DEL
“PULPINAZO” AL MOVIMIENTO. LA INDIGNACIÓN JUVENIL POR LA LEY PULPÍN Y EL FUTURO
POLÍTICO DE LA PROTESTA
Por: Luis Gárate
Mucho
se dice en estos días en torno a la movilización juvenil, que va por su cuarta
jornada nacional, en contra del régimen laboral juvenil oleado y sacramentado
por el gobierno de Ollanta Humala.
El
desgate político del gobierno por su persistencia en la también llamada “Ley
Pulpín” es evidente, así lo revelan las últimas encuestas que le dan entre 60
hasta 70 por ciento de rechazo.
La
ola de indignación y protesta han superado muchas expectativas –las de los
grupos de izquierda por un lado- y sin duda también ha rebasado lo que este
gobierno había considerado solo como un “grupo de revoltosos” en reacción a una
ley que es parte de un paquete legislativo que busca flexibilizar mucho más el
llamado “mercado” laboral, para una supuesta reactivación económica.
La
diversidad de los actores
Desde
la primera marcha se pudo ver la gran convocatoria pero también la diversidad
de actores juveniles involucrados: universitarios de las principales casas de
estudio, en especial las públicas, jóvenes estudiantes de institutos superiores
y técnicos, trabajadores organizados en sindicatos y no organizados, jóvenes
organizados en partidos y colectivos de izquierda, anarquistas, grupos
artísticos como el Bloque Hip Hop, Sikuris, batucadas, de artes plásticas entre
otros. No es de sorprenderse el encontrar a sectores oportunistas del aprismo
(Renovar), al Movadef y otros sectores del neo-senderismo buscando algún
protagonismo.
Las
zonas
Como
parte de esta protesta se ha gestado desde algunos grupos convocantes en
Facebook y otras redes sociales una interesante forma de organización llamada
“las zonas”, que desde la sectorización por las diversas áreas de Lima convoca
a los jóvenes indignados a coordinaciones y a reuniones para establecer agendas
de trabajo y lucha. Lo interesante de esta dinámica es que descentraliza las
coordinaciones en el amplio territorio metropolitano, que se hacen de manera
transversal y democrática. En las zonas están los jóvenes con mayor interés en
la organización de la lucha, entre ellos también participan los militantes de
los partidos y colectivos antes mencionados.
Movimiento,
colectivos y partidos
Como
hemos señalado si bien la mayoría de participantes en las movilización son
jóvenes sin militancia política, destaca la presencia de los jóvenes de los
sindicatos, los partidos y colectivos de izquierda. Algunos de esos
grupos, incluida la JotaCé- Patria Roja, buscan realizar coordinaciones y
vocerías en el movimiento, como lo han hecho a través de la “Coordinadora 18D
por Trabajo Digno”.
En
ese espacio se han abierto algunos debates que no son de nuevo cuño sobre cuál
es el rol de los partidos y la naturaleza “independiente” del movimiento. Hay
algunos grupos, que inspirados por algunas tesis internacionales que ponen a
los movimientos sociales por sobre la organización política buscan
“despartidarizar” al movimiento. Se ven a sí mismos como parte de un supuesto
poder popular “desde las bases”, desconociendo su propia naturaleza de
organismos políticos. No reconocen la naturaleza del trabajo de frente único,
en el que las diversas fuerzas hacen causa común de lucha sin perder su
identidad y sus objetivos.
Nuestra
organización por supuesto está presente en la lucha por principios. El Partido
Comunista del Perú- Patria Roja y su Juventud Comunista por excelencia
acompañan y se involucran en toda lucha a favor de los trabajadores y más aún
en el sector juvenil. Participan en la lucha y buscan orientarla, y participan
de cara abierta como organización política y a través de sus cuadros destacados
a la organización universitaria y en otros frentes de acción. Para nosotros
todo proceso de frente es de unidad y lucha, pues no solo se enfrenta a un
adversario principal –el gobierno y la clase dominante- sino que siempre hay
corrientes que buscan neutralizar la influencia de los partidos para construir
su propia hegemonía.
¿Hacia
dónde vamos?
Sin
duda el rumbo de este movimiento aún es incierto. Hay nuevas jornadas
convocadas, y el gobierno de Humala no da su brazo a torcer. Responde más bien
con burdas movilizaciones de sus jóvenes asalariados y millonarias campañas
publicitarias, que solo atizan la indignación del movimiento.
Hay
algunos que quisieran ver en este movimiento el nacimiento de un “Podemos
peruano”. Entendiendo la diferencia geográficas y de naturaleza de la crisis
económica que nos separa de España, si en algo hay un paralelo a la oleada de
indignación española es la diversidad de actores, la movilización de sectores
de la clase media urbana y el uso intensivo de las redes sociales para las
convocatorias y la publicidad de la lucha.
Lo
cierto en todo esto es que hay importantes sectores juveniles que han
despertado y del cuestionamiento a una ley a todas luces abusiva de derechos,
se abre el cuestionamiento al rumbo del gobierno de Humala y al modelo económico
y social del neoliberalismo. Dependerá de los liderazgos que se están formando
en la lucha y del rol orientador de los partidos y colectivos el cauce y
maduración del proceso, que podría agotarse en la derogatoria de la ley o en
aportar una generación de cuadros que refresquen la política desde posiciones
críticas al modelo hacia un proyecto progresista.
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