CAMBIOS
MINISTERIALES
Por: Rolando Breña
Se ha licenciado una parte del
Gabinete Ministerial. Aunque así se la pretenda presentar, no es necesariamente
consecuencia de una evaluación de su desempeño o para avanzar en los “grandes
objetivos nacionales”, como eufemísticamente nos lo dicen.
Es desembarazarse, a la
fuerza, de Ministros demasiado cuestionados, y hasta alguno impresentable, que
incubaron una crisis en las alturas del gobierno que sin este “corte
terapéutico” podrían haberlo arrastrado a consecuencias mayores. Estamos
acostumbrados, lamentablemente, a que la salida de Ministros casi siempre sea a
resultas de escándalos, conflictos no resueltos o violencia social. De tal
manera que se convierte, un recambio Ministerial parcial o total, en una forma
de auto protección, de cerrar heridas que acelerarían la infección política
generalizada, de librarse de elementos que aumentaban el descrédito
gubernamental.
No es un reconocimiento de
errores o un intento de mejorar las políticas y su ejecución, es retraerse en
sí mismo y seguir recayendo en lo conocido. No hay un atisbo de autocritica o
manifestación de rectificación. Todos los Ministros defenestrados contra la
voluntad del gobierno, han merecido el apoyo y respaldo de Palacio y han
sido despedidos prácticamente en olor a santidad; es decir, como si su
actuación hubiera sido irreprochable, el país hubiera sido injusto con ellos y
despedirlos de sus carteras fuera obra de malévolos opositores, críticos sin
razón, los detractores que se niegan a reconocer las bondades del gobierno y
hasta del extremismo y los antisistema.
Si fuera verdad la tesis de la
“evaluación” ministerial, significaría que los salientes han sido desaprobados,
que su gestión fue deficitaria o desastrosa, si es así, la ciudadanía debiera
saberlo para discernir si son ciertas las nuevas y mejores perspectivas de los
entrantes. Pero no, todos los nuevos Ministros se precian de continuismo, de
las mismas orientaciones, lo que no deja lugar a la esperanza de cambios o
mejoras. Esperanza es solo un decir.
Quizá el término “oxigenar” el
Gabinete puede ser el más propicio, pues estaba asfixiando políticamente y
ahogándose en la opinión pública. Necesita un poco de aire fresco, renovador y
vivificante. Pero lamentamos decir que no es mucho el oxigeno que han de
aportar. Los aires tóxicos que buscaron purificar siguen allí, quizá un tanto
neutralizadas por algún tiempo, pero allí están y algún ministro nuevo lleva
sus propios humos tóxicos.
Si los asesores de Ollanta
Humala hubieran sido más inteligentes, esta renovación parcial pudieron plantearla
antes del “Diálogo político” y, posiblemente, hubieran desarmado a la oposición
arrebatándoles argumentos en la confrontación, mejoradas sus posiciones de
negociación y asistencia en su llamado a conversar, o mejorado la convocatoria
de la Presidenta del Consejo de Ministros, y Pichanaki no sería lo que es, hoy
una dolorosa piedra en los zapatos gubernamentales.
Pero, opinamos en ese sentido
en ocasión anterior, el régimen también tiene el pecado mortal de la
autosuficiencia, de no escuchar sino sus propias voces, de la inmadurez en el
manejo de conflictos políticos o sociales, de la creencia que basta la palabra
presidencial o el de su esposa para calmar las aguas, volver al redil a los
insumisos o poner orden en los díscolos. La soberbia y el creer que siempre se
tiene la razón son malas consejeras.
Posiblemente, acurrucados en
sí mismos es una forma de ir pensando y preparando sus huestes para el recambio
el 2016 en las mejores condiciones. No se necesita ser adivino para anticipar
que el régimen que venga nos hará testigos de investigaciones, procesos
judiciales, controversias de toda índole, que invadirán las primeras planas
mediáticas y poblarán los pasillos del Ministerio Público y del Poder Judicial.
Cuánta artillería se estará almacenando y cuántos artilleros estarán velando
armas para empuñarlas y lanzar carga tras carga a partir del 28 de Julio del
2016.
Estos parches Ministeriales no
pueden servirnos para alentar rectificaciones que entusiastas de siempre y
opositores de salón nos pretenden vender.
Los presuntos actos de
espionaje a favor de Chile, de lo que nos ocuparemos en posterior columna,
pueden servir al gobierno a que las aguas de la turbulencia política se calmen
un tanto, pues los liderazgos políticos y los partidos tendrán que poner por
delante los intereses del país y la unidad de los peruanos.
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