CASO COMUNICORE FUE PARTE DE UNA GRAN OPERACIÓN PARA LAVAR DINERO DEL
NARCOTRÁFICO
Cuatro años y medio después del
estallido del más grande caso de corrupción que salpicó a la gestión de Luis
Castañeda Lossio, la revista Poder obtiene un documento de la
Unidad de Inteligencia Financiera
que revela que detrás de la transacción operó un exportador de droga llamado
Álex Montoya Agüero
Por Daniel Yovera
*Exgerente general de Relima ha
confesado que Juan Blest, gerente financiero de la Municipalidad de Lima,
habría proporcionado información de la que se valieron para obtener ventajas en
la cuantiosa operación. Hasta hoy, no hay un solo condenado por la
justicia.
Un
narcotraficante peruano, prófugo de la justicia, operador de una mafia de
colombianos y españoles, habría sido uno de los financistas de la famosa
operación que derivó en la salida de S/.36 millones de las arcas municipales,
que fueron a parar a las cuentas de esa empresa‘“cascarón’” llamada Comunicore, en los días finales de la
primera gestión de Luis Castañeda, en enero del año 2006.
Su nombre
es Álex Montoya Agüero, y figura en la larga lista de procesados por
el caso Comunicore, al lado de los más insignes gerentes del
exalcalde de Lima.
Castañeda
ya no es parte de ella gracias a los recursos que presentó, pidiendo incansablemente que la justicia no lo investigue ni lo
procese. Un tribunal le concedió el deseo.
Una investigación realizada por
la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) detectó los movimientos que siguió
parte del dinero que la Municipalidad de Lima le pagó en tiempo récord a
Comunicore, y llegó hasta Álex Montoya. La UIF elaboró un revelador informe que
concluye que este importante exportador de cocaína fue uno de los financistas
de la operación.
La
revista ‘Poder’(*)obtuvo y desmenuzó dicho documento, y en un amplio reportaje ha
introducido nuevas variables al más grande caso de corrupción que haya
salpicado a la gestión de Luis Castañeda Lossio.
Sobretodo, ha descubierto que una parte del millonario
pago a Comunicore tuvo una sola finalidad: lavar dinero para actividades
presuntas del narcotráfico. Tamaña sorpresa, y ningún
condenado.
diario16hace a continuación un resumen de los principales
hallazgos de la UIF, desarrollados en el último número de ‘Poder’, y también aporta algunos nuevos elementos con la intención de que el
lector se informe lo mejor posible de los más enredados detalles de esta
sorprendente historia.
A
PUERTAS DEL GRAN NEGOCIO
Álex Montoya Agüero era un
cambista de dólares que mantenía una estrecha amistad desde los tiempos
escolares con Miguel Garro Barrera, un ejecutivo de poca relevancia que un día
llegó a ser gerente financiero de la transnacional brasileña Relima, la empresa
que le prestaba (y le presta) servicios de recojo de toneladas de basura a la
Municipalidad de Lima.
A
mediados del año 2005, Garro, en representación de Relima, negociaba los
términos del pago de la famosa deuda que la comuna metropolitana tenía con la
compañía brasileña. Lo hacía con su par en el municipio, Juan Blest García, el ‘“eterno’” gerente financiero de todas las entidades que
ha presidido Luis Castañeda, su amigo desde 1978.
Pero a
mediados del 2005 Garro y su amigo Álex Montoya –probablemente gracias a la información
privilegiada que sobre los términos de la deuda manejaba el primero–Comunicore,
y esperaron, en secreto, a que madure el negocio de los casi S/.36 millones.
Para ser
exactos, S/. 35 millones 900 mil soles.
Hacer esta precisión es
importante porque, para entonces, Comunicore no tenía absolutamente nada que
ver en las conversaciones entre Relima y la Municipalidad.
Pero solo en teoría. Tras el telón, los directivos de
Comunicore, con Garro y Montoya en las sombras, preparaban las firmas y los
papeles que usarían medio año después, cuando entraran a tallar como los ‘“sorpresivos compradores’” de la importante deuda.
