viernes, 23 de enero de 2015

DEL “PULPINAZO” AL MOVIMIENTO. LA INDIGNACIÓN JUVENIL POR LA LEY PULPÍN Y EL FUTURO POLÍTICO DE LA PROTESTA
Por: Luis Gárate
Mucho se dice en estos días en torno a la movilización juvenil, que va por su cuarta jornada nacional, en contra del régimen laboral juvenil oleado y sacramentado por el gobierno de Ollanta Humala.
El desgate político del gobierno por su persistencia en la también llamada “Ley Pulpín” es evidente, así lo revelan las últimas encuestas que le dan entre 60 hasta 70 por ciento de rechazo.
La ola de indignación y protesta han superado muchas expectativas –las de los grupos de izquierda por un lado- y sin duda también ha rebasado lo que este gobierno había considerado solo como un “grupo de revoltosos” en reacción a una ley que es parte de un paquete legislativo que busca flexibilizar mucho más el llamado “mercado” laboral, para una supuesta reactivación económica.
La diversidad de los actores
Desde la primera marcha se pudo ver la gran convocatoria pero también la diversidad de actores juveniles involucrados: universitarios de las principales casas de estudio, en especial las públicas, jóvenes estudiantes de institutos superiores y técnicos, trabajadores organizados en sindicatos y no organizados, jóvenes organizados en partidos y colectivos de izquierda, anarquistas, grupos artísticos como el Bloque Hip Hop, Sikuris, batucadas, de artes plásticas entre otros. No es de sorprenderse el encontrar a sectores oportunistas del aprismo (Renovar), al Movadef y otros sectores del neo-senderismo buscando algún protagonismo.
Las zonas
Como parte de esta protesta se ha gestado desde algunos grupos convocantes en Facebook y otras redes sociales una interesante forma de organización llamada “las zonas”, que desde la sectorización por las diversas áreas de Lima convoca a los jóvenes indignados a coordinaciones y a reuniones para establecer agendas de trabajo y lucha. Lo interesante de esta dinámica es que descentraliza las coordinaciones en el amplio territorio metropolitano, que se hacen de manera transversal y democrática. En las zonas están los jóvenes con mayor interés en la organización de la lucha, entre ellos también participan los militantes de los partidos y colectivos antes mencionados.
Movimiento, colectivos y partidos
Como hemos señalado si bien la mayoría de participantes en las movilización son jóvenes sin militancia política, destaca la presencia de los jóvenes de los sindicatos, los partidos y colectivos de izquierda.  Algunos de esos grupos, incluida la JotaCé- Patria Roja, buscan realizar coordinaciones y vocerías en el movimiento, como lo han hecho a través de la “Coordinadora 18D por Trabajo Digno”.
En ese espacio se han abierto algunos debates que no son de nuevo cuño sobre cuál es el rol de los partidos y la naturaleza “independiente” del movimiento. Hay algunos grupos, que inspirados por algunas tesis internacionales que ponen a los movimientos sociales por sobre la organización política buscan “despartidarizar” al movimiento. Se ven a sí mismos como parte de un supuesto poder popular “desde las bases”, desconociendo su propia naturaleza de organismos políticos. No reconocen la naturaleza del trabajo de frente único, en el que las diversas fuerzas hacen causa común de lucha sin perder su identidad y sus objetivos.
Nuestra organización por supuesto está presente en la lucha por principios. El Partido Comunista del Perú- Patria Roja y su Juventud Comunista por excelencia acompañan y se involucran en toda lucha a favor de los trabajadores y más aún en el sector juvenil. Participan en la lucha y buscan orientarla, y participan de cara abierta como organización política y a través de sus cuadros destacados a la organización universitaria y en otros frentes de acción. Para nosotros todo proceso de frente es de unidad y lucha, pues no solo se enfrenta a un adversario principal –el gobierno y la clase dominante- sino que siempre hay corrientes que buscan neutralizar la influencia de los partidos para construir su propia hegemonía.
¿Hacia dónde vamos?
Sin duda el rumbo de este movimiento aún es incierto. Hay nuevas jornadas convocadas, y el gobierno de Humala no da su brazo a torcer. Responde más bien con burdas movilizaciones de sus jóvenes asalariados y millonarias campañas publicitarias, que solo atizan la indignación del movimiento.
Hay algunos que quisieran ver en este movimiento el nacimiento de un “Podemos peruano”. Entendiendo la diferencia geográficas y de naturaleza de la crisis económica que nos separa de España, si en algo hay un paralelo a la oleada de indignación española es la diversidad de actores, la movilización de sectores de la clase media urbana y el uso intensivo de las redes sociales para las convocatorias y la publicidad de la lucha.

Lo cierto en todo esto es que hay importantes sectores juveniles que han despertado y del cuestionamiento a una ley a todas luces abusiva de derechos, se abre el cuestionamiento al rumbo del gobierno de Humala y al modelo económico y social del neoliberalismo. Dependerá de los liderazgos que se están formando en la lucha y del rol orientador de los partidos y colectivos el cauce y maduración del proceso, que podría agotarse en la derogatoria de la ley o en aportar una generación de cuadros que refresquen la política desde posiciones críticas al modelo hacia un proyecto progresista.

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