miércoles, 17 de diciembre de 2014

“RAPIDO Y FURIOSO”
Por: Rolando Breña

Cada día se hace más tensa y cargada la atmósfera política del país, de la cual casi nadie escapa.  Las relaciones congresales- ministeriales-Palacio de Gobierno-Instituciones y personajes del régimen de justicia- la prensa, prácticamente se han tornado coprolálicas;  así como se ha inaugurado una novísima forma de despido laboral por televisión, teniendo como protagonistas al Ministro de Justicia por parte de la patronal y a la ex procuradora Jenny Vilcatoma  por la parte de los trabajadores.

El presidente de la República, visiblemente acosado por incómodas preguntas del periodismo,  ha declarado enérgicamente  y con evidente fastidio que “No me meto en dimes y diretes”.  Cosa que es plausible.  Pues como Jefe de Estado y personificación de la Nación, debería siempre guardar mesura, prudencia, equilibrio, tratar de mantenerse por encima  de los casi bajos fondos en los que han caído muchos  de los que ejercen la política  y la función pública.

Lamentablemente,  una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. En efecto,  el comandante - Presidente, recordando posiblemente sus  arrestos de joven militar entrenado para la lucha,  echó por la borda todas sus protestas contra los chismes, los dimes  y diretes y arremetió con todo su poder de fuego contra todo aquel que osará  cruzarse en su camino, y se confundió voluntariosa y comedidamente en la danza de ataques, adjetivos, descalificaciones al mejor estilo de nuestros  “parlas” de parques y avenidas; al mismo tiempo que defendía a los suyos con tal denuedo que parecía que en todo ello se les fuera la vida. Cada mandoble presidencial,  en caso de usarse arma blanca, hubiera despertado admiración y hasta la envidia de los tiempos de los mosqueteros.

En reacción que demuestra que aparentemente aún tienen buenos reflejos para ciertas cosas, “rápido y furioso” puso en la punta de su pica (en sus significados de piconería y de arma antigua): a quienes demandan investigación en los problemas  de Martín Belaunde Lossio y que cada día amplia su abanico de comprometidos,  les espetó que “no tengo tiempo para meterme en tonterías”; en relación a las posibilidades de implicancia  nacionalista y gubernamental en las investigaciones sobre López Meneses, llamó “mamarracho” a los integrantes de la Comisión  y su trabajo, acusándolos de  “perder el tiempo miserablemente”; al referirse a la ex procuradora Jenny Vilcatoma y sus denuncias sobre presuntas presiones de Ministro Daniel Figallo para conceder a Belaunde Lossio  la calidad de “Colaborador eficaz”,  le enrostró su conducta dentro de los  “figuretis” que “quieren hacer un poco de pantalla, que quieren tener diez minutos de televisión”.  Ya anteriormente se había afirmado que lo que buscaban los ex procuradores Vilcatoma y Salas era  abrirse un  espacio para sus ambiciones electorales.
Y todo eso aderezado torpemente con sus  permanentes  y ya cansadas referencias a que su tiempo es para el Perú y la solución de sus problemas y no “para tonterías”. Pero aunque no quisiera reconocerlo, son esas “tonterías”: de corrupción, de autoritarismo, de presiones a funcionarios de la Procuraduría,  de falta  de liderazgo, de entrecruzamiento de intereses familiares y de gobierno, de la diáspora de las fuerzas  nacionalistas, de la crisis económica y política, de las investigaciones que van cercando a “pasitos de polca” a las más altas autoridades del partido gobernante y Palacio de Gobierno, etc., las que van cercando su corral, sembrando desesperación, confusión, metidas de pata, salidas “a la loca”,  y no sabemos qué más  a la larga o a la corta,  quién sabe.
Sin embargo, un observador más acucioso podrá advertir que estos “dimes y diretes” no son otra cosa que la muestra más ramplona, simple  y directa, de la  crisis institucional que arrastra el país desde tiempo atrás y que no encuentra salida, a pesar que desde la expectoración del fujimorismo se han sucedido varios gobiernos  “democráticos”. Es que la crisis de la institucionalidad no la debemos a la dictadura fujimorista, ella cabalgó sobre esa bestia y ayudado por el terrorismo senderista, pretendió darle salida neoliberal a ultranza,  autoritaria, dictatorial y corrupta, cuyas consecuencias y sus  propias bases ideológicas y económicas siguieron siendo empedradas por los sucesivos gobiernos.

Justamente, por eso, siempre van a resultar insuficientes e inútiles las respuestas que clama la oposición parlamentaria: Comisiones investigadoras, interpelaciones, censuras,  cambios ministeriales, eso es simplemente  continuar ahogándonos en nuestra propia sangre, en este caso, en nuestras propias vergüenzas.


Mientras tanto, por nuestras narices pasan indetenibles las aguas turbulentas de todas las crisis (económica, social, política, ética y moral) y si nada hacemos distinto  a lo que hoy existe,  esas aguas nos podrán arrastrar a puertos no precisamente de ensueño. 

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