PIÑERA: PROVOCADOR
Por: Rolando Breña
Evidentemente, el ex presidente de Chile Sebastián Piñera, ha tenido una
presencia provocadora en nuestro país. Aprovechando una reunión a la que fue
invitado por la Cámara de Comercio de Lima, denominada “Cumbre de Comercio
Exterior”, sin tino diplomático y con desafiante lenguaje afirmó
equivocadamente que la sentencia de La Haya dio la razón a Chile, al fallar que
el límite con nuestro país tiene como referencia el Hito N° 1. Es decir, que
el denominado “Triángulo terrestre” pertenecería al país sureño.
Al margen que la afirmación piñerista está años luz de la verdad, que la
tergiversa groseramente, ya La Haya, en el texto de su propia sentencia, deja
constancia categórica que estando zanjado ese problema por Tratados
Internacionales firmados entre ambos países, no se pronunciará; pues
reiteramos, es asunto resuelto.
Piñera es suficientemente inteligente y un político enterado para
desconocer esta realidad. Lo que sucede es que, siguiendo la tradición política
exterior chilena en todo los gobiernos, pretende imponer sus intereses por
encima de la razón, de la justicia, del derecho internacional y las
resoluciones de organismo supranacionales legítimos. Lamentablemente, ese ha
sido, es, la constante en sus relaciones con sus estados vecinos. Nada extraordinario
ni inusual es la actitud de Piñera. Sin embargo, si bien puede decir lo que sea
o declarar lo que quiera en Chile, no puede venir a nuestro País a restregarnos
en nuestra “cara pelada” tamaños dislates. Y nos sorprende que tales
declaraciones las diera en una emisora de prestigio y frente a periodistas
también de prestigio, que lo escucharon impávidos, como si nada pasara, ni
siquiera una pregunta cuestionadora o el sostén de las posiciones peruanas. Una
cosa ser corteses con los invitados, lo que no siempre es así cuando no son de
sus simpatías, y otra muy distinta dejar pasar sin en el más pequeño comentario
el desparpajo, la autosuficiencia ofensiva y provocadora que fue el tono que
utilizo Piñera. Nos parece por ello adecuada la respuesta del Gobierno Peruano
por su prontitud y su contenido y nos parece más acertada aún, la calificación
de “esquizofrenia” dada por el ex canciller y ex agente peruano en La Haya,
José García Belaunde respecto de las expresiones y la conducta del ex
mandatario chileno. Y pensar que ayer fue recibido con vivas y aplausos en la
sede de la Cámara de Comercio de Lima, teniendo como comparsa a un ex alto
oficial de nuestra Marina de Guerra, el hoy congresista Fujimorista Tubino.
En más de una ocasión escribimos que las relaciones con Chile nunca
fueron normales ni cordiales, ni lo serán en el futuro, si, como es notorio,
continúan alimentando las políticas chauvinistas y hegemonistas emparentadas
con las concepciones del “espacio vital” hitlerista, que vienen desde los tiempos
de Diego Portales, mezclados por desviaciones de “destino manifiesto” y
lamentables tendencias racistas y de complejo de superioridad impregnadas en la
mentalidad de sus clases dominantes y contagiadas al imaginario de la
población.
Al decir esto, solo mostramos lo que existe en la realidad. No nos anima
ningún espíritu contra la gente chilena, ni mucho menos. Los pueblos son los
que cargan con la mentalidad, las concepciones y los prejuicios de sus clases
dominantes. Nos hemos reunido y abrazado tantas veces con los movimientos
sociales y sindicales, con la izquierda y los comunistas chilenos pues nos
anima a todos la unidad, la confraternidad, un anhelo común de democracia y
justicia para nuestros pueblos.
Aprovechando estos sucesos, sería muy ilustrativo y de mucho provecho
para nosotros, repasar la enorme contribución que hiciera nuestro gran
estudioso y político patriota don Alfonso Benavides Correa, que llamó
acertadamente a nuestras relaciones con Chile: “una difícil vecindad”
Sebastián Piñera, no solo habló del “Triangulo terrestre”, también se
dedicó a pontificar sobre nuestros problemas internos y a darnos lecciones y
recetas para gobernarnos mejor. Posiblemente sus consejos no le fueron muy bien
a su propio gobierno, pues posibilitó el triunfo de su opositora Michelle
Bachelet. A eso, las abuelas lo llamaban: “Candil de la calle, oscuridad de la
casa”.
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