miércoles, 28 de enero de 2015

DERROTA-AISLAMIENTO-DESBANDE
    Por: Rolando Breña

 1.     Qué duda cabe, el gobierno ha sufrido una importante derrota política, que tendrá consecuencias en lo que queda de su mandato. Se podría decir que es su segunda gran derrota. La primera fue su grito y su decisión de “Conga Va”, que no pudo concretar a pesar de la utilización de todo el recurso represivo, legal y económico de los cuales echó mano. Son, ciertamente, problemas distintos, pero podríamos encontrar dos puntos comunes. Uno, el autoritarismo y la imposición propios de un manejo cuartelario, alejado y contradictorio de cualquier esquema democrático. Y otro, que la derrota fue originada por movimientos de masas, en la lucha y en la movilización. En un caso, el movimiento popular cajamarquino protagonizado principalmente por las rondas campesinas; en el otro, el movimiento organizado y liderado por los propios jóvenes.

2.     Sin embargo, la derrota gubernamental no está en la derogatoria de la llamada “Ley pulpin” en el Congreso. Ese hecho legal es solo el corolario obligado e ineludible, solo el reconocimiento de una derrota ya consumada en las calles por las masas juveniles. Justamente por ello, afirmamos en nuestra columna anterior, que en el caso improbable de su no derogatoria, esa norma seria una especie de “muerto viviente”, una disposición virtual  e inútil y de imposible aplicación. Más bien se hubiera convertido en una bandera y un acicate más para la organización, la combatividad  de la resistencia juvenil y acrecentado la solidaridad popular y reforzado la imagen y el talante autoritario y arbitrario del gobierno.


3.     Que haya alcanzado una impresionante votación la derogatoria no es consecuencia, necesariamente, de la toma de conciencia de las bancadas parlamentarias. Hay, evidentemente, sectores minoritarios identificados con la causa popular. La razón hay que buscarla en el propósito de no encontrarse descolocados enfrentando el movimiento de resistencia y, por lo tanto sufrir las consecuencias de las iras juveniles. Tanto más que cada cual se halla empeñado en sus cálculos y acomodos electorales hacia el 2016 y, por supuesto, el voto joven es determinante  y no sería rentable políticamente alejarse de él y menos confrontarlo.

4.     Una penosa constatación para el gobierno y el partido nacionalista, es que cada día se van quedando más aislados, solos y solitarios. Incluso solo la mitad de su bancada parlamentaria votó a favor de la posición oficialista. Hasta la Vice Presidenta de la República apretó el verde de la derogatoria. Pero su aislamiento no es solo político o parlamentario y ahora de masas. Hasta sus nuevos aliados empresariales, financieros, bancarios o inversionistas no movieron un dedo en su defensa, dejaron que la maltrecha nave gubernamental y las desorientadas huestes nacionalistas quedaran al garete entre los peligrosos arrecifes, escollos y oleaje furioso del encrespado mar de las grandes jornadas juveniles. Frente a la potencia del movimiento, posiblemente los recientes amigos del gobierno y el PNP habranse dicho que no es directamente su problema, repitiendo la frase cervantina: “con su pan que lo coman”. Total, pensarían “aunque el gobierno hace lo que queremos, no es de los nuestros, que se las apañe solo, ya pondremos uno nuestro el 2016”.


5.     Fue una votación nacionalista de desbande. El desbande no es de ahora, prácticamente el ave nacionalista empezó a desplumarse casi desde el día siguiente de su arribo al gobierno. Lo peor es que se despluma solo. Es que, hasta el cansancio reiterado, el PNP nunca fue, no es un partido político. Es un movimiento aluvional surgido en circunstancias particulares de la necesidad de cambio en la población; y como tal, arrastró todo tipo de representaciones, personajes, dirigentes, desde gentes honestas hasta todo tipo de vividores y oportunistas. Ahí están las consecuencias. Además su manejo político de conducción nunca fue institucional ni democrático. Es un manejo personal, familiar y de pareja que empieza a cobrar sus deudas con intereses y moras, hasta el desbande y la desintegración.

6.     ¿Por qué el Ministro-Congresista Freddy Otarola, se supone epicentro de la “Ley Pulpin” y, se supone también el más claro, convencido y eminente defensor de la Ley, no fue a votar?. ¿Cómo es que no fue a explicar, discutir, polemizar con los detractores de ley?. Misterio. ¿Temor?, ¿Falta de argumentos?, ¿El Ministro de Economía no le alcanzó la ayuda memoria?. Cosas del Orinoco, nadie sabe y yo tampoco


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