La Vida al Paso
Por: Rolando Breña - La Primera
Estamos banalizando la vida. Podríamos decir que
estamos secuestrando su humanidad a la vida, al ser humano. Estamos haciendo
todo lo posible por animalizarlo, por construirlo como un moderno habitante de
las cavernas, rodeado de toda suerte de ingenios de última generación, pero
cada vez más refugiándose en sus instintos primitivos. El capitalismo lo dota
de la ilusión que todo es fácil y que todo está resuelto, a condición que se
convierta en masa maleable en otras manos, que no ejercite más su condición de
humano inteligente, pensante, con voluntad y esperanza propias.
Cada vez es más difícil vivir. Vamos
convirtiéndonos en sobrevivientes de una hecatombe que destruye lo más
elemental, primario y trascendente en nosotros, nuestra esencia humana. El que
los seres humanos perdamos tal esencia, no es solo funcional al capitalismo
neoliberal, sino que le es muy conveniente, pues conduce a la inopia, la
resignación absoluta, al solo objetivo de vivir no importa cómo.
Las presiones de la “modernidad” nos mantienen en
constante ansiedad, inseguridad, competencia, recelo, en vilo, desconfiados y
temerosos, asustados y agresivos…
Parece que en cada paso hemos de resbalar, y más
nos cuidamos en no resbalar que en vivir.
¿No se han percatado acaso, amigos lectores, que
toda nuestra vida cotidiana con sus pequeñas y grandes cosas pierda o ha
perdido su ilusión, su alegría, su belleza, sus misterios, sus encantos… para
ser reemplazados por la vacuidad, la caricatura, por la amargura, el cinismo
complaciente, que estamos obligados a hacer lo que hacemos porque no hay más
remedio?. Hay que vivir, pues.
La vida va perdiendo sus grandes objetivos y se
llena del menudeo frustrante, traumático, de las cosas que se hacen por hacer,
porque la realidad nos la impone.
Si nos damos cuenta todo lo hacemos hoy es “al
paso”. Deseos e instintos, “al paso”. Necesidades vitales o secundarias, “al
paso”.
Caminemos un poco Lima. Embarquémonos en micros,
ómnibuses o trenes. Sentémonos en parques, plazas o playas. Vayamos a los
mercados, a los terminales terrestres, a los restaurantes de menús a cinco
soles o los de infinidad de tenedores…; y encontraremos que todo es “al paso”.
Comida al paso. La ajetreada vida, los precios y
las urgencias impiden comer en casa. Uno se alimenta donde puede o donde caiga.
Lo que sea más barato. Sentado, parado, de hinojos. En mesa, en el banco de los
parques, en la pista o en los jardines. Donde sea. Y los norteamericanos nos
inventaron “la comida rápida” para engullir cualquier cosa que huela bien.
Empleo al paso. Son multitud los que deambulan a
ver si logran alguna “chambita al paso”. Mecánicos, pintores, colchoneros,
costureras, afiladores, carpinteros, brujos, adivinos, cerrajeros, gasfiteros,
etc,. Todos con sus bolsas de plástico o maletines de mil combates y
herramientas para laborar en plena pista. No se crea que son solo esos u otros
oficios, también hay profesionales universitarios atrapados en este infierno.
Salud “al paso”. No nos referimos a los huelguistas
que lo hacen como estrategia, sino los que ofrecen en las calles medicinas,
inyectables, medida de la presión, análisis, endodoncias, exámenes médicos y
hasta intervenciones quirúrgicas, siempre con el maletín y los utensilios en
mano.
Sexo al paso. De día o de noche. En cualquier
rincón oscuro o a cielo abierto. Con sol, frio o lluvia. Con protección o sin
él. Con mujeres o varones. Y hasta con público curioso, indiferente o
santiguándose.
Podemos continuar así hasta el infinito: Educación
“al paso”, que ofrece desde inicial hasta doctorados. Seguridad “al paso” para
cobrar un cheque o acompañar al cajero o simplemente para cruzar un sitio
peligroso. Música, bailes, acróbatas, circos, retratistas y pintores “al paso”.
Empresarios y financistas “al paso”, ofreciendo oportunidades de negocios, ventas
o compras nacionales o extranjeros de cualquier bien. Familias “al paso” que
duran no lo que dura una ilusión, ni siquiera un deseo, sino un simple
encuentro casual más tarde con niños indeseados o abandonados…
Últimamente, se han agregado nuevos especímenes:
“Políticos al paso”, “candidatos al paso”; que son los que más abundan y
lamentablemente llegan a lugares de privilegio.
En fin, volvamos al principio. Todo o casi todo lo
que hacemos o queremos hacer como parte de una vida humana, está perdiendo sentido.
Ya no somos solo existimos. Es urgente volver hacia nosotros mismos y recuperar
nuestra esencia humana. Que la “modernidad” no nos secuestre el alma con
sus sofisticaciones.
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