viernes, 31 de octubre de 2014

NO REELECCIÓN
Por: Rolando Breña

El congreso aprobó hace pocos días la norma que prohíbe la reelección de presidentes regionales, que en adelante  se llamarían gobernadores; y la de los alcaldes.  Con ello se quiere aparentar compromiso con la lucha  contra la corrupción y por la democracia.

No nos parece correcta la teoría que la reelección sea garantía suficiente para evitar  la inmoralidad y los delitos  en la administración de gobiernos sub nacionales y locales.   Demasiadas experiencias existen para demostrar lo contrario. Basta un periodo,  y menos aún muchas veces, para que pueda surgir la corrupción o los malos manejos. El problema central no es el tiempo, sino la formación ética y moral, la madurez y al responsabilidad, la existencia de normas adecuadas y su estricto cumplimiento que abarca no solo a los individuos, también a los colectivos políticos, a las autoridades de control, los organismos jurisdiccionales, al estado  y la conducta  vigilante, escrutadora, fiscalizadora, de la ciudadanía y sus entidades representativas. Si la no reelección por si sola fuera un instrumento suficiente, ella, estaría ausente en todos los países del mundo, con más razón en las llamadas sociedades desarrolladas. En el mundo capitalista y paradigmas de la democracia ella existe, Estados  Unidos en América y Francia en Europa, por ejemplo. Además, si una administración gubernamental demuestra capacidad, honestidad,  comportamiento democrático, avanza en la solución de los problemas y nos encamina al desarrollo y a la justicia ¿Por qué privarnos de su continuidad? En nuestro país, donde es casi “bicho raro” un buen gobierno nacional, regional o municipal, no podemos darnos el lujo de desembarazarnos de el, por  no tener  la capacidad  de dotarnos de legislación, mecanismos o autoridades competentes para no propiciar y combatir la corrupción; más aún,  para prevenirla.
Tampoco  nos vengan con el cuento que la democracia  es alternancia. Ella es un elemento importante, pero no podemos convertirla en su esencia. Una sociedad  puede ser gobernada antidemocráticamente y con corrupción, aunque pueda cambiar sus autoridades en cada elección y en los plazos establecidos.   También existe suficiente historia al respecto. En el Perú,  los congresistas, casi siempre buscan legislar de acuerdo a las circunstancias inmediatas,  de acuerdo al humor  o estado de ánimo elementales  propios  o de la población.  Pretenden encontrar respuestas inmediatistas y  coyunturales  a problemas  de gravedad y de largo aliento.  Como hoy existe un clamor nacional sobre la corrupción y existen presidentes regionales investigados o procesados, nuestros congresistas se apresuran a pretender cortarlo con una medida inconducente, errada, coyunturalista, casi desesperada y de simple reacción.  Porque si de veras la no reelección y la alternancia  fueran las llaves maestras  para combatir con éxito la inmoralidad, la corrupción o el mal manejo, y fueran también los factores clave de una vida democrática, y de ello estuvieran realmente convencidos,  nuestros tan creídos y llamados congresistas lo primero que debieron haber hecho con su espíritu patriótico, moralizante y democrático es prohibir la reelección inmediata de los congresistas. ¿No dicen que el ejemplo empieza por casa?


No es que estemos proclamando tampoco las reelecciones al infinito.  Lo que debiera permitirse es una sola reelección inmediata,  por un lado;  y por el otro,  formular leyes, reglamentos, mecanismos e instrumentos idóneos  y suficientemente drásticos  para evitar la posibilidad del uso indebido del poder regional y local por los candidatos reeleccionistas;  y,  que las autoridades y organismos de control y jurisdiccionales  sean proclives solo a la ley y a los principios morales, lejos  de las tentaciones del poder.

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