“RAPIDO Y FURIOSO”
Por: Rolando Breña
Cada día se hace más tensa y
cargada la atmósfera política del país, de la cual casi nadie escapa. Las
relaciones congresales- ministeriales-Palacio de Gobierno-Instituciones y
personajes del régimen de justicia- la prensa, prácticamente se han tornado coprolálicas;
así como se ha inaugurado una novísima forma de despido laboral por televisión,
teniendo como protagonistas al Ministro de Justicia por parte de la patronal y
a la ex procuradora Jenny Vilcatoma por la parte de los trabajadores.
El presidente de la República,
visiblemente acosado por incómodas preguntas del periodismo, ha declarado
enérgicamente y con evidente fastidio que “No me meto en dimes y
diretes”. Cosa que es plausible. Pues como Jefe de Estado y
personificación de la Nación, debería siempre guardar mesura, prudencia,
equilibrio, tratar de mantenerse por encima de los casi bajos fondos en
los que han caído muchos de los que ejercen la política y la
función pública.
Lamentablemente, una
cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. En efecto, el comandante -
Presidente, recordando posiblemente sus arrestos de joven militar
entrenado para la lucha, echó por la borda todas sus protestas contra los
chismes, los dimes y diretes y arremetió con todo su poder de fuego
contra todo aquel que osará cruzarse en su camino, y se confundió
voluntariosa y comedidamente en la danza de ataques, adjetivos,
descalificaciones al mejor estilo de nuestros “parlas” de parques y
avenidas; al mismo tiempo que defendía a los suyos con tal denuedo que parecía
que en todo ello se les fuera la vida. Cada mandoble presidencial, en
caso de usarse arma blanca, hubiera despertado admiración y hasta la envidia de
los tiempos de los mosqueteros.
En reacción que demuestra que
aparentemente aún tienen buenos reflejos para ciertas cosas, “rápido y furioso”
puso en la punta de su pica (en sus significados de piconería y de arma
antigua): a quienes demandan investigación en los problemas de Martín
Belaunde Lossio y que cada día amplia su abanico de comprometidos, les
espetó que “no tengo tiempo para meterme en tonterías”; en relación a las
posibilidades de implicancia nacionalista y gubernamental en las
investigaciones sobre López Meneses, llamó “mamarracho” a los integrantes de la
Comisión y su trabajo, acusándolos de “perder el tiempo
miserablemente”; al referirse a la ex procuradora Jenny Vilcatoma y sus
denuncias sobre presuntas presiones de Ministro Daniel Figallo para conceder a
Belaunde Lossio la calidad de “Colaborador eficaz”, le enrostró su
conducta dentro de los “figuretis” que “quieren hacer un poco de
pantalla, que quieren tener diez minutos de televisión”. Ya anteriormente
se había afirmado que lo que buscaban los ex procuradores Vilcatoma y Salas
era abrirse un espacio para sus ambiciones electorales.
Y todo eso aderezado
torpemente con sus permanentes y ya cansadas referencias a que su
tiempo es para el Perú y la solución de sus problemas y no “para tonterías”.
Pero aunque no quisiera reconocerlo, son esas “tonterías”: de corrupción, de
autoritarismo, de presiones a funcionarios de la Procuraduría, de
falta de liderazgo, de entrecruzamiento de intereses familiares y de
gobierno, de la diáspora de las fuerzas nacionalistas, de la crisis
económica y política, de las investigaciones que van cercando a “pasitos de
polca” a las más altas autoridades del partido gobernante y Palacio de
Gobierno, etc., las que van cercando su corral, sembrando desesperación,
confusión, metidas de pata, salidas “a la loca”, y no sabemos qué
más a la larga o a la corta, quién sabe.
Sin embargo, un observador más
acucioso podrá advertir que estos “dimes y diretes” no son otra cosa que la
muestra más ramplona, simple y directa, de la crisis institucional
que arrastra el país desde tiempo atrás y que no encuentra salida, a pesar que
desde la expectoración del fujimorismo se han sucedido varios gobiernos
“democráticos”. Es que la crisis de la institucionalidad no la debemos a la
dictadura fujimorista, ella cabalgó sobre esa bestia y ayudado por el terrorismo
senderista, pretendió darle salida neoliberal a ultranza, autoritaria,
dictatorial y corrupta, cuyas consecuencias y sus propias bases
ideológicas y económicas siguieron siendo empedradas por los sucesivos
gobiernos.
Justamente, por eso, siempre
van a resultar insuficientes e inútiles las respuestas que clama la oposición
parlamentaria: Comisiones investigadoras, interpelaciones, censuras,
cambios ministeriales, eso es simplemente continuar ahogándonos en
nuestra propia sangre, en este caso, en nuestras propias vergüenzas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario