¿Táctica de
Provocación?
Por: Rolando Breña
Los últimos días
somos testigos de un ida y vuelta de ataques y gruesos adjetivos en torno a la
negativa de Ollanta Humala a comparecer ante la llamada “Comisión López
Meneses”. Hemos sostenido que no existe ninguna razón valedera y ninguna
dificultad constitucional o legal que amparen tal negativa. Al contrario, más
allá de las normas, que lamentablemente pueden ser objeto de todo tipo de
interpretación antojadiza, existe por lo menos un imperativo ético: todos los
ciudadanos que tengan conocimiento de actos o personas que puedan esclarecer
hechos delictivos, deben colaborar a su esclarecimiento; más aún, si su
conocimiento e información son de tal importancia que pueden decidir los
destinos de una investigación y las responsabilidades correspondientes. Y si
este ciudadano ocupa lugar importante en la administración pública, obviamente
ese imperativo ético adquiere dimensiones mayores. En este caso, cuando es el
ciudadano Presidente de la República quien posee, como parece, información
esencial y de primera mano en un problema que afectaría toda la
institucionalidad política, la responsabilidad de colaborar no puede estar
sujeta a discusión y menos a negativas.
El señor Humala
debería ser el primero en ofrecer su versión a la Comisión parlamentaria y al
país, sin necesidad de citaciones o notificaciones, ni echar mano de dudosos
constitucionalistas, abogados o la cerrada y mediocre defensa de sus ministros
y parlamentarios.
La actitud
presidencial y oficialista crea un clima de incertidumbre y duda, son
comprensibles, aunque quizá no siempre reales, las especulaciones sobre las
presuntas vinculaciones y responsabilidades de Palacio de Gobierno en la
protección oficial al domicilio-oficina de López Meneses, calificado como uno
de los brazos importantes de Fujimori y Montesinos.
La Primera Ministra
Ana Jara, en un intento de detener la abrumadora ola política y de opinión
pública que manifiesta su acuerdo con la concurrencia de Humala salió con “la
pata en alto”; en lugar de argumentar razones y explicar posiciones, lanzó
adjetivos a diestra y siniestra, en evidente atolondramiento, ofuscación, agresividad
y violencia.
Puede decirse que es
una actitud calculada de provocación para crear una miniguerra verbal mediática
que escondiera el fondo del asunto; “petit” psicosocial digno de las canteras
del fujimontesinismo. Y efectivamente así fue. Todos, o casi todos los
políticos metieron su cuchara. Especialmente los fujimoristas, a quienes dedicó
los dardos más afilados (“fujimorista no come fujimorista”, dijo en alusión a
la militancia del Presidente de la Comisión), y siempre son muy fáciles de
provocar, pues permanentemente andan a la defensiva y producen respuestas de
igual nivel, provocadoras y agresivas. Nos afirma en esta apreciación el
seguidismo inmediato del Ministro de Defensa Pedro Cateriano que se refirió a
Keiko Fujimori y “sus tíos carnales acusados de robo, de llevarse en maletas
los videos y supuestamente lingotes de oro”.
Sin lugar a dudas
tenía que haber una respuesta. O se buscaba una respuesta que, por lo menos
momentáneamente, desviara los reflectores dirigidos a Palacio de Gobierno. Kenji
Fujimori, cuyas participaciones orillan muchas veces la anécdota y el
sinsentido, sintetizó la indignación fujimorista tildando de “cobarde” al
Ministro Cateriano.
Entre tanto, el
principal investigado, Oscar López Meneses, luego de “mecer” a la Comisión
muy a su gusto y paciencia, compareció (es un decir) ante ella, los miró, los
saludó y se fue sin decir esta boca es mía. Pero la boca cerrada fue solamente
para los abochornados y abochornantes miembros de la Comisión Investigadora,
porque luego se despachó ante la prensa en su mejor estilo e inteligencia
desafiante. Es decir, se paseó, los paseó los abandonó. Julio Cesar expresó
luego de una fácil victoria: “vine, vi y vencí”. Bien pudo decir López Meneses:
“vine, vi y me fui”. No sabemos si completara su faena o faenón, como se dice
ahora, con la palabra vencí.
Podemos ensayar
algunas conclusiones provisionales:
1.- La Comisión
Parlamentaria está en la cuerda floja. No atinó a manejar adecuadamente sus
competencias y fue sobrepasada por los personajes y las circunstancias que
rodean su trabajo. Es verdad que poseen indicios reveladores importantes que
corren el peligro de quedarse a medio camino y quedar en la anécdota o en la
imposible comprobación y olvidarse luego. El Presidente ha anunciado que de
todas maneras habrá informe en noviembre. Esperemos que pueda darnos alguna
luz, saber qué se esconde o se pretende esconder tras los policías y los
vehículos que custodiaban el ya famoso inmueble.
2.- Aparentemente
existirían vinculaciones con Palacio de Gobierno en niveles desconocidos que se
pretenderían encubrir o negar.
3.- No existen trabas
constitucionales o legales que impidan que Humala asista una Comisión
Parlamentaria y colabore con una investigación.
4.- Ollanta Humala no irá a la
Comisión. La primera Ministra con todo su Gabinete y los parlamentarios
oficialistas serán los escuderos de esta decisió
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