lunes, 13 de octubre de 2014

Más sobre Cajamarca (1)
Por: Rolando Breña

Al pasar el tiempo, los puntos de vista respecto a las elecciones regionales en Cajamarca y el triunfo de MAS con la candidatura de Gregorio Santos, se reducen casi a uno solo: la prisión de Santos en plena campaña electoral, lo que habría provocado su victimización y, por tanto, su votación sería más una actitud de rechazo que una actitud consiente, de opción política o de identificación con una alternativa o programa de gobierno.
Nos parece que se insiste en simplificar exageradamente los resultados cajamarquinos, llevándolos a una explicación simplemente reactiva, instintiva y defensista. Probablemente lo que se pretende es escamotear deliberadamente reales motivaciones con el ánimo de esconder la profundidad y la importancia regional y nacional de estos resultados y achacarlo tan solo a un estado emocional aprovechado por los extremistas antimineros. Lo único que resaltan estas apreciaciones es el “peligro” que significan para la inversión minera y sus consecuencias nefastas por la paralización o la no concreción de proyectos y, en consecuencia, el enorme daño que se causa al crecimiento económico nacional, así como seguir manteniendo y agravando los índices de pobreza y extrema pobreza en la región.
Estas formas de ver los resultados se sintetizan en las afirmaciones, por un lado de Alfredo Torres: “el Poder Judicial es responsable de la elección de Gregorio Santos en Cajamarca. No resolver un proceso antes de las elecciones es victimizarlo”; y por otro lado, de Keiko Fujimori: “el voto de Gregorio Santos es un voto de solidaridad, le hicieron un favor deteniéndolo en plena campaña electoral”; añadiendo en claro juego electoral: “es contra el gobierno por las mentiras del candidato Humala y la indiferencia del presidente Humala”.
De acuerdo a estas declaraciones, hubiera bastado que el Poder Judicial, apretando todos sus plazos, incluso forzándolos, produjera una condena a Santos para evitar su elección. Argumento a todas luces endeble y disforzado. Recordemos que antes de su detención, las encuestan daban a Gregorio Santos una probable victoria en primera vuelta, y nada indica que una condena pudiera modificar tal tendencia. Al contrario, si una prisión preventiva lo “victimizaba,” entonces una condena, siguiendo la ruta de sus razonamientos, lo habría “victimizado” más fuertemente y aun sin ser candidato la lista del MAS se hubiera impuesto.
Podemos admitir que la prisión preventiva de Santos puede haberlo favorecido electoralmente al presentarlo como objeto de persecución y represión política. Los cajamarquinos lo vieron como una revancha, una venganza del gobierno a través del Poder Judicial, por haber liderado una región y una población contra un proyecto minero que se quiso imponer. Pero hacer de esto el factor fundamental y único del casi 50% de votos alcanzado por el MAS y Gregorio Santos es, por lo menos, una exageración y una arbitrariedad. Es el desconocimiento voluntario de las causas más profundas, que no les interesa reconocer pues pone en tela de juicio no solo políticas económicas o de inversión minera , sino concepciones más globales sobre crecimiento y desarrollo, medio ambiente, descentralización. Es más cómodo, consolador, hasta hipócrita y auto complaciente,  encontrar una fácil explicación en la "victimización" y la prédica "ultra". Por lo tanto, la solución sería  muy sencilla: terminar con el proceso judicial contra Santos al más breve plazo y condenarlo; por otro, terminar con los extremistas antimineros a como dé lugar y asunto resuelto. Lamentablemente, o felizmente, la cosa no es tan simple ni tan fácil. A ninguno de estos analistas o políticos se les ocurre, por ejemplo, referirse a la memoria colectiva del pueblo cajamarquino sobre las formas, métodos, conflictos que protagonizaron las inversiones mineras irresponsables cuyas consecuencias siguen vivas. Este solo hecho es mucho más real, fuerte, existente, motivador que cualquier otro.

Cajamarca votó en contra de lo que había visto y vivido durante muchos años. Contra la impotencia de no poder cambiar las reglas de juego, que no solamente no eran suyas sino estaban contra ella. Esta elección era la oportunidad para sacudirse de años de búsqueda y encontrar una posible puerta de salida a sus problemas y una puerta de entrada para alcanzar respuestas. No fue una votación como simple acto reflejo o protesta pura o cólera impulsiva, fue un acto consiente de su pasado, buscando el presente y el futuro. Hablar y argumentar la “victimización de Santos como factor clave, es desconocer la historia lejana y la historia cercana de Cajamarca y sus pueblos, es quitar valor a su actitud de resistencia, de organización, de lucha.

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