SIGUEN LAS RESACAS MÁS
QUE LOS ALIVIOS
Por: Rolando Breña
Afirmamos ayer que los asistentes al diálogo palaciego, casi
inmediatamente después de su término, empezaban a sufrir las primeras jaquecas,
dolores de cuerpo o aguda acidez estomacal, propio de las resacas. Por lo
pronto, algunos de los asistentes se van curando en salud y ante las
eventualidades de una nueva convocatoria en 30 días, alegarán que evaluarán su
participación. Y otros más cautos esperan a qué resultados llegan las
conversaciones para decidir su continuidad. Es notorio que a los más entusiastas
dialogantes no les agradó mucho que para sus discursos en el gran comedor
de Palacio, que posiblemente alucinaron históricos, les dieran la mísera
cantidad de 5 minutos y que al final, el Presidente de la República los
apabullara con los logros de su gobierno, las promesas de siempre, algunas
disquisiciones sobre democracia y gobernabilidad. Al final los besos y abrazos
con los apretones de manos, ni siquiera un almuerzo frugal. Por ello es que las
declaraciones de salida fueron más o menos evasivas y desleídas. Ahora, de
vuelta a la cruda realidad, se hacen más distantes y desconfiadas,
pues poniendo sus punterías en las elecciones del 2016, no quisieran ser
arrastrados en los tropiezos, caídas y derrumbes del nacionalismo y su
gobierno.
Son los no asistentes los que pueden sacar mayores dividendos políticos
del ya manoseado diálogo y alistan sus baterías para una ofensiva
político-parlamentaria. Fujimoristas y apristas reabren la censura a la
Presidenta del Consejo de Ministros y la salida inmediata de los ministros más
cuestionados y expuestos al escrutinio ciudadano y mediático.
Posiblemente Keiko Fujimori y sus huestes sentirán redobladas sus
energías, sus rabias y sus frustraciones ante el comportamiento negativo y
hasta belicoso de Ollanta Humala y de Nadine Heredia, frente a la solicitud de
entrevista privada, que fue respondida despectivamente con un “nosotros
conversamos con todos”, desahuciando así todas las ilusiones de un “tete a
tete”. No sería aventurado especular que con el pedido de Keiko Fujimori se
produce un choque de personalidades autosuficientes. La egolatría salvadora de
la lideresa de Fuerza Popular en su carta: “el país se encuentra en una gran
incertidumbre”, “pensando en los destinos del país y en aras de la
gobernabilidad…. Solicito una conversación entre usted y yo”. En otras
palabras, algo así como “solo con mi ayuda puede salir de sus problemas usted,
su gobierno y el país. Puede decirse que quizá estos rasgos más o menos
mesiánicos de la Sra. Fujimori, no resultaron tan agradables a los oídos del
Presidente de la República que también tiene lo suyo, en los mismos rasgos, y
nunca verá con buenos ojos tamaña osadía de hablar de igual a igual.
Todos ganan, comentó un analista político, los que van y los que no van.
A la corta más que a la larga, parece que quienes no van a ganar mucho o nada
son los asistentes, quizá pierdan más el gobierno y el nacionalismo.
Ana Jara en su alocución inicial y en declaraciones previas anunció que
el problema económico estaría en la agenda. Sin embargo lo que queremos que se
note en toda magnitud son las declaraciones del ministro de economía que con
toda claridad dijo que los problemas económicos no debieran formar parte de los
diálogos. ¿Son sólo una afirmación personal?. ¿Es el emisario discretamente
enviado por el propio gobierno para decirnos que “nadie se meta en lo económico
que es cosa nuestra” y desalentar a los entusiastas que creen que pueden
obligar al gobierno a realizar cambios. ¿Será la voz de los sectores económicos
neoliberales que se atreven a utilizar al ministro para desautorizar cualquier
intromisión de los dialogantes en sus dominios?
Como dice el adagio: “nadie da puntadas sin hilo”. En las controversias
políticas y, con más razón en las condiciones de un gobierno en debilidad y
aislamiento, nos está remitiendo un mensaje: lo económico no debe pasar nunca
por los dialogantes, somos los únicos que tenemos vela en este entierro. Por lo
pronto, el nuevo presidente de la Confiep ya adelantó opinión oponiéndose a la
“revisión” del salario mínimo vital que surgió como probabilidad sugerida por
el gobierno y el nacionalismo para ser vista “con mucho realismo”. Ya tenemos
al frente el realismo de la Confiep.
Igualmente, como señalamos ayer, el asunto de la DINI empieza a
complicarse más. Lo que queda claro, cualquiera sea la decisión, es el
reconocimiento de la intervención de la DINI en los reglajes y espionajes, es
decir, la utilización gubernamental de los servicios de inteligencia como
instrumentos políticos de control y represión de todo tipo de oposiciones al
régimen y en general a los cuestionadores del modelo económico y del estado
neoliberal.
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