014. Su base social ha sido formada por años de odios clasistas, racistas, y pide -sólo hay que seguir las redes- violencia. Tiene fuego entre las manos, un fuego que por lo general se escapa por las ciudades dejando muertos.
No se sabe en este contexto que hará el gobierno norteamericano. Es un actor decisivo -el principal- que está en su propio laberinto presidencial que tendrá elecciones el 8 de noviembre. ¿Podrá la derecha avanzar sin una intervención fuerte del imperio?
La agenda quedó planteada de la siguiente manera: el día martes el chavismo hará una demostración de fuerzas callejeras -la tiene, no hay dudas- y el miércoles la derecha hará su intento insurreccional. Mientras, la Asamblea Nacional seguirá dando los pasos del golpe de Estado, llevando al choque de poderes con impredecible resolución. La dirección del gobierno nacional, del Partido Socialista Unido de Venezuela, los principales movimientos populares y cantidades de colectivos, saldrán a dar la batalla. Ha costado mucha vida conseguir esta asediada libertad -imperfecta y frágil como toda libertad.

Y si algo sabe hacer el chavismo es pelear.
Hasta el último round.

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