Los
analistas se cansaron de buscar –hasta debajo de piedras– partidos enraizados
en la sociedad, con vínculos con sectores organizados, con capacidad de
movilización e ideología. Parecía un trabajo de paleontología política, a la
caza de especies que se creyesen extintas pero que en realidad hubiesen
sobrevivido al meteorito del neoliberalismo y al colapso del sistema de
partidos.
Patria Roja
(PR) fue el partido que nunca se fue. Comprendió la política no solo como una
labor de cuadros, sino también de activistas. Sus militantes construyeron un
partido de disciplina doctrinaria y eligieron claramente sus ámbitos de acción:
el magisterio (que dominó los últimos cuarenta años), el movimiento estudiantil
(sobre todo en universidades estatales) y las rondas campesinas
(particularmente en el norte del país). Precisamente aquellos espacios de
acción donde históricamente emergieron radicalismos movilizados, sectores que,
dados los desbarajustes de un modelo de crecimiento sin redistribución
eficiente, cobran relevancia.
Juzgue usted
si Alberto Moreno es un visionario o simplemente tuvo suerte. PR, desde los
ochenta, nunca abandonó su trabajo con organizaciones de ronderos en Cajamarca.
Mientras la izquierda se refugió en ONG y el Apra se volvió cada vez menos
nacional, PR permaneció con la lógica del trabajo de bases. Y cuando parecía
improbable la revitalización de los partidos formados en la vieja escuela, el
modelo de extracción minera modificó las relaciones económicas y sociales en
dicha región, generando desplazamiento e insatisfacción sociales que el viejo
saurio comunista capitalizó. No hay radicalismo político sin malestar y en
Cajamarca de esto último hay mucho.
PR es lo más
organizado en el país "donde no hay nada organizado" (Cotler dixit).
Para sorpresa de los que creen que "el único partido en el Perú es el
Apra", presenciamos el crecimiento de Gregorio Santos con un liderazgo
formado bajo los cánones partidarios, que goza de legitimidad social (ha sido
rondero y dirigente del magisterio) y electoral (participó en cuatro
elecciones, ganó la presidencia regional), que busca responder a las demandas
de sus representados poniéndose a la derecha (aunque usted no lo crea) de
posiciones extremas y antipolíticas (SL y MRTA 'reloaded') sin
"traicionar" la agenda por la que fue elegido. Santos no me parece un
radical fundamentalista (usted no quisiera conocer a los de esta especie), sino
un político ambicioso (como todos), leal a su ideología, que responde a sus
electores movilizados y cada vez más indignados con el Gobierno Central (súmele
los cinco muertos que llevan los conflictos sociales en esta región).
¿Es Santos el nuevo Horacio Zevallos? ¿Resulta comparable con ese
dirigente sindical que encabezó los paros nacionales de finales del gobierno
militar y apostó a la política electoral? PR se revitaliza desde abajo pero
aisladamente. Como organización nacional es débil, pero sobre todo no resuelve
sus propios conflictos entre las viejas dirigencias y sus recambios. Santos ha
dado importantes pasos, pero aún no gana la ascendencia en este viejo partido
de cuadros. Para ser el candidato de la izquierda el 2016, tiene que serlo
primero de PR. Esa es su otra batalla.
Publicado en El Comercio, 21 de Agosto del 2012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario