miércoles, 17 de septiembre de 2014

Sobre crecimiento y desarrollo

Por: Rolando Breña


Posiblemente con el cambio de ministro en la cartera de Economía y Finanzas, se discutirá si se continúa o no en el camino seguido hasta hoy.
A nuestro entender, sobre ello no hay mucho o nada que discutir. El rumbo económico está claramente fijado. Han pasado más de 3 años y las especulaciones, temores o esperanzas de cambio o de imposible retorno a sus programas originales es un absurdo. El gobierno seguirá moviéndose dentro de los esquemas y el modelo neoliberales; más aún, como nos lo muestran las últimas medidas, buscan su profundización y su consolidación, con los objetivos, como lo dijimos ya, de resistir en mejores condiciones la crisis internacional y sus efectos internos, así como enfrentar la resistencia y las demandas populares y, por cierto, desarticular cualquier alternativa política que pueda poner en riesgo su hegemonía o, en todo caso, imposibilitar cambios substanciales si alguna opción no neoliberal o antineoliberal pudiera llegar a ser gobierno.
Por lo demás, el nuevo ministro, Alonso Segura, ha sido pieza esencial en lo hecho hasta ahora, como jefe del gabinete  de Luis Castilla. En otras palabras, es más de lo mismo. Lo ha declarado ya el nuevo ministro.
Precisamente, cuando afirmamos que el modelo se profundiza y consolida, recogemos una afirmación importante de Jaime de Althaus (“es el momento para un salto cualitativo”, El Comercio, 5 de setiembre de 2014): “El crecimiento sostenido no era un don automático de un modelo económico incompleto que requería precisamente completarse abarcando las reglas del trabajo, la tributación y el funcionamiento del Estado”.
Lo planteado por Althaus es un tema central, pone en lisa cuestiones fundamentales para lo que puede venir en los años próximos.
Efectivamente, el crecimiento sostenido “no es un don automático”. No lo es de ningún modelo, esquema o concepción económica. El crecimiento puede ser logrado con cualquiera de ellos, depende de quiénes o qué sectores ideológicos tengan el gobierno o el poder. Regímenes distintos y hasta contrapuestos pueden alcanzar crecimiento.  Aquí existe un modelo neoliberal y hay crecimiento. Modelos distintos como el chino alcanzan crecimiento espectacular o el boliviano que tiene los índices más altos en América Latina. En Europa, mírese Grecia o España principalmente, el neoliberalismo produjo la quiebra.
El problema de Althaus es que sólo habla de crecimiento, jamás de desarrollo. Para sus concepciones, es suficiente, del resto (lo social, lo educacional, la salud, la seguridad, etc.) que se ocupe el mercado libremente y el que puede sobrevivirá, y el que no puede mala suerte.
El desarrollo, para nosotros, es componente vital y no se puede obviar en un modelo económico. Pero tampoco cualquier desarrollo, uno que tenga esencia sustentable no sólo en el tiempo (que parece la mayor preocupación de Althaus), sino sustentable en armonía con el medio ambiente, equitativo para cerrar odiosas brechas económicas y sociales; inclusivo no sólo en términos socioeconómicos,  también de identidad cultural, basado principalmente en los talentos y la creatividad de nuestros habitantes y nuestros propios recursos naturales, aprovechando las ventajas comparativas y competitivas de las que disponemos, con utilización de moderna tecnología incentivando la ciencia y la investigación.
Obviamente, este desarrollo no es compatible con el Estado “subsidiario” neoliberal que impuso la llamada constitución fujimorista. Requiere otro Estado, promotor y partícipe del desarrollo que no se limite al “dejar hacer” o “dejar pasar”  la dictadura del mercado libérrimo, sino que en nombre de la sociedad a la que representa, lo regule y lo fiscalice. Es decir, que el mercado no maneje al ser humano, más bien el ser humano al mercado. Se requiere también, es lógico, un Estado más democrático, con instituciones estables, representativas y legítimas, con poderes públicos reconocidos y respetados, con un sistema de partidos institucionalizados y realmente existentes. En suma, de una nueva institucionalidad política.
Althaus pide que el modelo se complete con reformas laborales, tributarias, del Estado. Justamente este “completamiento” es lo que nosotros denominamos profundización y consolidación neoliberal, el que pretende hacerse irreversible, tanto en las esferas del gobierno y del poder, en las políticas económicas y sociales y principalmente convertirse en la fuerza ideológica y hegemónica en el pensamiento y en las formas de vida de la gente.

Y este es, a todas luces, el reto fundamental del período. Se completa o no se completa el modelo en lenguaje de Althaus; o se consolida y se hace irreversible en nuestro lenguaje. En términos más concretos: “o continuismo neoliberal o cambio democrático y patriótico”. Esta es la contradicción del período. Althaus y nosotros lo sabemos. De la solución de esa contradicción depende el futuro, o mejor cómo será el futuro. Por eso con mucha perspicacia Althaus afirma: “es el momento”. Efectivamente, es el momento. O continuamos con la dictadura neoliberal o abrimos un nuevo curso al país

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