“EN TIEMPO DE GUERRA…”
Por: Rolando Breña
“En tiempos de guerra todo hueco es trinchera”. Es
una frase muy antigua y muy conocida que gráfica lo desesperado de una
situación y la búsqueda, también desesperada de alguna salida a como dé lugar,
aferrarse a cualquier posibilidad por pequeña o poco probable que pueda
aparecer. El problema es encontrar una salvación, o, por lo menos, la
posibilidad de encontrarla. También es apelar a todo aquello que en tiempos más
o menos normales no se nos hubiera ocurrido. Algo así ocurre ahora en las filas
del gobierno y del Partido Nacionalista. Están viviendo momentos no solo de
desconcierto sino de franca desesperación. Se acumulan los problemas de
conducción gubernamental, se agravan los problemas económicos, se acrecientan
los conflictos y las confrontaciones sociales, sus intentos vahídos de
“diálogo” naufragan desde sus comienzos, se volatiliza su bloque parlamentario,
el Partido se halla en acelerado proceso de descomposición y de crisis; las
denuncias y las investigaciones sobre irregularidades económicas y financieras
en los aportes a la campaña electoral se multiplican, llegando hasta las
principales autoridades del gobierno, del partido y de los familiares; las
sombras de Martin Belaunde Lossio se ciernen amenazadoras…
Aquí es cuando se hace indispensable un hueco para
convertirlo en trinchera, un madero cualquiera aunque fuere agujereado al cual
aferrarse y escapar del naufragio. En otras palabras, cercano el proceso
electoral del 2016, es imperativo al nacionalismo librarse de una catástrofe
anunciada y conservar, o lograr por lo menos una aceptable bancada
parlamentaria que puede jugar el papel de escudero y defensor en las
investigaciones, denuncias o procesos judiciales que probablemente lo rodeen
por los cuatro costados.
Quizá no les falten candidatos al Congreso. Siempre
hay gente para todo, leales u oportunistas, pescadores a rio revuelto o quienes
busquen su propia inmunidad con la elección. Pero necesitan una locomotora para
jalar a los coches. Queremos decir, requieren de un candidato presidencial que
pueda conquistar electorado suficiente para lograr que un contingente
nacionalista llegue al Congreso. Precisamente aquí está el otro problema, no
tienen líderes propios para ello, se alejaron o fueron defenestrados y los que
quedan no tienen ningún perfil ni presencia suficientes. La Presidenta del
Consejo de Ministros Ana Jara, que aparentemente podría ser una figura
presidenciable, queda maltrecha con su ingrato paso por el premierato.
Se explica por eso el inmenso entusiasmo que
algunas voces secundarias del nacionalismo han mostrado con la decisión del ex
Ministro del Interior de entrar a las arenas políticas solicitando su ingreso a
las filas nacionalistas. Sin embargo una cosa son los entusiasmos a priori de
las medianías del Partido y otra es la mirada preocupada, dubitativa, i
reticente de las cúpulas. Necesitan de hueco, de un madero, pero desconfían, se
atemorizan, se sienten presionadas, recelosas, celosas y sobrepasadas.
Una de las cosas originales de esta tragi-comedia
es que Daniel Urresti ya se ofreció públicamente a representar el papel de
salvador, o mejor dicho, se ha convencido a sí mismo que el destino le tenía
reservado ese protagonismo y muy gentilmente (es un decir) se ofrece al
nacionalismo para ayudarlo a sacar las castañas del fuego. Más todavía,
actuando como el favorecido de las divinidades electorales y seguro de sus
propias fuerzas y las fuerzas de lo ignoto, se atreve a lanzar retos
definitivos. A afirmado que “impedirá” el triunfo de Keiko Fujimori y Alan
García. Como puede verse, se vende como el único cruzado puesto en el camino
nacionalista para resolver los entuertos que invaden sus agitados predios y
procurarle los bálsamos para curar sus heridas.
No esperaremos mucho para que las nieblas se vayan
disipando y nos den una mayor claridad, sobre las formas, los medios, los
candidatos y conductas que el nacionalismo habrá de manejar hasta las venideras
elecciones. No siempre se termina con los candidatos ideales o los que se
desearan, la realidad, los problemas, las necesidades, la desesperación obligan
aceptar lo que esté a la mano, Y con un personaje tan voluntarioso, dispuesto y
calzado permanentemente con botas de campaña, en continuo zafarrancho de
combarte, presto a pisar o atropellar lo que sea necesario con razón o sin ella,
quizá no haya mucho que escoger.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario