Las guerras de Urresti
Por: Rolando Breña
No es que, como afirma el
Ministro del Interior, haya una campaña en contra suya, no es más que evidente
que un personaje público importante, en cargo tremendamente expectante para la
población, esté expuesto permanentemente a escrutinio. Más aún su
desempeño mediático, actitudes y estilos, declaraciones bastantes particulares
e inusuales, lo ponen al centro de la noticia, de comentarios, de la crítica y
hasta de la ironía, sino de sarcasmo y la burla.
Lejos de nuestra intención
está el sarcasmo, el ataque o la crítica rabiosa, pero si el cuestionamiento y
la ironía cuando sean justificados y necesarios.
"ELLOS ME ATACAN Y YO LOS
ATACO". Afirmó refiriéndose a las críticas del diario "El
Comercio". Esta es una concepción realmente intolerante, agresiva, poco
democrática, hostil, con la prensa que cuestiona su actuar ministerial. Es una
forma de ver la relación prensa - gobierno desde una perspectiva de guerra, de
ataque y de defensa. Posiblemente su formación militar hecha para la
confrontación armada y la necesidad de repeler todos los ataques e ir a la
destrucción del enemigo, distorsiona su comportamiento como gobierno. Cree,
aparentemente, que sus diferencias con la prensa o con quienes lo hacen objeto
de crítica, son una acción de guerra, de ataques enemigos y, por tanto, tiene
que actuar conforme a las reglas de conflictos armados y aplastarlo.
No Señor Ministro, ni la
prensa ni quienes no compartimos sus enfoques (si los tiene) sobre seguridad
pública, reclamamos estrategias y tácticas, políticas definidas, no les hemos
declarado ninguna guerra armada. Hacemos uso de nuestros derechos democráticos
a manifestar abiertamente nuestras discrepancias, observaciones, o exigencias
en un problema que, como la seguridad, se ha convertido en la mayor
preocupación nacional inmediata. Y no se lance contra nosotros con todas su
artillería pesada, ni siquiera con fuego de fusilería ligera. Destine todos sus
esfuerzos a combatir a la criminalidad.
Pero también debemos tomas en
cuenta que puede contener ésta y otras frases y actitudes del Ministro,
distorsionen de la formas de entender la democracia, ejercicio de las
libertades y derechos constitucionales, entre ellos los de expresión, desde
cartabones autoritarios castrenses. Da la impresión que Urresti intenta
trasladar mecánica y absurdamente la vida cuartelaria y castrense a la vida
nacional. Se figura que el país es un inmenso cuartel y como tal, las reglas,
costumbres, lenguaje, jerarquías de la vida militar tienen vigencia y
aplicación en sociedad entera "sin dudas y murmuraciones".
A afirmar que si "ellos
me atacan y yo los ataco" en alusión a la prensa, puede resultar sumamente
peligroso más tarde, hoy mismo tal vez. Pues en cualquier momento sus ataques
pueden dejar de dirigirse a la prensa y ampliar "sus frentes de
guerras" hacia otros campos, e instituciones, organizaciones civiles. Si
alguna organización gremial o popular o empresarial o partido político, ose
cuestionar su andar ministerial ¿serán también objeto de sus ataques? ¿serán
blancos de sus guerras?
Algunas de estas cosas deberán
estar presente en nuestras preocupaciones sobre la vida política del país. No
por la presencia del ministro interior por sus formas de pensar y actuar, sino
en cómo van apareciendo notoriamente tendencias autoritarias y verticalistas
con tolerancia y simpatías en el propio gobierno y algunos otros sectores, que
buscando arrinconar al régimen, pretenden un manejo mucho más directo y sin
resistencias de la economía del país para salir mejor librado de los problemas
que se presentan.
Casi como una broma empezó
especularse sobre la candidatura presidencial de Daniel Urrestí. Muchas veces
la historia nos enseña que las cosas que surgen como bromas, pueden convertirse
en realidad para bien o para mal. Con más razón en países con una débil y
corrupta institucionalidad, con descomposición social y crisis políticas y de
valores. Quizá no sería descabellado especular que circunstancias políticas en
un momento determinado, donde parecen perderse los rumbos y los caminos, donde
el caos social y la incertidumbre presionan, personajes como el Ministro del
Interior pueden jugar papeles centrales. Tampoco es necesariamente un
despropósito pensar que ciertas fuerzas "cansadas de soportar" que el
movimiento popular impida o dificulte sus objetivos económicos y políticos
neoliberales, puedan recurrir a personajes similares para establecer su
"orden y su democracia".
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