Cayó César Álvarez. ¿Quién sigue?, por
Fernando Vivas
Prefiero un gobierno que presione a jueces a
uno que se sume a la indolencia frente al crimen.
Me quito el chullo. El Gobierno hizo acopio de toda su voluntad y dio un
golpe a una mafia regional. Participaron el Poder Judicial (PJ) y el Ministerio
Público (MP); pero el motor de la megaoperación fue político. Fue el Gobierno,
a través de sus procuradores y de las divisiones especiales de la PNP –¡bravo, ministro Albán y equipo!–, el que pateó a la
tortuga judicial para que se moviera.
En esas estamos los peruanos: poco podemos esperar de instituciones
secularmente corruptas como el PJ y el MP; pero podemos esperar más del
Gobierno Central porque es novato para el bien y para el mal. Álvarez lleva dos períodos en Áncash, mientrasHumala lleva
uno sin expectativa de quedarse. La corrupción se asienta con el tiempo y con
el inmovilismo de entes como el PJ y el MP que se resisten a la reforma. Solo
la energía de los poderes recién elegidos puede quitarles el óxido.
El pasado abril, cuando cayó la cúpula del Movadef,
hice la misma reflexión. Esa también fue una patada a la tortuga, aunque de
menor envergadura que la de Áncash. Esos terrucos anacrónicos y cansados no
tenían los tentáculos de una mafia enquistada en una región de vertiginoso
crecimiento. La voluntad política anticorrupción ha tenido, esta vez, que
vencer muchos obstáculos para obtener las órdenes de detención. Y aún le quedan
muchos por vencer para mantener a Álvarez y amigos en prisión preventiva.
¿Quiénes seguirán entonces? Advierto que en mi respuesta habrá más
‘wishful thinking’ que análisis predictivo y que hablo de investigaciones a
presuntas redes delictivas, pues es lo que manda el rigor: la legendaria ‘Goya’
y la minería ilegal en Madre de Dios. También quiero y creo ver caer a alguna
banda de narcotraficantes de mayor envergadura que la del Caso Servellón en La
Molina, de mayores conexiones que el clan que cayó en Ica en el 2012. Y
esperemos que caiga alguna mafia enquistada en alguna universidad, y no por
oportunista intervención de la Asamblea Nacional de Rectores que ha destituido
al rector Luis Cervantes. Que caiga una mafia íntegra de
extorsionadores; que caigan los que tengan que caer, sin lobbies, ni hábeas
corpus tramposos, ni padrinazgos, ni fiscales retorcidos ni jueces moscas
muertas.
Detrás de la operación puede haber motivos subalternos. El propio Humala
ha pechado a Gregorio Santos, lo que pudo entenderse como que la próxima piñata
regional sería la de Cajamarca. El golpe también serviría para cubrir al
flamante fiscal Carlos Ramos Heredia, tan cuestionado por su actuación
indulgente en Áncash. Y no me sorprendería que busquen implicar a enemigos
apristas y fujimoristas, aunque, ¡saludable ironía que legitima la operación!,
entre los primeros y notorios salpicados están Martín Belaunde Lossio, empresario amigo del gobierno,
e Ilan Heredia, hermano de Nadine.
El golpe a Álvarez podría ser, antes que una acción justiciera, una reacción
defensiva ante una mafia que pretende debatir de tú a tú con el gobierno. Esa
politización del motor de la acción judicial y de las mafias es un riesgo que
tenemos que correr. Prefiero mil veces un gobierno que presione a jueces y
fiscales para que actúen contra cualquier tropelía, a uno que se sume a la
indolencia frente al crimen.
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