DIÁLOGO PRIMARIOSO
Por: Rolando Breña
Fue un diálogo de baja intensidad y de bajo
calibre. No asistieron por voluntad propia Antero Flores Araoz de ORDEN,
Humberto Lay de Restauración Nacional ni Alan García del APRA. Tampoco
estuvieron presentes los líderes más importantes de los partidos asistentes:
Keiko Fujimori, Luis Catañeda, Nadine Heredia. El Presidente de la República
apenas si los saludó para luego desaparecer. Fue una reunión de los escalones
medios o inferiores que, obviamente, reducen sus márgenes de importancia
política y no pueden abordar los más importantes problemas del País, como los
asuntos económicos, la seguridad ciudadana, las cuestiones sociales o
ambientales, el salario mínimo vital, la Ley General de Trabajo, entre otros.
Se han regodeado en asuntos de algunas reformas electorales, que no son tampoco
los problemas centrales ni necesariamente los más urgentes. El gobierno ha
arrastrado a los convocados tras algunos de sus objetivos más inmediatos, que
no son sino consecuencia de las angustias políticas y organizativas que lo
aherrojan cada día, como por ejemplo el asunto del transfuguismo, que es el
fenómeno convertido en un virus nacionalista para el que no tienen cura y que
merma sus huestes de manera cada vez más alarmante. Nadie puede conciliar con
este fenómeno, por cierto, pero en el caso del Partido Nacionalista, el
transfuguismo es fundamentalmente del propio Partido y no de sus militantes,
dirigentes, parlamentarios o ministros. Es el Partido el que ha mutado de piel,
de cuerpo y de mentalidad, y ha dejado en la estacada sus programas de
transformación, a la población que votó por ellos y a sus esperanzas de cambio.
Así como se busca sancionar a quien abandone la organización política por la
que fue electa en conducta oportunista, también deberían buscarse las formas de
sanción contra los partidos que echan por la borda sus programas de gobierno,
sus promesas electorales, adoptando y poniendo en práctica líneas y acciones
distintas y hasta contrarias.
Las mismas características asumen los otros temas
tratados: No reelección en los gobiernos Regionales y Locales, el
financiamiento público de los Partidos, el voto preferencial, no admisión de
candidaturas que arrastren investigaciones o sanciones judiciales, etc. En el
fondo, es distraer la opinión pública con el circo dialogante, mientras las
preocupaciones esenciales quedan exclusivamente en la Presidencia de la
República y más específicamente en el Ministerio de Economía, en los que no se
admite dialogo alguno.
Si se hace un recuento de los asistentes, casi la
totalidad fueron parlamentarios y se trataron temas parlamentarios ya votados,
dictaminados o en proceso de discusión. ¿Se necesitaba de una convocatoria
Presidencial con toda fanfarria y espectáculo para que algunos congresistas se
trasladaran a Palacio de Gobierno con el fin de discutir, sin ponerse de
acuerdo casi en nada, sobre cuestiones que más amplia y productivamente podrían
hacerlo en los propios recintos legislativos?. Parece que se han perdido los
sentidos de la proporcionalidad y racionalidad. Por lo que tienen razón,
quienes opinan que los diálogos son simples juegos artificiales para encandilar
incautos o figuretis que nunca faltan, proporcionar al gobierno y al
nacionalismo un falso baño lustral, que a la postre no lo librará de ninguna
mala vibra ni llevará tranquilidad a sus agitadas y contaminadas aguas.
Muchos de los asistentes a pesar de sus sonrisas
ante las cámaras de televisión reconocieron su decepción sobre los resultados.
El representante fujimorista Juan de Dios Dioses lapidó: “Se quizo hacer del
Palacio de Gobierno, un Palacio Legislativo”. Mientras Antero Flores Araoz
declaraba que no se prestaba para actos teatrales, denunciando asimismo una
doble conducta y discriminación pues solo lo requerían para estos diálogos,
pero que son dejados de lado en problemas tan importantes y de unidad nacional
como el caso del espionaje chileno.
Ollanta Humala anuncia un tercer dialogo. Pero qué
duda cabe será solamente analgésico bamba para sus fiebres y dolores palaciegos
partidarios. Probablemente, cuando los intereses electorales sean más concretos
y eleven sus calores, cada cual empezara a cuidar lo suyo y buscará alejarse de
la sombra del gobierno y del nacionalismo, procurando otras luces que alumbren
mejor sus apetitos y ambiciones al 2016.
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