Por: Rolando Breña Pantoja
En los tiempos de la escuela primaria y del colegio secundario, una de las cosas maravillosas que descubrí fue la mitología, particularmente la griega. Con sus dioses y diosas; con sus conflictos de poder en el Olimpo; sus enredos amorosos y sus conflictos como cualquier humilde mortal; sus amoríos con mujeres o varones terrestres; sus héroes y semidioses; sus monstruos, gigantes, ciclopes, titanes; sus ninfas, musas, harpías, gracias; sus pitonisas y su Esfinge…
Estos recuerdos vienen a propósito de la pomposamente llamada “Operación Perseo”. Un gran operativo nacional montado por el gobierno a través del cual nos endilgaron un tremendo cuento, con la participación de la policía nacional con todo su equipo de inteligencia y operaciones especiales y logística; decenas de fiscales etc. Se nos informó, a través de aparatosas conferencias de prensa, con la presencia de toda la jerarquía policial, a la cabeza el Ministro del Interior y el Ministerio Público, que en su indesmayable lucha contra el terrorismo, el gobierno había trabajado intensa y sacrificadamente, especialmente sus aparatos de inteligencia, durante dos años para desarticular la red terrorista, principalmente sus fuentes de financiamiento. Como consecuencia, se habían identificado y detenido a personas implicadas en esos delitos. Fue presentada como un gran éxito de la democracia y una demostración de la voluntad del gobierno y de la capacidad estratégica y táctica del Ministerio del Interior y los altos mandos policiales. Se desató una tremenda campaña periodística para destacar ese casi heroico logro, que pudo debilitar y casi desaparecer las voces sensatas que alertaban la inconsistencia de este triunfalismo y lo engañoso de su preparación y sus logros.
Todo este cuento gubernamental acaba de diluirse. El inmenso y supuesto trabajo monumental de inteligencia y acopio de pruebas demostró ser un castillo de arena, una gran pompa de jabón que estalló al más leve rose con la realidad.
Los cerca de tres decenas de militantes del MOVADEF, detenidos espectacularmente hace algunos meses, fueron liberados.
Como es previsible, las protestas y rechazos no se hicieron esperar. Desde el Presidente de la República: “fallos complacientes”, que el trabajo del Ministerio del Interior y la policía “no caiga en saco roto”, que es necesario “reflexionar sobre este fallo”; pasando por el Ministerio del Interior, periodistas, políticos, empresarios…
Todos ellos aluden solo al acto de la liberación y centran sus críticas en el Poder Judicial. Sin embargo, el análisis tiene que ir más allá de las solas consecuencias últimas.
¿De quién es la responsabilidad y por qué? ¿De la policía y el Ministerio Público que no atinaron a armar con solvencia el caso?. Tal vez. ¿De los jueces?. No lo creemos, ellos aplican la ley de acuerdo a lo aportado principalmente por el Ministerio Público y la defensa, se supone no tomando en cuenta las presiones mediáticas ni las presiones políticas, aunque no siempre es así.
La responsabilidad es política y corresponde toda al gobierno. Es él quien armó todo este tinglado para demostrar su vocación democrática antiterrorista y su voluntad de no darle cuartel. Quizá acuciado por sus necesidades de ganar puntos para fortalecerse, sin percatarse que pisaba terreno movedizo y no iba suficientemente preparado; o engañado por el Ministerio del Interior y sus asesores, de que el “Operativo” era pan comido y con apetecibles réditos políticos. El tiempo ha demostrado que fue un error, no la lucha contra el terrorismo, sino esa “Operación Perseo”, tal como sucedió con otras operaciones similares.
Como saben amables lectores Perseo fue premunido por los dioses (por algo era hijo del dios de dioses del Olimpo, Zeus), de un casco que lo hacía invisible, sandalias con alas para su veloz desplazamiento y armas de la diosa Atenea, la hoz o la espada. Armado con tales artificios pudo matar a la Medusa, una de las tres Gorgonas, que convertía en piedra a quien la mirara.
Posiblemente el nombre de Perseo, fue sugerido por una mente imaginativa o un amante de la mitología griega, para inyectar a tal “Operación” los atributos del héroe y semidios del Olimpo: el casco para ser invisibles a los agentes de inteligencia para seguir los pasos y acopiar información o pruebas; las sandalias aladas para no perder velocidad y siempre pisar los talones de los sometidos a vigilancia o captura; y la espada de Atenea para dar el golpe certero y mortal al terrorismo. Pero como se ve, la divinidad griega no llegó a trasmitirles sus dones y la operación que lleva su nombre acabó como acabó. Y el gobierno quedó convertido en piedra como los que se atrevían a mirar a la Medusa.
Saliendo de los terrenos del Olimpo, diremos que las acciones terroristas no existen en sí mismas; son consecuencia de una forma de pensamiento, de una ideología. Por lo tanto los métodos más eficaces no serán nunca las operaciones, las redadas, la carcelería, la persecución o la muerte.
Aunque muchos no lo quieran admitir, Sendero Luminoso es una agrupación política (dividida hoy) con pensamiento y concepción ideológicas determinadas, por lo tanto es en la ideología donde deben darse la confrontación definitiva.
¿Y quiénes de los que más gritan hacen lucha de ideas?. Casi nadie, ni ayer ni hoy. Parapetados en mullidas oficinas exigen y acusan, lamentan y maldicen.
Algunos si promovemos la lucha de ideas, no solo contra el terrorismo obviamente sino también contra el terrorífico modelo neoliberal. No seriamos consecuentes si así no lo hiciéramos.
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