Para su analices
Por Fredy León
Me ha llegado el
pronunciamiento emitido por el Comité Provincial de Lima del PC con respecto a
su posición frente a la actitud de la dirección del Partido de resucitar Únete.
Como punto de partida, el comunicado me parece bien. Creo que es una falta de
tino y un olímpico desconocimiento de la democracia partidaria, que la
dirección del Partido, previo a un congreso, pretenda seguir imponiendo una
política de alianzas que ha fracasado, cuando justamente ese es un tema que
tiene que ser discutido en el congreso del PC.
La política de alianzas tiene que ver
con varios temas. La principal: cómo construir una correlación de fuerzas
favorables al avance del movimiento revolucionario.
Lo primero que hay que definir es cuál
es el objetivo principal para el presente periodo.
Yo creo que el objetivo es luchar por
ser gobierno el 2021. Ello significa construir una nueva mayoría política y
social para ser gobierno y garantizar que se implementen las políticas de
cambio que favorezcan a las grandes mayorías.
Aquí tenemos que aprender a avanzar
con los dos pies: uno en la sociedad civil para fortalecer el movimiento
popular y pasar a la ofensiva en la lucha reivindicativa; y el otro, en el
movimiento político para ganar espacios de poder a nivel de la
institucionalidad burguesa.
Ambos espacios son importantes. No
tiene sentido estratégico si trabajamos solamente por fortalecer el movimiento
popular y no le damos un norte político definido. Así como tampoco tiene
sentido luchar por ser gobierno si no construimos la fuerza social que permita
garantizar la gobernabilidad del nuevo gobierno y avanzar en el proceso de
transformaciones.
A nivel de las izquierdas no existe
una fuerza política que por sí sola esté en capacidad de garantizar esos
objetivos. De ahí que la unidad del movimiento popular y político tiene un
profundo sentido estratégico. Es una unidad integral que busca construir una
nueva correlación de fuerzas a nivel de la sociedad, vertebrar la fuerza
política que nos permita derrotar electoralmente a la derecha y avanzar hacia
la conquista de nuestros objetivos estratégicos.
Ese es el nudo gordiano que tenemos
que desatar. La política de alianzas tiene que plantear con toda claridad cómo
terminar con esta etapa infértil de dispersión que viven las izquierdas y
entrar en un nuevo período de construcción de la unidad del pueblo peruano, si
es que realmente queremos ser gobierno el 2021.
Lo ideal sería juntar todo ese
espacio social y político de las izquierdas en un solo frente.
Existen condiciones objetivas para
avanzar en esa dirección.
Son más los temas que nos unen que
los que nos dividen. Compartimos el rechazo al modelo neoliberal; queremos una
nueva Constitución; planteamos modificar el patrón primario-exportador de la
economía; defendemos el medio ambiente; propugnamos el desarrollo de una
minería responsable; buscamos redistribuir de manera justa la renta nacional;
luchamos por ampliar los espacios democráticos y reconocer los derechos
ciudadanos: y somos fervientes partidarios de construir la unidad regional
fuera de la tutela del imperialismo yanqui.
La debilidad se encuentra a nivel de
la subjetividad política. No existe voluntad ni conciencia política para
atreverse a dar ese paso. Para justificar la división existen miles de
argumentos. Para oponerse a la unidad, solo una: nuestro sectarismo. Y el
sectarismo sigue siendo fuerte en las izquierdas.
Es cierto lo que señala el Comité
Provincial de Lima del PC, estamos ante un “contexto de acomodos y reacomodos”
de las izquierdas; y desde mi opinión, esta se expresa en la formación de dos
grandes polos de atracción que tienen en las figuras de Verónika y Santos sus
principales gestores, y que ojalá más adelante puedan converger en un solo
frente. Es posible que surja un tercer polo alrededor de la figura de Arana,
pero no creo que tenga mayor éxito. Los que queden fuera de esos polos serán
fuerzas residuales sin ninguna gravitación en la coyuntura política
El PC, en ese proceso de reacomodos
tendrá que dejar de ser un simple espectador y optar por uno de los polos. No
creo que como Partido tengan la fuerza ni los recursos materiales y humanos
para construir su propio proyecto, como ilusamente sueñan los que buscan
revivir Únete.
El proyecto que encabeza Santos es un
movimiento netamente electoral, con un fuerte componente caudillista, que tiene
un discurso excesivamente defensivo, dirigido principalmente a los sectores
marginales de la izquierda. El mayor capital político de este movimiento es la
figura de Santos, pero también es su límite. Santos es un combativo dirigente
popular que puede aportar mucho al desarrollo de la izquierda, pero como cabeza
de un movimiento político muestra muchas limitaciones y creo que difícilmente
podrá proyectarse como una alternativa real de gobierno. Optimistamente, su
máxima aspiración sería sobrevivir luego del 2021. Pero si Santos tiene un
espíritu de grandeza, puede jugar un rol importante contribuyendo a articular
la más amplia unidad de las izquierdas para tener una sola candidatura
presidencial en el 2021.
Si lo de Santos es un movimiento
marcadamente electoral, el frente que viene impulsando Verónika aparece más
interesado en construir un movimiento orgánico de izquierda y que pueda
trascender la coyuntura electoral. El espacio social ganado por Verónika tiene
mayor potencialidad política, suma distintos sectores sociales, refleja una
renovación de la política, permite darle una proyección estratégica a la acción
de la izquierda, y sumado al liderazgo ganado por Verónika, puede convertirse
en la principal fuerza orgánica gravitante de la izquierda, sobre la que se
construya esa nueva mayoría política y social que necesitamos para transformar
la patria.
Una política de alianzas que tome en
cuenta los verdaderos intereses del movimiento popular y que desde ahora asuma
con responsabilidad la lucha por ser gobierno el 2021, pasa necesariamente por
fortalecer ese espacio político que Verónika viene impulsando y trabajar de
manera coherente para ampliar los horizontes revolucionarios y crear una
correlación de fuerzas favorables al movimiento popular.
Mantenerse al margen de ese proceso
de construcción del Frente Amplio o seguir promoviendo la dispersión de
fuerzas, es hacerle un flaco favor al fujimontesinismo.
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