Y así fue. El 20 de diciembre,
Comunicore apareció de “sorpresa” para firmar, con Relima, la adquisición de la
deuda, que valía S/.39.5 millones, por S/.14.6 millones. En teoría, la
diferencia, S/.21 millones, llenaría las faltriqueras de los dueños y
testaferros de Comunicore cuando la Municipalidad de Lima terminara de pagar la
totalidad de la acreencia, en el lapso de diez años. Así estaba escrito.
Sin embargo, no pasaron diez
años, ni diez meses, ni diez semanas, ni diez días.
A las 6:00 de la tarde del último día hábil del 2005,
Juan Blest y Santiago Ruiz Contreras, presidente del Directorio de Comunicore,
se pusieron de acuerdo con los términos de la ejecución del pago y se dieron la
mano en señal de conformidad.
Lo curioso es que a los altos
gerentes de Castañeda no les generó ninguna incomodidad ni interrogante que una
empresa conocida por nadie fuera su nueva y millonaria acreedora.
Les
hubiera bastado una simple búsqueda en los registros de la SUNAT para darse cuenta de
que Comunicore figuraba allí con
la siguiente observación: “domicilio por verificar”.
No ocurrió. Así que lapaciente
espera de Garro y Montoya empezaba a dar sus jugosos frutos. El primer día
hábil del 2006 las cuentas que habían abierto para estos efectos en el Banco de
Crédito y en el Continental empezaron a llenarse de millones. Y así, hasta
completar la cifra pactada.
Apenas
fue depositado el dinero, se destinaron los convenidos S/.14.6 millones para
Relima, y el grueso restante, S/.21.4 millones, se retiró en efectivo, en
bolsas y maletines, y posteriormente las cuentas se cerraron. Por esa razón,
cuando el diario Perú 21 publicó, el 16 de diciembre de 2009, la primera de decenas de entregas de este
caso, tituló en su portada: “¿Quién se llevó los S/.21 millones?”.
Una
pregunta quedaba flotando: ¿por qué tanto apuro de la ‘“estrella’” de las finanzas del municipio de Lima, Juan
Blest, por hacer el pago?
EL
ROL DE BLEST
El
reporte de la UIF desmenuzado por ‘Poder’ identifica a los testaferros y empresas
vinculadas a Álex Montoya y apunta en la misma dirección de algunas
declaraciones brindadas en el juicio por corrupción. Esto es, que la operación
Comunicore se habría originado en el entorno del exalcalde de Lima.
Cita la revista que el gerente
brasileño de Relima, Odilón Gaspar Amado, confesó ante el juez del caso por
corrupción que el millonario pago lo organizaron Miguel Garro y él, pero fue
ejecutado con la información proporcionada por Juan Blest, el gerente financiero
de Castañeda.
“Garro me
dijo que la Municipalidad de Lima iba a cancelar la deuda pendiente con nuestra
empresa. Había una propuesta de pago en diez años que yo presenté al directorio
(de Relima), pero omitió decir que Garro también me había contado que el
municipio tenía la intención de pagar en una sola partida. Según él (Garro) la
información vino por Juan Blest. Entonces, vimos la oportunidad de hacer un
negocio”, dijo el brasileño Odilón Gaspar en el juzgado, citado por ‘Poder’.
Tal
confesión, que ‘Poder’ ha hecho pública por primera vez, resulta de lo más reveladora,
pues de ella se podría deducir que Blest no solo se habría dedicado a ‘“honrar una deuda’”, sino que –según esta declaración– habría sido
parte o cuanto menos cómplice de una operación que hoy, según la UIF, sirvió en
parte para ‘“blanquear’” dinero sucio.
¿Por qué
tanto interés y velocidad en Blest? Este hombre forma parte de un grupo selecto
de ejecutivos que desde 1978 trabaja al lado de Luis Castañeda. En las
instituciones que el exalcalde ha presidido, Blest estuvo allí como el experto
de las finanzas: ha sido, siempre o casi siempre,su ‘“gerente financiero’”.
