miércoles, 27 de agosto de 2014

¿Quién gana?  ¿Quién pierde?
Por: Rolando Breña


Hay que ser completamente ciegos para no entender que todos los contrincantes han salido averiados en esta historia de investidura del Gabinete Ministerial. Cada cual debería hacer un inventario de daños y concluirán, seguramente, que hay lesionados, heridos graves y hasta muertos políticos en todas las tiendas, opositores y oficialistas.
¿Puede cantar victoria un Gabinete rechazado en dos ocasiones y salvado (no decimos ganador) por el voto dirimente de la Presidenta del Congreso?.
¿Tienen alguna explicación las delirantes expresiones del Presidente de la República que “aquí no ha habido ninguna crisis, todo está normal, hay que voltear la página, seguimos trabajando todos los días”?
El llamado Gabinete Jara esta herido de muerte. La investidura congresal es una especie de mortaja adelantada. Tratarán de hacerlo durar hasta donde sea posible para hacernos creer que vive, pero será algo así como una versión política de “los muertos vivientes”.
De todas maneras tendrá que hacerse un reajuste ministerial. Quisieron simplemente dar el mensaje, que nadie creerá, que lo harán libremente, no como consecuencia de los problemas con el voto de confianza o las exigencias de la opinión pública. Es un hecho dirá otra vez Humala (sin creerlo el mismo) normal para seguir trabajando.
Tendrán que dar marcha atrás en la aportación voluntaria de los trabajadores independientes a las AFP, y están obligados a solucionar la huelga médica. Claro, dirán también que es motu propio, voluntad libre del gobierno que nada tiene que ver con las presiones gremiales o los chantajes congresales.
Lo que está demostrado es que este gobierno carece de reflejos rápidos y coherentes, de capacidad de iniciativa, de respuesta adecuada a cada reto coyuntural o mejor, no tiene respuestas y es arrastrado en la dirección que los vientos soplan; y como los que soplan son la oposición y los medios entonces, casi siempre van directo a las cuerdas. Y buscan librarse de ellas si pueden, no dando batalla política sino a la champa o la mala, por vericuetos y a veces por alcantarillas, casi siempre en la oscuridad no en la luz. Confunden firmeza con autoritarismo, razón con imposición, valentía con  terquedad o argumentación con provocación.
Antes de las primeras frustradas investiduras, cualquier poco avisado observador de nuestro subdesarrollado mundillo político, podría advertir muy fácilmente los problemas o pretextos que la oposición utilizaría para arrinconar al gobierno y sacar victorias o ventajas políticas. Eran más que evidentes los flancos débiles, y es elemental en táctica política saber que por allí habrán de ser las principales acometidas, más aun, cuando ya habían ganado opinión pública y exigían atención inmediata.
Un mediano estratega podía dejar con medidas simples sin armas y sin pretextos a la oposición.
¿No podrían haber declarado que el gobierno, o la bancada oficialista, plantearían la modificación de la legislación de aportes voluntarios, o su suspensión, como recién se anuncia ahora?.
¿No pudieron convocar a los médicos con formulas de solución o por lo menos de diálogo franco que hoy tendrán que hacerlo de todas maneras? 
¿No pudieron decidir que conformarían una Comisión Parlamentaria para los presuntos lobbys?
¿No pudo declarar Humala que los Ministros, como siempre gusta decir, están en permanente evaluación y las decisiones de cambio se tomarán a su debido tiempo?
¿Qué argumentos o pretextos podría a ver agitado la oposición entonces?. Quizá el Gabinete Jara hubiera transitado otro camino con menos huecos, choques, accidentados y lesionados.
Pero no. El Gobierno aposto por el achoramiento político. A veces por mostrar los colmillos te puedes quedar sin ellos.
En una batalla, política o no, lo más importante no es ganar, es preservar las propias fuerzas. Hoy se repite a cada rato una verdad que debieran conocer y aplicar los contendientes: a veces una victoria es el comienzo del fin. Victoria pírrica le dicen (Pirro: “una victoria más como ésta y estoy perdido”). Pero no creemos que esta investidura haya sido una emulación de victoria pírrica. Pirro fue un gran estratega y un valiente guerrero a campo abierto. Aquí no hubo grandes estrategas, ni guerreros valientes, ni batallas a cielo abierto. Fueron, más bien, maniobras menudas en las oscuridades del parlamento del gobierno y del poder.
Dicho sea de paso, en el colmo de la imprudencia política o de la ignorancia, estando encrespadas las olas se anuncia la candidatura de Diego García Sayán a la OEA. Mejor no lo hubieran hecho enemigos políticos. Eso fue gasolina en la fogata y el fujimorismo, principalmente, endureció su beligerancia.
Pero no seamos tan negativos. Si algo hay en la solución de la huelga médica, de los aportes voluntarios o la investigación de lobbys, bienvenidos sean.
Tampoco la oposición parlamentaria queda en buen pie, a pesar que puedan alardear que son su actitud”obligaron” al gobierno a tomar en cuenta algunos reclamos. Y que habiendo logrado unirse podrán avanzar en más objetivos.
Por lo pronto y para curar sus heridas anuncian que interpelarán a los Ministros. Empiezan con Mayorga y se proponen terminar en censuras. Ese es su trabajo y para ello fueron elegidos. Recurriendo a Humala, “es normal”.

La Primera Ministra no debe estar muy contenta. Su investidura fue un alumbramiento con comadronas rústicas y torpes. Es como para llorar. Que debilita más que fortalece.  Que deteriora los flancos o abre nuevos. Que humilla más que enaltece

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