viernes, 20 de febrero de 2015

CAMBIOS MINISTERIALES
Por: Rolando Breña

Se ha licenciado una parte del Gabinete Ministerial. Aunque así se la pretenda presentar, no es necesariamente consecuencia de una evaluación de su desempeño o para avanzar en los “grandes objetivos nacionales”, como eufemísticamente nos lo dicen.
Es desembarazarse, a la fuerza, de Ministros demasiado cuestionados, y hasta alguno impresentable, que incubaron una crisis en las alturas del gobierno que sin este “corte terapéutico” podrían haberlo arrastrado a consecuencias mayores. Estamos acostumbrados, lamentablemente, a que la salida de Ministros casi siempre sea a resultas de escándalos, conflictos no resueltos o violencia social. De tal manera que se convierte, un recambio Ministerial parcial o total, en una forma de auto protección, de cerrar heridas que acelerarían la infección política generalizada, de librarse de elementos que aumentaban el descrédito gubernamental.
No es un reconocimiento de errores o un intento de mejorar las políticas y su ejecución, es retraerse en sí mismo y seguir recayendo en lo conocido. No hay un atisbo de autocritica o manifestación de rectificación. Todos los Ministros defenestrados contra la voluntad del gobierno, han merecido el apoyo y respaldo de  Palacio y han sido despedidos prácticamente en olor a santidad; es decir, como si su actuación hubiera sido irreprochable, el país hubiera sido injusto con ellos y despedirlos de sus carteras fuera obra de malévolos opositores, críticos sin razón, los detractores que se niegan a reconocer las bondades del gobierno y hasta del extremismo y los antisistema.
Si fuera verdad la tesis de la “evaluación” ministerial, significaría que los salientes han sido desaprobados, que su gestión fue deficitaria o desastrosa, si es así, la ciudadanía debiera saberlo para discernir si son ciertas las nuevas y mejores perspectivas de los entrantes. Pero no, todos los nuevos Ministros se precian de continuismo, de las mismas orientaciones, lo que no deja lugar a la esperanza de cambios o mejoras. Esperanza es solo un decir.
Quizá el término “oxigenar” el Gabinete puede ser el más propicio, pues estaba asfixiando políticamente y ahogándose en la opinión pública. Necesita un poco de aire fresco, renovador y vivificante. Pero lamentamos decir que no es mucho el oxigeno que han de aportar. Los aires tóxicos que buscaron purificar siguen allí, quizá un tanto neutralizadas por algún tiempo, pero allí están y algún ministro nuevo lleva sus propios humos tóxicos.
Si los asesores de Ollanta Humala hubieran sido más inteligentes, esta renovación parcial pudieron plantearla antes del “Diálogo político” y, posiblemente, hubieran desarmado a la oposición arrebatándoles argumentos en la confrontación, mejoradas sus posiciones de negociación y asistencia en su llamado a conversar, o mejorado la convocatoria de la Presidenta del Consejo de Ministros, y Pichanaki no sería lo que es, hoy una dolorosa piedra en los zapatos gubernamentales.
Pero, opinamos en ese sentido en ocasión anterior, el régimen también tiene el pecado mortal de la autosuficiencia, de no escuchar sino sus propias voces, de la inmadurez en el manejo de conflictos políticos o sociales, de la creencia que basta la palabra presidencial o el de su esposa para calmar las aguas, volver al redil a los insumisos o poner orden en los díscolos. La soberbia y el creer que siempre se tiene la razón son malas consejeras.
Posiblemente, acurrucados en sí mismos es una forma de ir pensando y preparando sus huestes para el recambio el 2016 en las mejores condiciones. No se necesita ser adivino para anticipar que el régimen que venga nos hará testigos de investigaciones, procesos judiciales, controversias de toda índole, que invadirán las primeras planas mediáticas y poblarán los pasillos del Ministerio Público y del Poder Judicial. Cuánta artillería se estará almacenando y cuántos artilleros estarán velando armas para empuñarlas y lanzar carga tras carga a partir del 28 de Julio del 2016.
Estos parches Ministeriales no pueden servirnos para alentar rectificaciones que entusiastas de siempre y opositores de salón nos pretenden vender.

Los presuntos actos de espionaje a favor de Chile, de lo que nos ocuparemos en posterior columna, pueden servir al gobierno a que las aguas de la turbulencia política se calmen un tanto, pues los liderazgos políticos y los partidos tendrán que poner por delante los intereses del país y la unidad de los peruanos.

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