NO REELECCIÓN
Por: Rolando Breña
El congreso aprobó hace pocos días la norma que prohíbe la reelección de
presidentes regionales, que en adelante se llamarían gobernadores; y
la de los alcaldes. Con ello se quiere aparentar compromiso con
la lucha contra la corrupción y por la democracia.
No nos parece correcta la teoría que la reelección sea garantía
suficiente para evitar la inmoralidad y los delitos en la
administración de gobiernos sub nacionales y locales. Demasiadas
experiencias existen para demostrar lo contrario. Basta un periodo, y
menos aún muchas veces, para que pueda surgir la corrupción o los malos
manejos. El problema central no es el tiempo, sino la formación ética y moral,
la madurez y al responsabilidad, la existencia de normas adecuadas y su
estricto cumplimiento que abarca no solo a los individuos, también a los
colectivos políticos, a las autoridades de control, los organismos
jurisdiccionales, al estado y la conducta vigilante,
escrutadora, fiscalizadora, de la ciudadanía y sus entidades representativas.
Si la no reelección por si sola fuera un instrumento suficiente, ella, estaría
ausente en todos los países del mundo, con más razón en las llamadas sociedades
desarrolladas. En el mundo capitalista y paradigmas de la democracia ella
existe, Estados Unidos en América y Francia en Europa, por ejemplo.
Además, si una administración gubernamental demuestra capacidad,
honestidad, comportamiento democrático, avanza en la solución de los
problemas y nos encamina al desarrollo y a la justicia ¿Por qué privarnos
de su continuidad? En nuestro país, donde es casi “bicho raro” un buen gobierno
nacional, regional o municipal, no podemos darnos el lujo de desembarazarnos de
el, por no tener la capacidad de dotarnos de
legislación, mecanismos o autoridades competentes para no propiciar y combatir
la corrupción; más aún, para prevenirla.
Tampoco nos vengan con el cuento que la democracia es
alternancia. Ella es un elemento importante, pero no podemos convertirla en su
esencia. Una sociedad puede ser gobernada antidemocráticamente y con
corrupción, aunque pueda cambiar sus autoridades en cada elección y en los
plazos establecidos. También existe suficiente historia al
respecto. En el Perú, los congresistas, casi siempre buscan legislar
de acuerdo a las circunstancias inmediatas, de acuerdo al
humor o estado de ánimo elementales propios o
de la población. Pretenden encontrar respuestas inmediatistas
y coyunturales a problemas de gravedad y de
largo aliento. Como hoy existe un clamor nacional sobre la
corrupción y existen presidentes regionales investigados o procesados, nuestros
congresistas se apresuran a pretender cortarlo con una medida inconducente,
errada, coyunturalista, casi desesperada y de simple reacción. Porque
si de veras la no reelección y la alternancia fueran las llaves
maestras para combatir con éxito la inmoralidad, la corrupción o el
mal manejo, y fueran también los factores clave de una vida democrática, y de
ello estuvieran realmente convencidos, nuestros tan creídos y
llamados congresistas lo primero que debieron haber hecho con su espíritu
patriótico, moralizante y democrático es prohibir la reelección inmediata de
los congresistas. ¿No dicen que el ejemplo empieza por casa?
No es que estemos proclamando tampoco las
reelecciones al infinito. Lo que debiera permitirse es una sola
reelección inmediata, por un lado; y
por el otro, formular leyes, reglamentos, mecanismos e instrumentos
idóneos y suficientemente drásticos para evitar la
posibilidad del uso indebido del poder regional y local por los candidatos
reeleccionistas; y, que las autoridades y organismos de
control y jurisdiccionales sean proclives solo a la ley y a los
principios morales, lejos de las tentaciones del poder.
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