martes, 2 de diciembre de 2014

Las guerras de Urresti
Por: Rolando Breña

No es que, como afirma el Ministro del Interior, haya una campaña en contra suya, no es más que evidente que un personaje público importante, en cargo tremendamente expectante para la población,  esté expuesto permanentemente a escrutinio. Más aún su desempeño mediático, actitudes y estilos, declaraciones bastantes particulares e inusuales, lo ponen al centro de la noticia, de comentarios, de la crítica y hasta de la ironía, sino de sarcasmo y la burla. 

Lejos de nuestra intención está el sarcasmo, el ataque o la crítica rabiosa, pero si el cuestionamiento y la ironía cuando sean justificados y necesarios. 

"ELLOS ME ATACAN Y YO LOS ATACO". Afirmó refiriéndose a las críticas del diario "El Comercio". Esta es una concepción realmente intolerante, agresiva, poco democrática, hostil, con la prensa que cuestiona su actuar ministerial. Es una forma de ver la relación prensa - gobierno desde una perspectiva de guerra, de ataque y de defensa. Posiblemente su formación militar hecha para la confrontación armada y la necesidad de repeler todos los ataques e ir a la destrucción del enemigo, distorsiona su comportamiento como gobierno. Cree, aparentemente, que sus diferencias con la prensa o con quienes lo hacen objeto de crítica, son una acción de guerra, de ataques enemigos y, por tanto, tiene que actuar conforme a las reglas de conflictos armados y aplastarlo. 

No Señor Ministro, ni la prensa ni quienes no compartimos sus enfoques (si los tiene) sobre seguridad pública, reclamamos estrategias y tácticas, políticas definidas, no les hemos declarado ninguna guerra armada. Hacemos uso de nuestros derechos democráticos a manifestar abiertamente nuestras discrepancias, observaciones, o exigencias en un problema que, como la seguridad, se ha convertido en la mayor preocupación nacional inmediata. Y no se lance contra nosotros con todas su artillería pesada, ni siquiera con fuego de fusilería ligera. Destine todos sus esfuerzos a combatir a la criminalidad. 

Pero también debemos tomas en cuenta que puede contener ésta y otras frases y actitudes del Ministro, distorsionen de la formas de entender la democracia, ejercicio de las libertades y derechos constitucionales, entre ellos los de expresión, desde cartabones autoritarios castrenses. Da la impresión que Urresti intenta trasladar mecánica y absurdamente la vida cuartelaria y castrense a la vida nacional. Se figura que el país es un inmenso cuartel y como tal, las reglas, costumbres, lenguaje, jerarquías de la vida militar tienen vigencia y aplicación en sociedad entera "sin dudas y murmuraciones".

A afirmar que si "ellos me atacan y yo los ataco" en alusión a la prensa, puede resultar sumamente peligroso más tarde, hoy mismo tal vez. Pues en cualquier momento sus ataques pueden dejar de dirigirse a la prensa y ampliar "sus frentes de guerras" hacia otros campos, e instituciones, organizaciones civiles. Si alguna organización gremial o popular o empresarial o partido político, ose cuestionar su andar ministerial ¿serán también objeto de sus ataques? ¿serán blancos de sus guerras?

Algunas de estas cosas deberán estar presente en nuestras preocupaciones sobre la vida política del país. No por la presencia del ministro interior por sus formas de pensar y actuar, sino en cómo van apareciendo notoriamente tendencias autoritarias y verticalistas con tolerancia y simpatías en el propio gobierno y algunos otros sectores, que buscando arrinconar al régimen, pretenden un manejo mucho más directo y sin resistencias de la economía del país para salir mejor librado de los problemas que se presentan. 

Casi como una broma empezó especularse sobre la candidatura presidencial de Daniel Urrestí. Muchas veces la historia nos enseña que las cosas que surgen como bromas, pueden convertirse en realidad para bien o para mal. Con más razón en países con una débil y corrupta institucionalidad, con descomposición social y crisis políticas y de valores. Quizá no sería descabellado especular que circunstancias políticas en un momento determinado, donde parecen perderse los rumbos y los caminos, donde el caos social y la incertidumbre presionan, personajes como el Ministro del Interior pueden jugar papeles centrales. Tampoco es necesariamente un despropósito pensar que ciertas fuerzas "cansadas de soportar" que el movimiento popular impida o dificulte sus objetivos económicos y políticos neoliberales, puedan recurrir a personajes similares para establecer su "orden y su democracia". 

En fin, como es de advertir, todo es aún pura especulación. Sin embargo, lo claro que las palabras, los gestos, las actitudes, formas y métodos del Ministro no son precisamente los que la vida democrática del país necesitan. No tomemos las cosas cómo se presentan en lo inmediato, veámoslo siempre en perspectiva, aunque algunas nos parezcan increíbles, inverosímiles. Cuántas veces nos dimos cuenta que las cosas cuando las tuvimos ya delante, sobre nuestras espaldas, cuando nos habían adelantado todas las jugadas, cuando nos habían atado las manos, cuando poco o nada quedaba por hacer. 

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