¿Quién gana? ¿Quién pierde?
Por: Rolando Breña
Hay que ser completamente
ciegos para no entender que todos los contrincantes han salido averiados en
esta historia de investidura del Gabinete Ministerial. Cada cual debería hacer
un inventario de daños y concluirán, seguramente, que hay lesionados, heridos
graves y hasta muertos políticos en todas las tiendas, opositores y
oficialistas.
¿Puede cantar victoria un
Gabinete rechazado en dos ocasiones y salvado (no decimos ganador) por el voto
dirimente de la Presidenta del Congreso?.
¿Tienen alguna explicación las
delirantes expresiones del Presidente de la República que “aquí no ha habido
ninguna crisis, todo está normal, hay que voltear la página, seguimos
trabajando todos los días”?
El llamado Gabinete Jara esta
herido de muerte. La investidura congresal es una especie de mortaja
adelantada. Tratarán de hacerlo durar hasta donde sea posible para hacernos
creer que vive, pero será algo así como una versión política de “los muertos
vivientes”.
De todas maneras tendrá que
hacerse un reajuste ministerial. Quisieron simplemente dar el mensaje, que
nadie creerá, que lo harán libremente, no como consecuencia de los problemas
con el voto de confianza o las exigencias de la opinión pública. Es un hecho
dirá otra vez Humala (sin creerlo el mismo) normal para seguir trabajando.
Tendrán que dar marcha atrás
en la aportación voluntaria de los trabajadores independientes a las AFP, y
están obligados a solucionar la huelga médica. Claro, dirán también que es motu
propio, voluntad libre del gobierno que nada tiene que ver con las presiones
gremiales o los chantajes congresales.
Lo que está demostrado es que
este gobierno carece de reflejos rápidos y coherentes, de capacidad de
iniciativa, de respuesta adecuada a cada reto coyuntural o mejor, no tiene
respuestas y es arrastrado en la dirección que los vientos soplan; y como los
que soplan son la oposición y los medios entonces, casi siempre van directo a
las cuerdas. Y buscan librarse de ellas si pueden, no dando batalla política
sino a la champa o la mala, por vericuetos y a veces por alcantarillas, casi
siempre en la oscuridad no en la luz. Confunden firmeza con autoritarismo,
razón con imposición, valentía con terquedad o argumentación con
provocación.
Antes de las primeras
frustradas investiduras, cualquier poco avisado observador de nuestro
subdesarrollado mundillo político, podría advertir muy fácilmente los problemas
o pretextos que la oposición utilizaría para arrinconar al gobierno y sacar
victorias o ventajas políticas. Eran más que evidentes los flancos débiles, y es
elemental en táctica política saber que por allí habrán de ser las principales
acometidas, más aun, cuando ya habían ganado opinión pública y exigían atención
inmediata.
Un mediano estratega podía
dejar con medidas simples sin armas y sin pretextos a la oposición.
¿No podrían haber declarado
que el gobierno, o la bancada oficialista, plantearían la modificación de la
legislación de aportes voluntarios, o su suspensión, como recién se anuncia
ahora?.
¿No pudieron convocar a los
médicos con formulas de solución o por lo menos de diálogo franco que hoy
tendrán que hacerlo de todas maneras?
¿No pudieron decidir que
conformarían una Comisión Parlamentaria para los presuntos lobbys?
¿No pudo declarar Humala que
los Ministros, como siempre gusta decir, están en permanente evaluación y las
decisiones de cambio se tomarán a su debido tiempo?
¿Qué argumentos o pretextos
podría a ver agitado la oposición entonces?. Quizá el Gabinete Jara hubiera
transitado otro camino con menos huecos, choques, accidentados y lesionados.
Pero no. El Gobierno aposto
por el achoramiento político. A veces por mostrar los colmillos te puedes
quedar sin ellos.
En una batalla, política o no,
lo más importante no es ganar, es preservar las propias fuerzas. Hoy se repite
a cada rato una verdad que debieran conocer y aplicar los contendientes: a
veces una victoria es el comienzo del fin. Victoria pírrica le dicen (Pirro:
“una victoria más como ésta y estoy perdido”). Pero no creemos que esta
investidura haya sido una emulación de victoria pírrica. Pirro fue un gran
estratega y un valiente guerrero a campo abierto. Aquí no hubo grandes
estrategas, ni guerreros valientes, ni batallas a cielo abierto. Fueron, más
bien, maniobras menudas en las oscuridades del parlamento del gobierno y del
poder.
Dicho sea de paso, en el colmo
de la imprudencia política o de la ignorancia, estando encrespadas las olas se
anuncia la candidatura de Diego García Sayán a la OEA. Mejor no lo hubieran
hecho enemigos políticos. Eso fue gasolina en la fogata y el fujimorismo, principalmente,
endureció su beligerancia.
Pero no seamos tan negativos.
Si algo hay en la solución de la huelga médica, de los aportes voluntarios o la
investigación de lobbys, bienvenidos sean.
Tampoco la oposición
parlamentaria queda en buen pie, a pesar que puedan alardear que son su
actitud”obligaron” al gobierno a tomar en cuenta algunos reclamos. Y que
habiendo logrado unirse podrán avanzar en más objetivos.
Por lo pronto y para curar sus
heridas anuncian que interpelarán a los Ministros. Empiezan con Mayorga y se
proponen terminar en censuras. Ese es su trabajo y para ello fueron elegidos.
Recurriendo a Humala, “es normal”.
La Primera Ministra no debe
estar muy contenta. Su investidura fue un alumbramiento con comadronas rústicas
y torpes. Es como para llorar. Que debilita más que fortalece. Que
deteriora los flancos o abre nuevos. Que humilla más que enaltece
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