DERROTA-AISLAMIENTO-DESBANDE
Por: Rolando Breña
1. Qué duda cabe, el gobierno ha sufrido una
importante derrota política, que tendrá consecuencias en lo que queda de su
mandato. Se podría decir que es su segunda gran derrota. La primera fue su
grito y su decisión de “Conga Va”, que no pudo concretar a pesar de la
utilización de todo el recurso represivo, legal y económico de los cuales echó
mano. Son, ciertamente, problemas distintos, pero podríamos encontrar dos
puntos comunes. Uno, el autoritarismo y la imposición propios de un manejo
cuartelario, alejado y contradictorio de cualquier esquema democrático. Y otro,
que la derrota fue originada por movimientos de masas, en la lucha y en la
movilización. En un caso, el movimiento popular cajamarquino protagonizado
principalmente por las rondas campesinas; en el otro, el movimiento organizado
y liderado por los propios jóvenes.
2. Sin embargo, la derrota gubernamental no está en la
derogatoria de la llamada “Ley pulpin” en el Congreso. Ese hecho legal es solo
el corolario obligado e ineludible, solo el reconocimiento de una derrota ya
consumada en las calles por las masas juveniles. Justamente por ello, afirmamos
en nuestra columna anterior, que en el caso improbable de su no derogatoria,
esa norma seria una especie de “muerto viviente”, una disposición virtual
e inútil y de imposible aplicación. Más bien se hubiera convertido en una
bandera y un acicate más para la organización, la combatividad de la
resistencia juvenil y acrecentado la solidaridad popular y reforzado la imagen
y el talante autoritario y arbitrario del gobierno.
3. Que haya alcanzado una impresionante votación la
derogatoria no es consecuencia, necesariamente, de la toma de conciencia de las
bancadas parlamentarias. Hay, evidentemente, sectores minoritarios
identificados con la causa popular. La razón hay que buscarla en el propósito
de no encontrarse descolocados enfrentando el movimiento de resistencia y, por
lo tanto sufrir las consecuencias de las iras juveniles. Tanto más que cada
cual se halla empeñado en sus cálculos y acomodos electorales hacia el 2016 y,
por supuesto, el voto joven es determinante y no sería rentable
políticamente alejarse de él y menos confrontarlo.
4. Una penosa constatación para el gobierno y el
partido nacionalista, es que cada día se van quedando más aislados, solos y
solitarios. Incluso solo la mitad de su bancada parlamentaria votó a favor de
la posición oficialista. Hasta la Vice Presidenta de la República apretó el
verde de la derogatoria. Pero su aislamiento no es solo político o parlamentario
y ahora de masas. Hasta sus nuevos aliados empresariales, financieros,
bancarios o inversionistas no movieron un dedo en su defensa, dejaron que la
maltrecha nave gubernamental y las desorientadas huestes nacionalistas quedaran
al garete entre los peligrosos arrecifes, escollos y oleaje furioso del
encrespado mar de las grandes jornadas juveniles. Frente a la potencia del
movimiento, posiblemente los recientes amigos del gobierno y el PNP habranse
dicho que no es directamente su problema, repitiendo la frase cervantina: “con
su pan que lo coman”. Total, pensarían “aunque el gobierno hace lo que
queremos, no es de los nuestros, que se las apañe solo, ya pondremos uno
nuestro el 2016”.
5. Fue una votación nacionalista de desbande. El
desbande no es de ahora, prácticamente el ave nacionalista empezó a desplumarse
casi desde el día siguiente de su arribo al gobierno. Lo peor es que se
despluma solo. Es que, hasta el cansancio reiterado, el PNP nunca fue, no es un
partido político. Es un movimiento aluvional surgido en circunstancias
particulares de la necesidad de cambio en la población; y como tal, arrastró
todo tipo de representaciones, personajes, dirigentes, desde gentes honestas
hasta todo tipo de vividores y oportunistas. Ahí están las consecuencias.
Además su manejo político de conducción nunca fue institucional ni democrático.
Es un manejo personal, familiar y de pareja que empieza a cobrar sus deudas con
intereses y moras, hasta el desbande y la desintegración.
6. ¿Por qué el Ministro-Congresista Freddy Otarola, se
supone epicentro de la “Ley Pulpin” y, se supone también el más claro,
convencido y eminente defensor de la Ley, no fue a votar?. ¿Cómo es que no fue
a explicar, discutir, polemizar con los detractores de ley?. Misterio. ¿Temor?,
¿Falta de argumentos?, ¿El Ministro de Economía no le alcanzó la ayuda
memoria?. Cosas del Orinoco, nadie sabe y yo tampoco
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