domingo, 20 de noviembre de 2016

Para su analices


Por Fredy León
 Me ha llegado el pronunciamiento emitido por el Comité Provincial de Lima del PC con respecto a su posición frente a la actitud de la dirección del Partido de resucitar Únete. Como punto de partida, el comunicado me parece bien. Creo que es una falta de tino y un olímpico desconocimiento de la democracia partidaria, que la dirección del Partido, previo a un congreso, pretenda seguir imponiendo una política de alianzas que ha fracasado, cuando justamente ese es un tema que tiene que ser discutido en el congreso del PC.
La política de alianzas tiene que ver con varios temas. La principal: cómo construir una correlación de fuerzas favorables al avance del movimiento revolucionario.
Lo primero que hay que definir es cuál es el objetivo principal para el presente periodo.
Yo creo que el objetivo es luchar por ser gobierno el 2021. Ello significa construir una nueva mayoría política y social para ser gobierno y garantizar que se implementen las políticas de cambio que favorezcan a las grandes mayorías.
Aquí tenemos que aprender a avanzar con los dos pies: uno en la sociedad civil para fortalecer el movimiento popular y pasar a la ofensiva en la lucha reivindicativa; y el otro, en el movimiento político para ganar espacios de poder a nivel de la institucionalidad burguesa.
Ambos espacios son importantes. No tiene sentido estratégico si trabajamos solamente por fortalecer el movimiento popular y no le damos un norte político definido. Así como tampoco tiene sentido luchar por ser gobierno si no construimos la fuerza social que permita garantizar la gobernabilidad del nuevo gobierno y avanzar en el proceso de transformaciones.
A nivel de las izquierdas no existe una fuerza política que por sí sola esté en capacidad de garantizar esos objetivos. De ahí que la unidad del movimiento popular y político tiene un profundo sentido estratégico. Es una unidad integral que busca construir una nueva correlación de fuerzas a nivel de la sociedad, vertebrar la fuerza política que nos permita derrotar electoralmente a la derecha y avanzar hacia la conquista de nuestros objetivos estratégicos.
Ese es el nudo gordiano que tenemos que desatar. La política de alianzas tiene que plantear con toda claridad cómo terminar con esta etapa infértil de dispersión que viven las izquierdas y entrar en un nuevo período de construcción de la unidad del pueblo peruano, si es que realmente queremos ser gobierno el 2021.
Lo ideal sería juntar todo ese espacio social y político de las izquierdas en un solo frente.
Existen condiciones objetivas para avanzar en esa dirección.
Son más los temas que nos unen que los que nos dividen. Compartimos el rechazo al modelo neoliberal; queremos una nueva Constitución; planteamos modificar el patrón primario-exportador de la economía; defendemos el medio ambiente; propugnamos el desarrollo de una minería responsable; buscamos redistribuir de manera justa la renta nacional; luchamos por ampliar los espacios democráticos y reconocer los derechos ciudadanos: y somos fervientes partidarios de construir la unidad regional fuera de la tutela del imperialismo yanqui.
La debilidad se encuentra a nivel de la subjetividad política. No existe voluntad ni conciencia política para atreverse a dar ese paso. Para justificar la división existen miles de argumentos. Para oponerse a la unidad, solo una: nuestro sectarismo. Y el sectarismo sigue siendo fuerte en las izquierdas.
Es cierto lo que señala el Comité Provincial de Lima del PC, estamos ante un “contexto de acomodos y reacomodos” de las izquierdas; y desde mi opinión, esta se expresa en la formación de dos grandes polos de atracción que tienen en las figuras de Verónika y Santos sus principales gestores, y que ojalá más adelante puedan converger en un solo frente. Es posible que surja un tercer polo alrededor de la figura de Arana, pero no creo que tenga mayor éxito. Los que queden fuera de esos polos serán fuerzas residuales sin ninguna gravitación en la coyuntura política
El PC, en ese proceso de reacomodos tendrá que dejar de ser un simple espectador y optar por uno de los polos. No creo que como Partido tengan la fuerza ni los recursos materiales y humanos para construir su propio proyecto, como ilusamente sueñan los que buscan revivir Únete.
El proyecto que encabeza Santos es un movimiento netamente electoral, con un fuerte componente caudillista, que tiene un discurso excesivamente defensivo, dirigido principalmente a los sectores marginales de la izquierda. El mayor capital político de este movimiento es la figura de Santos, pero también es su límite. Santos es un combativo dirigente popular que puede aportar mucho al desarrollo de la izquierda, pero como cabeza de un movimiento político muestra muchas limitaciones y creo que difícilmente podrá proyectarse como una alternativa real de gobierno. Optimistamente, su máxima aspiración sería sobrevivir luego del 2021. Pero si Santos tiene un espíritu de grandeza, puede jugar un rol importante contribuyendo a articular la más amplia unidad de las izquierdas para tener una sola candidatura presidencial en el 2021.
Si lo de Santos es un movimiento marcadamente electoral, el frente que viene impulsando Verónika aparece más interesado en construir un movimiento orgánico de izquierda y que pueda trascender la coyuntura electoral. El espacio social ganado por Verónika tiene mayor potencialidad política, suma distintos sectores sociales, refleja una renovación de la política, permite darle una proyección estratégica a la acción de la izquierda, y sumado al liderazgo ganado por Verónika, puede convertirse en la principal fuerza orgánica gravitante de la izquierda, sobre la que se construya esa nueva mayoría política y social que necesitamos para transformar la patria.
Una política de alianzas que tome en cuenta los verdaderos intereses del movimiento popular y que desde ahora asuma con responsabilidad la lucha por ser gobierno el 2021, pasa necesariamente por fortalecer ese espacio político que Verónika viene impulsando y trabajar de manera coherente para ampliar los horizontes revolucionarios y crear una correlación de fuerzas favorables al movimiento popular.

Mantenerse al margen de ese proceso de construcción del Frente Amplio o seguir promoviendo la dispersión de fuerzas, es hacerle un flaco favor al fujimontesinismo.

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