“EL DIALOGO ES EL CAMINO” (2da parte)
Por: Rolando Breña
Anuncia su llegada a la
Convención, Cusco, una “Comisión de Alto Nivel”, para dialogar con el
pueblo y su Comité de Lucha sobre las motivaciones que han originado el
levantamiento popular y las posibles soluciones.
Una Comisión que “baja” como
si fueran enviados del cielo para resolver los problemas terrenos. ¡Pero han
transcurrido ya 15 días del paro y van tres muertos! ¿Es que no pudieron
descender antes? ¿Incluso antes del inicio de la medida huelguística? ¿No
llegaron a su nube los clamores terrenales o vieron despectivamente o los
subestimaron? ¿Y la oficina del pomposo nombre de “Alto Comisionado”? Como
constatábamos ayer, será porque el descubrimiento del dialogo como “el camino”
recién se da ahora, “ahoritita” como se decía años en mi tierra.
Dijimos alguna vez que hay que
ser sabios para empezar una lucha, más sabios para conducirla y más sabios
todavía para terminarla. Podemos decir en semejanza, que hay que ser sabios
para empezar a dialogar, más sabios para continuarlo en condiciones plausibles,
y más sabios aún para encontrar salidas o soluciones.
Pero la experiencia nos indica
que somos más o menos brutos cuando se nos presenta un problema.
Lo sabio es dialogar antes que
se convierta en conflicto y arrastre luego a medidas de lucha. Raramente un
problema surge, y menos se convierte en conflicto, de la noche a la mañana,
intempestivamente. Siempre son conocidos sus orígenes y su maduración; no los
tomamos en cuenta, por soberbia o por desidia o “porque ya pasará”, y nos
acostumbramos, o nos gusta lidiar luego de su estallido. Acudimos
desesperadamente a sofocarlos como sea, poniendo el primer lugar la fuerza o
“el imperio de la ley”, es decir, con la policía. Y cuando las cosas se escapan
o parecen escaparse de control, cuando las movilizaciones se tornan masivas,
graves e indetenibles, cuando hay grave perturbación de la vida normal de las
gentes, heridos o muertos, aparecen las benditas “Comisiones de Alto Nivel”,
como dádiva gubernamental para amainar la tormenta y buscar salidas.
Siempre es así. Es que, como
dicen algunos de moda “no tenemos cultura del diálogo”. Menos el gobierno,
aunque tenga un “Alto Comisionado”.
Se constata también, que
cuando se inicia un proceso de diálogo, surgen deficiencias que lo entrampan o
lo hacen inviable o inútil.
- Aunque se llame de “Alto Nivel”, muchos van a
dialogar sin saber sus “asignaturas”, es decir, los problemas sobre los cuales
se va a conversar. Cómo pueden entender y entenderse. Por eso muchos acuerdos
son tan difusos e interpretables de distinta manera, y las “soluciones” no son
tales, convirtiéndose a la larga, en origen o reanudación de los conflictos, en
generar mayores desconfianzas y radicalizaciones. Piensan otros, que las
“Comisiones” son formadas así adrede, como una forma de “pasear” a los
dialogantes y llegar a resultados que nada resuelven. Y a veces, simplemente
para ganar tiempo y posibilitar el cansancio y el debilitamiento, no solo de
los protestantes sino del propio movimiento.
- La “Comisión de Alto Nivel”, requiere tener capacidad
de decisión inmediata, para encontrar formulas de solución y comprometerse con
ellas. Las más de las veces, los “Comisionados” son solo algo así como mesa de
partes, cuyos acuerdos, aun firmados, necesitan ser ratificados por organismos
superiores. Los documentos que “resuelven” las demandas son solo proyectos,
sugerencias, a pesar de haberse logrado intensas negociaciones, avances y
retrocesos, expectativa y esperanza. Y también más tarde, son otra fuente de
conflicto mayor.
- Los compromisos que se alcancen deben ser de
aplicación inmediata. Se trata de resolver los problemas no prolongarlos, o
ahogarlos en trámites burocráticos y administrativos, como es casi usual. Es
común la reanudación de los conflictos, de manera más aguda, ya no para firmar
“Actas de Compromiso”, sino para exigir su cumplimiento.
Hemos inaugurado en el Perú
tres fases en un conflicto:
1.-
Paro o Huelga, movilizaciones, violencia, represión.
2.-
Diálogo y “Acta de Solución”.
3.-
Paro o Huelga, movilizaciones, violencia, represión, para exigir el
cumplimiento del “Acta de Solución”.
Como se ve, hemos obviado el
que debiera ser el primero y el más importante: El dialogo anticipado al
estallido del conflicto.
Lo que sucede ahora en la
Convención, esa hermosa tierra (“Qué lindo es Quillamaba, Qué lindo su
amanecer…”, cantaba nuestro admirado trovador cusqueño “Pablucha” Venero), es
una demostración más de lo sinuosa, autoritaria y represiva forma de tratar a
las reclamaciones de los pueblos del Perú, muchas de las cuales han sido
reiteradas por promesas electorales o compromisos oficiales frente a la
población y sus autoridades.
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