DEROGATORIA Y RENUNCIA
Por: Rolando Breña
Es indudable que la suerte está echada. La
Legislatura Extraordinaria convocada por Ollanta Humala, en tácito
reconocimiento a la derrota oficialista en las calles y en el Congreso, así nos
lo indican. No solo los contenidos de la ley sobre el nuevo régimen laboral
juvenil como su aspecto principal, ocasionaron la razonable oposición y
movilización de los jóvenes y ahora de la mayoría de la población, como lo
indica las encuestas, sino también su manejo absolutamente autoritario, torpe,
desconocedor de las propias instancias y mecanismos que tenían la obligación de
observar, y, esencialmente, el menosprecio de la opinión de los jóvenes.
La derogatoria debe ser el reconocimiento al
elemento fundamental de toda democracia o todo estado y gobierno que se precien
de democráticos: la voz de la ciudadanía, la opinión y el sentir de la
población, en el caso presente, de los jóvenes del Perú.
Además, es una reiteración de algo que siempre se
olvida, se menosprecia, se reprime o se pretende imposibilitar: el derecho a la
protesta, a la movilización, a la lucha, a insurgir espontánea u
organizadamente cuando se trata de defender, reivindicar o conquistar derechos.
Sin embargo, la derogatoria como victoria central
no es suficiente en este contexto. Debe acarrear, además, la renuncia de los
creadores, los sumisos instrumentadores y los cómplices por inercia de este
entuerto. Es evidente que la primera Ministra no da más, y nunca estuvo en
realidad a la altura de las exigencias del cargo como dócil instrumento de Palacio
de Gobierno y con ella, como es natural, todo el Gabinete. Pero es bueno
recordar al principal responsable de esta ley y de esta crisis gubernamental y
de la protesta juvenil: el Ministro de Economía Alonso Segura, también al
Ministro Freddy Otárola que olvidó que su Cartera era la de Trabajo. Ni hablar
del Ministro del Interior que no requiere mayores razones, entre otros.
Esta columna se escribe antes de la votación en el
Congreso sobre el destino de la llamada “Ley Pulpín”, y tenemos la seguridad de
su derogatoria, sino fuera así, quizá ya no sería tan importante, los jóvenes
han manifestado que no renunciaran a la lucha con el presumible apoyo cada vez
más fuerte y abierto de la población, las organizaciones sociales y políticas
opositoras al régimen laboral juvenil. Y a la larga, aun continuara vigente,
posiblemente su aplicación sería impracticable y traería como consecuencia la
ampliación de la derrota del gobierno, de la exacerbación de la protesta y la
movilización y, como es fácilmente previsible, la agudización de la
inestabilidad y la precariedad del gobierno.
TERNA – JOVENES Y ¿RIPLEY?
El Ministro del Interior al presentar hace algunas
semanas al grupo policial TERNA, dijo de primera intención que era un grupo de
elite, altamente preparado y entrenado, añadiendo orgulloso que la delincuencia
“tiembla cuando oye hablar de TERNA”. Sin embargo cuando las investigaciones
mostraron que sus afirmaciones eran jactanciosas y tremendistas, una pura
fantasía y una tomadura de pelo a las exigencias de la ciudadanía sobre la
inseguridad, cuando se demostró que estaba constituida por jóvenes adolescentes
que no habían culminado sus estudios policiales ni su preparación, el Ministro
con sus socorrida fanfarronería y locuacidad se vio obligado a reconocer que
estos jovencísimos policías se dedicarían solo a delitos menores: bolsos,
carteras, celulares. Hay dos capítulos posteriores.
El primero es la utilización del grupo TERNA para
vigilar, infiltrar y reprimir a los jóvenes movilizados contra la legislación
laboral juvenil. Es decir, jóvenes policías enviados a reprimir a jóvenes
manifestantes. Se distorsionaron groseramente sus objetivos y funciones contra
otros jóvenes que defienden sus derechos y sus esperanzas.
El segundo capítulo puede ser hasta humorístico,
pero es lamentable y nos dice hasta donde llega la “criollada”, el
incumplimiento por la violación de la ley. Resulta que, según denuncia un
congresista, los integrantes del Escuadrón VERDE y del Grupo TERNA robaban
agua, electricidad e internet. Sí, aunque resulte increíble. Según la denuncia
en las localidades donde funcionan ambas organizaciones policiales en la región
de Piura instalaron conexiones clandestinas y éstas fueron puestas al
descubierto a raíz de las inspecciones respectivas, hecho además reiterativo
según el denunciante y peor aún “pese a contar con los recursos económicos”.
Éstas “Irregularidades” se encuentran principalmente en las localidades de
Máncora y Castilla. Para no creerlo.
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