“Ahora, gracias a la declaración
del ejecutivo brasileño, sabemos que el dato clave para el negociado salió del
entorno de Castañeda”, sostiene, con razonable lógica, la revista.
Hay un
dato por demás relevante: el 27 de diciembre del 2005, cuando la decisión de
pagar ya estaba tomada, ocurrieron tres hechos de manera simultánea: 1) Relima
y Comunicore le informaron a la Municipalidad que días atrás habían firmado una
cesión de deuda; 2) la gestión le encargó a Blest la Gerencia Municipal (el máximo cargo gerencial), sin dejar de
ser gerente financiero; y 3) Castañeda pidió licencia a cuenta de sus
vacaciones, y se fue hasta el 8 de enero del 2006.
EL
ENTORNO Y EL LAVADO
La UIF
–señala el informe de ‘Poder’– identificó actos de conversión, transferencia y ocultamiento de
activos que se ajustarían a la tipología de utilización de empresas de fachada
para el lavado de fondos del narcotráfico.
La agencia que investiga los
actos de lavado de activos en el país incluyó en la relación de participantes
de la operación a dos exgerentes de primera línea del líder de Solidaridad
Nacional.
Uno de
ellos, ya señalado, Blest, y el segundo, Carlos Chávez Málaga, otro ‘“histórico’”, el siempre gerente de administración de las
gestiones de Castañeda. El informe de la UIF no
menciona a quien ha sido el “clásico” gerente general de Castañeda, desde los
años 80, Ángel Pérez Rodas. Aunque, sí está comprendido en el caso de corrupción.
Ellos y Castañeda trabajan juntos
desde 1978, en el Ministerio de Comercio Exterior, en EMAPE, en el IPSS, en la
Caja del Pescador, en Paramonga y en el municipio de Lima. El propio exalcalde,
al declarar en el proceso, ha dicho: “Yo los conozco desde hace 25 años”.
El informe se ha enfocado en
parte de los primeros envíos de dinero a Comunicore: S/.12.6 millones de los
S/.35.9 millones.
“El
documento, que no especifica qué ocurrió con el resto de los S/.35.9 millones,
deja entrever que la administración de Castañeda no solo participó en un caso
de corrupción sino que además fue involucrada en una operación de blanqueo de
capitales del tráfico de drogas”, indica ‘Poder’.
Agrega que “Comunicore recibió en
sus cuentas del Banco de Crédito S/.12.6 millones procedentes de la
Municipalidad de Lima, que fueron retirados por personas que no tienen
actividades económicas para justificar dichas operaciones”.
“La UIF identificó actos de
conversión, transferencia y ocultamiento de activos que se ajustarían a la
tipología de utilización de empresas de fachada para el lavado de fondos del
narcotráfico”, reporta.
Esos primeros S/.12.6 millones
fueron depositados por la gestión de Castañeda entre enero y febrero del 2006 a
través de una transferencia bancaria de S/.3.8 millones y dos cheques de
gerencia que sumaban S/.8.7 millones.
“Hubo
tanto apuro en la Gerencia de Finanzas de la Municipalidad de Lima, a cargo de
Juan Blest, que el pago inicial se hizo el primer día útil de aquel año. El
documento confirma que la cuenta fue cerrada ese mismo 2006 y que tuvo como ‘“única finalidad recibir los millones del municipio,
ya que después no existió otro depósito’”. Ahora se sabe, oficialmente, que casi la mitad de
esos S/.12.6 millones fueron cobrados por 25 personas de escasos recursos,
familias enteras en ciertos casos”, indica la revista.
Se refiere a la casi treintena de
humildes moradores de un barrio ubicado en uno de los cerros de Comas, que
retiraron grandes cantidades de dinero para entregárselos en efectivo a un
personaje que lo guardaba en bolsas y se los llevaba en un vehículo.
