A PROPOSITO DEL DÍA DEL NIÑO
Por: Rolando Breña
Hace poco más de una semana se
recordó el “DÍA DEL NIÑO”. Salvo algunos diarios y, principalmente, las grandes
casas comerciales, pocas familias pudieron realmente celebrarlo.
Los diarios hicieron
referencia a este día no precisamente para resaltar lo que significa ser niño
en estos tiempos, particularmente en nuestro país; sino, en alianza con el
mundo empresarial, desarrollaron una asfixiante propaganda, con promociones
especiales para la felicidad de los pequeños. El diario El Comercio
ofrece, “un día del niño a lo grande” para los suscriptores. Y en ese día “a lo
grande” aparecen los Mc Donald’s, Tay Lo, Calloky, EPK, Divercity, UVK, City
Toys, Baby Kit’s, Bebe protege, Coney Park…
¿De los millones de niños
peruanos o limeños, cuántos pueden soñar con que sus familias tengan la
posibilidad de hacerlos felices en estos exclusivos centros?. ¿Para qué
reducido porcentaje, ese mercado para niños y sus deleites, es accesible?.
En un informe especial de
“Portafolio” del mismo diario, correspondiente al 16 de agosto, se hace un
cálculo para una fiesta por el cumpleaños de los niños, que concluye con lo
siguiente: “S/. 20.000 puede llegar a costar una fiesta infantil en la
actualidad”. Si eso es verdad cuántos meses o años tendrían que ahorrar para
que los trabajadores les puedan regalar a sus hijos esa fiesta?. ¿ Y si son más
de uno?.
No estamos en contra de
quienes puedan gastar S/. 20.000 o más en la fiesta de sus hijos. A lo que vamos
es a las inmensas diferencias y brechas económicas y sociales que se van
abriendo o se van ensanchando. Es la diferencia entre una torta de cumpleaños,
que calcula El Comercio entre S/.300 y S/.700 soles, con un chancay.
Es cierto que cuando los niños
son aún muy pequeños ni cuenta se dan de lo lujoso o modesto del evento. Son
sus padres y los padres de otros pequeños los que dan rienda suelta a sus
alegrías y sus derroches.
Pero, a donde queremos ir, es
a cómo, hace tiempo ya, el mercado se ha ido apoderándose de todos los ámbitos
de nuestra vida, llegando hasta la vida familiar. El mercado privatista, a
desprivatizado todas nuestras relaciones hasta las más personales e íntimas,
los sentimientos filiales, otorgándoles un valor o un precio de mercado. El
respeto o el aprecio, el cariño o el amor, la amistad, hasta la alegría y el
dolor, tienen su respectiva tasación monetaria. Cuanto más quieres a alguien
más debes dar, no de ti ni tus sentimientos, sino de tu bolsillo o tu cuenta
bancaria o tu tarjeta de crédito.
Decíamos en otra entrega que
se había banalizado la vida, también se banalizan los sentimientos.
¡Día de la Madre!. Demuéstrale
el inmenso amor y agradecimiento, regalándole una modernísima cocina para que
pueda preparar tus platillos predilectos. O una refrigeradora. O una sartén…
¡Día del Padre!. Para tu
progenitor un plasma o un LED para que maneje su propio televisor sin pelearse
con el resto de la familia y ver a su equipo de fútbol favorito.
¡Día del Niño!. Para este
regalo de Dios, el mejor juguete electrónico con mandos digitales o, si ya
puede usarlo un teléfono celular con todas las sofisticaciones.
¡Día del...!, ¡Día del …!.
Y cuantos más caros mejor. El
amor está demostrado. Si no puedes hacerlo, mala suerte, el crecimiento
económico ya te llegará a su debido tiempo, ten paciencia cristiana, confía en
Dios; mientras tanto, asume lo que puedes y para tentar un salto, puedes jugar
a la TINKA, quién sabe.
En el Día del Niño, ¿se le
ocurrió a alguien hablar de los valores morales para los niños?. ¿De su
formación ética o psicológica, de los niños del Perú? A veces se publican
informes sobre el trabajo infantil, la prostitución infantil, la desnutrición o
la escolaridad. Ahí quedan en el archivo. El Estado y el gobierno, bien
gracias, con algunos desayunos, con algunas becas, abrazos y besos, asunto
resuelto.
Algo así sucede, por ejemplo,
con las famosas gratificaciones de Julio o Diciembre. Salvo algunos
privilegiados, la mayoría de los trabajadores llega a los 200 o 300 soles. Por
ello resulta fantástico, increíble, surrealista, que los medios de prensa se
llenen de anuncios tentadores y ofertas para esas míseras cantidades: viajes
turísticos, ropa, electrodomésticos y muebles, vehículos, etc. ¿Cómo, Dios mío
(es un decir) con el tesoro de 300 soles?.
Lo más alucinante es que en
entrevistas o declaraciones periodísticas y la televisión, sesudos y serios
economistas aconsejan a los suertudos trabajadores que reciben tan
óptimas gratificaciones (sin descuentos señor) que no los malgasten. Dicen unos
y otros, que primero hay que ahorrar, luego pagar deudas atrasadas, después
comprar lo necesario y urgente y, por si fuera poco, hacer algún viaje corto
placentero y regalarse alguna alegría. Vivimos en el país de la fantasía o de
las pesadillas.
Personal. Hablando de fiestas. En algunos días cumpliré 70
años. Cómo pasa el tiempo. Familiares y amigos preparan una fiesta en el Club
Huancavelica. Espero que los gastos no lleguen a los S/.20.000 soles. No
tendríamos cómo.
Disculpas. Se deslizan errores en los textos que se
publican. En la Nota de ayer, lo más saltante es que en lugar de la palabra
“haber” aparece “a ver”, en la cuarta columna.
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