HUMALA Y LA HAYA
Por: Rolando Breña
El Presidente Humala, al año de cumplirse la
sentencia emitida por la Corte Internacional de La Haya, que puso fin a la
controversia marítima entre el Perú y Chile, convocó a un evento de
conmemoración patriótica.
Bien lo han recordado periodistas y miembros del
equipo peruano encargado de defender nuestros intereses en la Corte, éste fue
un proceso diplomático y jurídico de alto nivel, por eso llama poderosamente la
atención que el acto realizado en la Plaza de Armas o Plaza Mayor, tuviera casi
exclusivamente las características de un evento castrense, en la que más que
Jefe de Estado el comportamiento de Humala fue la de un Jefe de Regimiento.
Tenemos la impresión que hasta hoy el Presidente de la República parece
entender que las labores de gobierno y la de Jefatura de Estado, son algo así
como una extensión de sus antiguas funciones militares. No debe ser fácil,
ciertamente, superar los estilos, formas, lenguaje, usos y costumbres
militares. No se pide que los olvide, no sería real ni necesariamente bueno,
pero debe darse paso a las normas, formas y responsabilidades de gobernante
estatal, que están más allá, mucho más allá de algún Comandante de nuestro
Ejército.
Además, darle al aniversario de la Sentencia de La
Haya, carácter militar, es estrechar hasta la exageración sus alcances y lanzar
un mensaje confuso e incierto a la comunidad nacional e internacional.
Yendo más allá de las formas, estamos convencidos
que dar al Fallo de la Corte la naturaleza casi de un símbolo nacional, una
victoria aplastante y un reconocimiento absoluto y total de los derechos del
Perú, es una evidente desinformación, una distorsión y una exageración. Expresó
que es “uno de los legados más trascendentes que los peruanos de este tiempo
entregamos a las generaciones futuras”.
Pero sucede que este “legado trascendente”, aunque
el canciller y todo el oficialismo digan que se cumplió “con una celeridad
notable” y hubo “una ejecución muy rápida” no es así. Recordemos que aún quedan
problemas por resolver, precisamente por las actitudes del gobierno chileno
aunque haya declarado que “lo acatamos como corresponde a un país respetuoso al
derecho”. Allí están los conflictos con el llamado “Triángulo Terrestre” que
Chile, a pesar de la sentencia, no reconoce como perteneciente al Perú y ha
tenido, no lo olvidemos, conductas provocativas al respecto.
Los agentes peruanos que actuaron en La Haya,
reconocen explícitamente que hay temas pendientes. Así lo expresa el ex
canciller Eduardo Ferrero. Por su lado José García Belaúnde, también ex
canciller y ex agente peruano, declara su esperanza que Chile pueda reconocer
la posición peruana. Quedan pues, aún problemas no resueltos.
Por otro lado, es preciso que se aclare que no es
verdad que alcanzáramos una victoria inobjetable. El propio Ollanta Humala en
la ceremonia que comentamos, reconoce que la Sentencia de La Haya solo alcanza
a reconocer el 75% de nuestro reclamo. Es mejor hablar de una victoria parcial
importante, pues como es inobjetable, dejamos de recuperar el 25% de nuestro territorio.
Precisamente esa pérdida o no recuperación
territorial, ha ocasionado perjuicio importante a sectores de población
tacneña, que se ve ahora imposibilitada de continuar con las faenas de pesca
que fueron siempre su principal y única fuente de trabajo y de subsistencia.
Este “legado trascendente” ha dejado en la
desocupación y la miseria familias que vivían de los frutos del mar que ahora
cosecha Chile.
Quizás por ello es que la celebración de este
primer aniversario de la sentencia, no concitó la atención ni la participación
de los tacneños. Más al contrario, hubo reclamos y protestas, así como
denuncias al incumplimiento de compromisos adquiridos por el gobierno de ayuda
para superar los problemas que son secuela de la aplicación de la sentencia.
Ollanta Humala anunció en su intervención el envío
al Congreso Nacional de un Proyecto de Ley para declarar el 27 de enero,
aniversario de la Sentencia, “Día de la Soberanía Marítima”. ¿Realmente este
Fallo amerita el establecimiento de una fecha de esta magnitud dentro del
Calendario Cívico Nacional? Nos parece una apreciación y una decisión
superlativas. No puede objetarse que ese aniversario se inscriba en el
Calendario Cívico, que sea necesario recordarlo, entenderlo en todos sus
contenidos positivos y negativos en sus alcances y limitaciones. Pero
engañarnos a nosotros mismos, enviar a las generaciones futuras tal mensaje
distorsionador de una presunta victoria absoluta y sin atenuantes, casi
humillante de Chile, no sólo es ajena a la verdad sino elemento artificioso y
perturbador, peligroso para nuestra conciencia cívica y nacional.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario