lunes, 6 de octubre de 2014

CAJAMARCA DERROTÓ AL SEÑOR METAL
Por: Manuel Guerra
Como lo habíamos advertido, las elecciones regionales en Cajamarca han tenido un carácter plebiscitario: o se votaba a favor de la depredación medioambiental y el saqueo de los recursos naturales en beneficio de las grandes empresas transnacionales, o se optaba por el desarrollo sustentable que implica la protección medioambiental, la preservación de las fuentes de agua, la diversificación productiva para aprovechar el rico potencial que tiene la región, con el propósito de lograr el bienestar de la población. Quedó claro que el MAS encarnaba esta última opción y que, más allá de los matices, el resto de candidaturas al gobierno regional se alineaban con la primera y respondían a los intereses de la empresa Yanacocha.
La contundente victoria electoral del MAS es un claro mensaje de la población que está harta de la prepotencia con que operan las empresas mineras respaldadas por el poder político y el conjunto de la derecha cavernaria. Es una forma en que se ha expresado la resistencia cajamarquina que se remonta a la defensa del Quilish y que en los últimos años ha protagonizado heroicas jornadas en defensa de las lagunas amenazadas por el proyecto Conga. La votación representa también un respaldo a Gregorio Santos, cuya actitud de colocarse al frente de lucha cajamarquina contra el proyecto Conga, es altamente valorada por la población, para quien resulta claro que su detención es consecuencia de este hecho y no de un afán moralizador, como pretende el gobierno y la derecha retrógrada.
Los resultados asimismo reflejan el grado de madurez política alcanzado por el pueblo cajamarquino que, así como no se dejó intimidar por la cruenta represión del gobierno de turno, tampoco se dejó engañar por la sarta de mentiras y guerra sucia que pusieron en marcha los operadores de las mineras, ni menos permitió que su conciencia fuera comprada por la insultante campaña que gastó millones en asitencialismo, prebendas y chucherías pretendiendo doblegar la dignidad de los campesinos. Coraje y dignidad son las palabras que resumen la actitud con que los cajamarquinos han derrotado al Señor Metal en sus versiones de garrote y zanahoria.
Mención aparte merecen las rondas campesinas, que son la columna vertebral de la resistencia cajamarquina, y que desde el principio tuvieron claro cuál organización política representaba realmente los intereses del campesinado y las grande mayorías, otorgándole su generoso respaldo. Tanto Goyo, Porfirio Medina, como otros candidatos a consejeros regionales, alcaldes o concejales de las listas del MAS provienen de las filas de las rondas campesinas. La intervención de las rondas, asimismo, fue fundamental para contener los brotes de violencia que sospechosamente ocurrieron en días previos a la votación.
Este sentimiento de la población cajamarquina ha sido canalizado, organizado y orientado por el MAS, sus dirigentes y militantes, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que se desplegaron con sacrificio y entusiasmo a lo largo y ancho de la región. Enarbolando la consigna ¡Aquí manda el pueblo!, el MAS supo construir la victoria sintonizando con el humor de la gente, promoviendo liderazgos, asumiendo una correcta línea de masas, desarrollando alianzas a nivel de distrito y provincia, estudiando la estrategia del adversario, demostrando altas dosis de creatividad e iniciativa. Detenido Goyo, Porfirio Medina, candidato a vicepresidente, asumió el peso de la campaña, y lo hizo con mucha solvencia, recorriendo pueblo por pueblo, explicando de manera sencilla la propuesta programática del MAS, dando confianza a la población que la victoria era posible y que valía la pena apostar por la continuidad del MAS en el gobierno, con el compromiso de superar errores y hacer un ejercicio cualitativamente superior al primero. Los 13,000 personeros que defendieron el voto en las 13 provincias de la región, dan cuenta de le eficiencia con que se organizó la campaña, y que apoyarse en las masas es la manera más eficaz de hacer frente a los millones que derrochan los partidos de la derecha en los procesos electorales.
Los retos que se abren para el MAS en el presente son enormes. El pueblo le ha dado una nueva oportunidad y no puede defraudar a la confianza depositada. Tendrá que gobernar, además, en medio de un cerco implacable de la derecha cavernaria que hará todo lo posible por aislarlo y llevarlo al fracaso. A las leyes regresivas que afianzan el centralismo y despojan de atribuciones a los gobiernos regionales, se sumará el retaceo presupuestal, tal como ya viene ocurriendo en el presente. La derecha y el gobierno no permanecerán impasibles frente a la derrota que acaban de sufrir y debemos estar preparados para nuevas ofensivas de su parte.
Cajamarca se ha convertido en un símbolo nacional, ejemplo de la defensa medioambiental y resistencia frente al saqueo de los recursos, muestra de dignidad y consecuencia popular que no se doblega al poder de las clases dominantes. Que este sentimiento se extienda a otras regiones con la misma fuerza que en la región norteña, es una pesadilla que la derecha pretenderá conjurar a cualquier precio. Es recomendable que la izquierda y el progresismo examinen y sistematicen la experiencia cajamarquina, pues allí pueden estar las claves para superar su fragmentación y marginalidad política que los caracteriza actualmente.

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