viernes, 15 de agosto de 2014

Lobbys
Por: Rolando Breña


Una palabra que en los últimos tiempos fue objeto de discusión y espacios en la prensa y en el mundillo político, fue “lobby”. Vuelve ahora a ponerse de moda a raíz de los correos electrónicos salidos a luz pública, del ex presidente del consejo de ministros René Cornejo y que mostrarían un denso tráfico de influencias.
Penetrar ilegalmente en comunicaciones privadas, en este caso los correos electrónicos, ciertamente es sujeto a sanción penal. Pero a veces nos tienta exclamar con entusiasmo “VIVAN LOS HACKERS”; ya que si no fuera por su conducta, aun irregular, seguiríamos permaneciendo en la absoluta ignorancia de manejos que directamente nos incumben y se hacen a nuestras espaldas en secreto. Además, los contenidos de lo que ha sido puesto a descubierto, no tienen nada de personales; al contrario, tienen mucho que ver con el manejo de asunto de interés público y, a la larga o a la corta, habrán de tener consecuencias en las políticas de gobierno y, por supuesto, en las preocupaciones de la población.
El asunto no es que se haga “lobby”. Lo que ahora se conoce con esa palabra ha existido en todos los tiempos, en toda forma de colectividades, sociedades, estados;  ante cualquier tipo de autoridad o funcionario de distinto poder de decisión. Todo el mundo hace “lobby”, desde los más encumbrados hasta los más humildes. Todos han solicitado algo, exigido, propuesto, aconsejado. Todos han buscado alguna conexión, relación, intermediario, facilitadores… para que sus cosas puedan tener buenos resultados.
El “lobby” fácilmente se confunde con la palabra gestión. Y todos hemos hecho y hacemos alguna gestión siempre. La seguiremos haciendo. Y no es necesariamente malo que se haga “lobby” o se hagan gestiones. Tampoco es malo que existan personas especializadas en ello. Lo malo empieza y termina, cuando los interesados, los gestionadores o lobbystas con los depositarios de los poderes de decisión, concurren en la obtención de ventajas indebidas, ilegales o inmorales. Y estas formas negativas, también han existido siempre, principalmente en los diferentes niveles del poder y del gobierno o las permisibles empresas públicas.
¿Puede haber algo de eso en los contenidos de los correos electrónicos a los que profusamente los medios de comunicación hacen referencia?
Resulta de autos, dirían los abogados o los magistrados, diremos nosotros resulta de las informaciones que disponemos, que estando cercana la fecha de vencimiento de la temporada de pesca, una o más empresas interesadas en cumplir sus cuotas, acudieron al ministro de Economía y Finanzas a través de un brevísimo texto por correo electrónico en inglés y en español, pidiendo la ampliación del plazo, texto firmado por una ex ministra de Estado. El correo fue reenviado comedidamente al primer ministro para el “favor” correspondiente (favor es la palabra utilizada). Este correo tuvo el efecto deseado y el plazo fue ampliado.
Esta “petit historie” sugiere, no respuestas por ahora, sino algunas interrogantes:
       -¿“Los lobbystas, gestionadores, empresarios y ministros han obtenido o propiciado alguna ventaja ilegal, indebida o inmoral?
      -¿Por qué dirigieron el correo electrónico al ministro de Economía y Finanzas y no al ministro del sector? ¿Sera por el prestigio o la autoridad de la ex ministra firmante? ¿Por la cercanía familiar del ministro con una socia empresarial de la ex ministra? ¿Porque el ministro de Economía es, como se dice, el que lleva la voz cantante en la política del gobierno?
Hecho público el contenido de los correos electrónico, los implicados han expresado con razón su rechazo a la intromisión ilegal de sus  comunicaciones. Han habido declaraciones y conferencias de prensa, sin embargo, al margen de las indignaciones, nada ha sido aclarado; al contrario, todo está mucho más enredado. Lo único claro es la existencia de esos correos electrónicos y que sus contenidos tienen interés público y se confunden con intereses privados en contornos que dan pie a no santas especulaciones.
Ahora que el Congreso inaugura Comisiones y a los congresistas les fascina investigar cualquier cosa aunque n o siempre tengan resultados plausibles, tienen en este asunto mucha tela para cortar, mucho trabajo, mucha prensa y ojalá muchos resultados.
También la Comisión de Fiscalización podría meter su cuchara para ver qué puede sacar de esta sopa que no tiene buen olor y no sabemos qué sabor podrá tener.

También reclamaría un lugarcito en la presentación del Gabinete Jara, a ver si dicen algo los ministros que se han visto puestos en evidencia por estos benditos correos.

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