jueves, 5 de marzo de 2015

DIÁLOGO PRIMARIOSO
Por: Rolando Breña

Fue un diálogo de baja intensidad y de bajo calibre. No asistieron por voluntad propia Antero Flores Araoz de ORDEN, Humberto Lay de Restauración Nacional ni Alan García del APRA. Tampoco estuvieron presentes los líderes más importantes de los partidos asistentes: Keiko Fujimori, Luis Catañeda, Nadine Heredia. El Presidente de la República apenas si los saludó para luego desaparecer. Fue una reunión de los escalones medios o inferiores que, obviamente, reducen sus márgenes de importancia política y no pueden abordar los más importantes problemas del País, como los asuntos económicos, la seguridad ciudadana, las cuestiones sociales o ambientales, el salario mínimo vital, la Ley General de Trabajo, entre otros. Se han regodeado en asuntos de algunas reformas electorales, que no son tampoco los problemas centrales ni necesariamente los más urgentes. El gobierno ha arrastrado a los convocados tras algunos de sus objetivos más inmediatos, que no son sino consecuencia de las angustias políticas y organizativas que lo aherrojan cada día, como por ejemplo el asunto del transfuguismo, que es el fenómeno convertido en un virus nacionalista para el que no tienen cura y que merma sus huestes de manera cada vez más alarmante. Nadie puede conciliar con este fenómeno, por cierto, pero en el caso del Partido Nacionalista, el transfuguismo es fundamentalmente del propio Partido y no de sus militantes, dirigentes, parlamentarios o ministros. Es el Partido el que ha mutado de piel, de cuerpo y de mentalidad, y ha dejado en la estacada sus programas de transformación, a la población que votó por ellos y a sus esperanzas de cambio. Así como se busca sancionar a quien abandone la organización política por la que fue electa en conducta oportunista, también deberían buscarse las formas de sanción contra los partidos que echan por la borda sus programas de gobierno, sus promesas electorales, adoptando y poniendo en práctica líneas y acciones distintas y hasta contrarias.
Las mismas características asumen los otros temas tratados: No reelección en los gobiernos Regionales y Locales, el financiamiento público de los Partidos, el voto preferencial, no admisión de candidaturas que arrastren investigaciones o sanciones judiciales, etc. En el fondo, es distraer la opinión pública con el circo dialogante, mientras las preocupaciones esenciales quedan exclusivamente en la Presidencia de la República y más específicamente en el Ministerio de Economía, en los que no se admite dialogo alguno.  
Si se hace un recuento de los asistentes, casi la totalidad fueron parlamentarios y se trataron temas parlamentarios ya votados, dictaminados o en proceso de discusión. ¿Se necesitaba de una convocatoria Presidencial con toda fanfarria y espectáculo para que algunos congresistas se trasladaran a Palacio de Gobierno con el fin de discutir, sin ponerse de acuerdo casi en nada, sobre cuestiones que más amplia y productivamente podrían hacerlo en los propios recintos legislativos?. Parece que se han perdido los sentidos de  la proporcionalidad y racionalidad. Por lo que tienen razón, quienes opinan que los diálogos son simples juegos artificiales para encandilar incautos o figuretis que nunca faltan, proporcionar al gobierno y al nacionalismo un falso baño lustral, que a la postre no lo librará de ninguna mala vibra ni llevará tranquilidad a sus agitadas y contaminadas aguas.
Muchos de los asistentes a pesar de sus sonrisas ante las cámaras de televisión reconocieron su decepción sobre los resultados. El representante fujimorista Juan de Dios Dioses lapidó: “Se quizo hacer del Palacio de Gobierno, un Palacio Legislativo”. Mientras Antero Flores Araoz declaraba que no se prestaba para actos teatrales, denunciando asimismo una doble conducta y discriminación pues solo lo requerían para estos diálogos, pero que son dejados de lado en problemas tan importantes y de unidad nacional como el caso del espionaje chileno.

Ollanta Humala anuncia un tercer dialogo. Pero qué duda cabe será solamente analgésico bamba para sus fiebres y dolores palaciegos partidarios. Probablemente, cuando los intereses electorales sean más concretos y eleven sus calores, cada cual empezara a cuidar lo suyo y buscará alejarse de la sombra del gobierno y del nacionalismo, procurando otras luces que alumbren mejor sus apetitos y ambiciones al 2016.

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