La UIF
también encontró que un abogado llamado Guillermo Palacios Dodero, es uno de los hombres principales en las
operaciones de lavado de Garro y Montoya. El letrado ha reconocido ante la
justicia haber trabajado junto a Montoya: “Él manejaba la parte administrativa
de las compañías de Garro”.
Palacios
Dodero fue abogado externo de la Municipalidad de Lima en los tiempos de Luis
Castañeda. Entre 2007 y 2010 recibió por asesorías S/.916,000. En tanto ello ocurría, fue abogado, apoderado
y hasta directivo de las empresas de Garro.
El informe de la UIF sobre
Comunicore fue emitido, firmado y derivado al Ministerio Público en julio del
2010. Pero al parecer allí no se sabía mucho de su existencia ni de su
contenido.
Todo
indicaría que en el expediente por corrupción que se sigue contra los
principales gerentes de Castañeda y otros procesados no obra el informe de
inteligencia financiera.‘
Poder’señala que en julio de 2010 la UIF remitió este
informe al área de Coordinación de las Fiscalías contra el Crimen Organizado.
El fiscal superior que en aquel
entonces mandaba en el sistema contra el Crimen Organizado era Mateo Castañeda
Segovia.
Los hechos dicen que poco tiempo
después Mateo Castañeda renunció al Ministerio Público y se dedicó al
patrocinio legal privado y al litigio judicial. Esos nuevos rumbos lo llevaron
a ejercer la defensa de Luis Castañeda Lossio en el caso Comunicore, hasta
lograr apartarlo del proceso.
Ni el exalcalde está investigado,
ni los procesados han recibido condena. A pesar de lo que hasta ahora se
conoce.
Un
familiar de Luis Castañeda
fue
directivo de Comunicore
Durante
la negociación que derivó en el cobro de los S/.35.9 millones, el directorio de
Comunicore estuvo presido presididopor Rafael Ruiz Contreras y gerenciado por Henry
Brachowicz Vela. Uno de los directivos y accionistas fue José Luis Pinillos
Broggi, pariente político del entonces alcalde Luis Castañeda Lossio.
Pinillos estaba casado con
Giuliana del Carmen Belaunde Lossio, hija de Arturo Belaunde y de Elsa Matilde
Lossio Leguía, esta última dama, prima de Luis Castañeda Lossio.
Elsa Matilde es hermana de
Antonio Lossio Leguía, distinguido caballero chiclayano, exsecretario del
comité de campaña de Solidaridad Nacional en Chiclayo y candidato al Congreso
por el partido del color amarillo en el año 2000.
El directivo de Comunicore,
Pinillos Broggi, es, además, cuñado de Martín Belaunde Lossio, hoy prófugo de
la justicia por el megaproceso de ‘La Centralita’.
Martín Belaunde fue estrecho
colaborador en temas financieros de la campaña de Castañeda en el año 2000,
cuando tentó la presidencia de la República.
Por todos lados
aparecenparentescos cercanos, como el caso de Arturo Belaunde Lossio, hermano
de Giuliana y de Martín, quien también fue investigado por la Unidad de
Inteligencia Financiera por sus vínculos y negocios con Miguel Garro.
Sobre Luis Castañeda, Arturo
Belaunde declaró en el proceso por corrupción lo siguiente: “Es mi tío en
tercer grado, él es primo en segundo grado de mi madre”.
El caso es que una vez consumada
la gestión de éxito, los directivos amigos de Garro y de Montoya cerraron las
cuentas bancarias, renunciaron a sus cargos, pero antes de irse, se aseguraron
de dejar reemplazantes: una señora iletrada y tres moradores de un barrio
modestísimo de Comas.
Finalmente, alguien se dirigió a
una notaría de La Oroya, en Junín, para dar de baja a la razón social
“Comunicore”. De ese modo, pretendieron borrar del mapa a la empresa que
negoció el famoso pago con Juan Blest.
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