viernes, 26 de diciembre de 2014

Regalo de Navidad: Urresti debe irse
Por Rolando Breña

Posiblemente, aupado su ego o rudimentario hasta alturas que no sospecho nunca, consecuencia de su aparente popularidad en las encuestas, aunado a su precarísima formación y a sus lamentables arrestos autoritarios, el Ministro del Interior cree tener la autoridad de señalar los rumbos de comportamiento ciudadano a los peruanos, ordenar con sus criterios primitivos cómo debemos ejercer nuestros derechos, regimentar hasta en sus últimos detalles nuestro actuar, aun cuando colisione con los mandatos de la ley y los de la propia constitución fujimorista.

Creyendo que su cargo le confiere autoridad por encima de todo y de todos, se otorga a sí mismo la facultad de llamar la atención a todo aquel que no sea de sus simpatías o de sus primariosas maneras de ver las cosas. Y como además, alucina que es propietario de un caudaloso sentido de humor, lanza cada pachotada que en lugar de divertir, da lugar a sonrisas de indulgencia o de disgusto y hasta de cólera. Pero él, feliz, en su mundo Trucutú y con su limitado repertorio.
En fin, bien aventurados sean los pobres de espíritu, aunque no lo sean tanto cuando se trata de golpear con la lengua y la vara a los que no quieren ser como ellos. Eso se llama inclusión: si no te incluyes en lo que yo digo y lo que yo quiero, eres mi enemigo.
Precisamente son los últimos días los que han mostrado más nítidamente el carácter de soldadote (no soldado) y militarote (no militar) del general Daniel Urresti. Y está demostrado que del Ministerio del Interior no tiene ni la menor idea, menos de lo que es la seguridad pública, menos aún de lo que significa la democracia, la vida democrática, los derechos ciudadanos y humanos.
Para su escaso criterio todo se resume en operativos, lanzar más policías (no importa si son todavía imberbes e inexpertos) a las calles y anunciar la compra de más pistolas. Claro, cuadrarse ante cuanta cámara de televisión encuentren en su camino.
Su actuación de estos días ha rebasado todo límite razonable. La emprendió contra dirigentes políticos, congresistas, periodistas, funcionarios de justicia, los jóvenes contestatarios al nuevo régimen laboral, contra las leyes, contra la democracia y todos los derechos… Posiblemente lo que hace y lo que piensa calzan, en el fondo, con las mismas o similares formas de Palacio de Gobierno y por ello se sienten encantados con su Ministro, aunque haya despertado celos y recelos en algunas figuras del nacionalismo frente a los devaneos de cierta prensa y ciertas encuestadoras, a cerca de sus opciones presidenciales el 2016.
Nunca hemos creído que la salida de un Ministro sea alguna solución. Sin embargo, creemos que Daniel Urresti debe dejar el cargo. No porque el cambio ministerial pueda traer mejores perspectivas necesariamente, por lo menos podrán, tal vez, amainarse un tanto la combinación de lo chabacano con lo autoritario y lo elemental.

Sería un buen regalo de navidad, que el buen anciano que dicen que es, el rubicundo y barbado Papa Noel, pueda cargar en su trineo para los peruanos tal obsequio. O, como fue siempre tradicional en nuestras tierras, sea él “Niño Manuelito” quien, con la anuencia del Dios Padre, nos proporcione tal regalo.

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