Mi madre, con los
antimineros
Raul Wiener.
Dice Miguel Santillana por ahí que la intención de voto para Goyo en
Cajamarca viene del campo (34.5%), de los analfabetos (50.4%), de los que solo
tienen primaria (32.5%), a partir de lo cual pasa a concluir “es decir su respaldo proviene de la ignorancia, el
miedo y las fobias”.
Así porque sí, campesino, analfabeto, estudios
primarios, equivalen a los instintos más bajos y reactivos. Aldo M, que seguro
está pensando lo mismo y que encaja tan bien en el tema de los electarados,
convierte el despecho de Santillana que creía que Goyo desaparecería con la
prisión y las oportunas acusaciones de la Contraloría, en una novela de horror.
Se vienen los antimineros, comunistas, chavistas y
excéntricos en una buena parte de las regiones y nosotros aquí en Lima mirándonos
el ombligo porque creemos que tenemos las elecciones ganadas. Casi como para
decir un Jua, Jua, Jua, de esos que le gustan al ahora columnista de la gran
concentración mediática.
Claro que si se hiciera la pretendida
interpretación sociológica (en realidad elitista y racista) de Santillana para
Lima, se concluiría que es en la gente de la periferia, donde todavía hay altos
índices de analfabetismo y de baja escolaridad, donde está el bolsón de votos
de Castañeda, que los tiene tan tranquilos. Y si estuvieran votando diferente,
sobreponiéndose al populismo de las escaleritas, y comprendiendo que la reforma
de la gran ciudad les favorece, nadie dude que Aldo ya los hubiera metido en su
paquete.
Pero por ahora hay una ruptura entre las tendencias
entre los pobres mayoritarios de Lima y de las provincias, que no tiene tanto
que ver con niveles educativos sino con la extensión de las miradas:
la de largo plazo en el interior rural, que aprecia el deterioro sostenido de
sus recursos naturales y sus fuentes de agua por la actividad extractiva a gran
escala; y de corto plazo, en la ciudad, donde están recién consolidando un
sistema de vida y prefieren servicios malos y baratos, que nuevos servicios a
precio justo.
Irritarse contra los pobres de las regiones y
pasmarse ante el milagro castañedista de querer dirigir la Metrópoli en base a
10 distritos en los que ha concentrado una oferta populista, que es también
preventiva (si no hacíamos escaleras, parques y hospitales ambulantes, hubiera
vuelto Abimael Guzmán), sólo puede hacerlo quién no tiene ninguna
identificación con la gente que quiere progresar y ser respetada en su
condición humana.
Pero peor que todo eso es la incomprensión
política. Porque no hay nada de sorprendente en que las regiones voten hacia la
izquierda, a veces por la extrema. ¿O acaso Humala no se basó en eso para
llegar a segunda vuelta el 2011?, ¿o no ha sido cierto que el rechazo a Conga
ha abarcado en muchas encuestas a la gran mayoría en Cajamarca?, ¿O creían que
sometiendo a Humala, bombardeando a Susana, encarcelando a Santos, se saldrían
con la suya?
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