Sobre crecimiento y desarrollo
Por: Rolando Breña
Posiblemente con el cambio de ministro en la
cartera de Economía y Finanzas, se discutirá si se continúa o no en el camino
seguido hasta hoy.
A nuestro entender, sobre ello no hay mucho o nada
que discutir. El rumbo económico está claramente fijado. Han pasado más de 3
años y las especulaciones, temores o esperanzas de cambio o de imposible
retorno a sus programas originales es un absurdo. El gobierno seguirá
moviéndose dentro de los esquemas y el modelo neoliberales; más aún, como nos
lo muestran las últimas medidas, buscan su profundización y su consolidación,
con los objetivos, como lo dijimos ya, de resistir en mejores condiciones la
crisis internacional y sus efectos internos, así como enfrentar la resistencia
y las demandas populares y, por cierto, desarticular cualquier alternativa
política que pueda poner en riesgo su hegemonía o, en todo caso, imposibilitar
cambios substanciales si alguna opción no neoliberal o antineoliberal pudiera
llegar a ser gobierno.
Por lo demás, el nuevo ministro, Alonso Segura, ha
sido pieza esencial en lo hecho hasta ahora, como jefe del gabinete de
Luis Castilla. En otras palabras, es más de lo mismo. Lo ha declarado ya el
nuevo ministro.
Precisamente, cuando afirmamos que el modelo se
profundiza y consolida, recogemos una afirmación importante de Jaime de Althaus
(“es el momento para un salto cualitativo”, El Comercio, 5 de setiembre de
2014): “El crecimiento sostenido no era un don automático de un modelo
económico incompleto que requería precisamente completarse abarcando las reglas
del trabajo, la tributación y el funcionamiento del Estado”.
Lo planteado por Althaus es un tema central, pone
en lisa cuestiones fundamentales para lo que puede venir en los años próximos.
Efectivamente, el crecimiento sostenido “no es un
don automático”. No lo es de ningún modelo, esquema o concepción económica. El
crecimiento puede ser logrado con cualquiera de ellos, depende de quiénes o qué
sectores ideológicos tengan el gobierno o el poder. Regímenes distintos y hasta
contrapuestos pueden alcanzar crecimiento. Aquí existe un modelo
neoliberal y hay crecimiento. Modelos distintos como el chino alcanzan
crecimiento espectacular o el boliviano que tiene los índices más altos en
América Latina. En Europa, mírese Grecia o España principalmente, el
neoliberalismo produjo la quiebra.
El problema de Althaus es que sólo habla de
crecimiento, jamás de desarrollo. Para sus concepciones, es suficiente, del
resto (lo social, lo educacional, la salud, la seguridad, etc.) que se ocupe el
mercado libremente y el que puede sobrevivirá, y el que no puede mala suerte.
El desarrollo, para nosotros, es componente vital y
no se puede obviar en un modelo económico. Pero tampoco cualquier desarrollo,
uno que tenga esencia sustentable no sólo en el tiempo (que parece la mayor
preocupación de Althaus), sino sustentable en armonía con el medio ambiente,
equitativo para cerrar odiosas brechas económicas y sociales; inclusivo no sólo
en términos socioeconómicos, también de identidad cultural, basado
principalmente en los talentos y la creatividad de nuestros habitantes y
nuestros propios recursos naturales, aprovechando las ventajas comparativas y
competitivas de las que disponemos, con utilización de moderna tecnología
incentivando la ciencia y la investigación.
Obviamente, este desarrollo no es compatible con el
Estado “subsidiario” neoliberal que impuso la llamada constitución fujimorista.
Requiere otro Estado, promotor y partícipe del desarrollo que no se limite al
“dejar hacer” o “dejar pasar” la dictadura del mercado libérrimo, sino
que en nombre de la sociedad a la que representa, lo regule y lo fiscalice. Es
decir, que el mercado no maneje al ser humano, más bien el ser humano al
mercado. Se requiere también, es lógico, un Estado más democrático, con
instituciones estables, representativas y legítimas, con poderes públicos
reconocidos y respetados, con un sistema de partidos institucionalizados y realmente
existentes. En suma, de una nueva institucionalidad política.
Althaus pide que el modelo se complete con reformas
laborales, tributarias, del Estado. Justamente este “completamiento” es lo que
nosotros denominamos profundización y consolidación neoliberal, el que pretende
hacerse irreversible, tanto en las esferas del gobierno y del poder, en las
políticas económicas y sociales y principalmente convertirse en la fuerza
ideológica y hegemónica en el pensamiento y en las formas de vida de la gente.
Y este es, a todas luces, el reto fundamental del
período. Se completa o no se completa el modelo en lenguaje de Althaus; o se
consolida y se hace irreversible en nuestro lenguaje. En términos más
concretos: “o continuismo neoliberal o cambio democrático y patriótico”. Esta
es la contradicción del período. Althaus y nosotros lo sabemos. De la solución
de esa contradicción depende el futuro, o mejor cómo será el futuro. Por eso
con mucha perspicacia Althaus afirma: “es el momento”. Efectivamente, es el
momento. O continuamos con la dictadura neoliberal o abrimos un nuevo curso al
país
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